Capítulo 4

Narra Melissa:

Nunca había visto a Leo tan furioso en la vida lo que me hacía pensar en que realmente estoy en serios problemas por culpa de Celeste.

Tengo muchas cosas en contra.

Lo que pasó esta mañana.

Él no había indagado demasiado sobre mi llegada tarde y no estoy muy segura de que de verdad haya creído que mi teléfono no sonó.

A pesar de eso Leo se había portado super bien conmigo y me había llevado a su casa para ayudarme y ahora pasaba esto gracias a Celeste.

Siempre trato de evitar a esta mujer insufrible.

No sé por qué le gusta hacer este tipo de cosas contra nosotros pero esto ha sido la gota que derramó el vaso.

Si Leo me echa de Black Cat Celeste lo pagará muy caro.

Estoy harta de ella.

—Obviamente la torpe de Melissa tiró las cosas a propósito para que a nuestro cliente le cayera todo encima —espetó Celeste interpretando su papel de víbora.

¡Era tan ruín!

Demasiado mala para ese pequeño cuerpo.

Yo miré al cliente que me había ayudado a levantarme y noté que efectivamente había comida embarrada en su camisa ¡¿cómo no lo había notado antes?!

— ¡Lo siento mucho...! —me disculpé a duras penas por llenarlo de salsa y me dirigí a la mesa más cercana para tomar unas servilletas para limpiar el desastre de su camisa pero justo cuando a pesas colocaba mis manos sobre su camisa otra mano detuvo la mía.

Mis ojos se alzaron encontrándose con los de Leo los mismos que parecían relampaguear de cólera.

—Yo no... —intenté decirle a Leo, excusarme, decirle que Celeste había sido la causante de todo pero él no me escuchó.

—Ve al almacén, hablaremos luego —dictó en un tono muy extraño que logró erizarme la piel de forma inesperada.

Yo balbuceé intentando defenderme pero no lo conseguí y la rabia me llegó como una oleada al ver a Celeste sonreír con suficiencia.

Sin más que poder hacer por el momento caminé hasta el almacén donde esperaría a Leo quien seguramente me despediría sin escucharme.

Por lo menos había tenido la decencia de no despedirme frente al ciente y los otros empleados.

Estaba acabada.

Celeste era la encargada de Black Cat cuando Leo no estaba cosa que no era muy frecuente pero de todas maneras tratábamos de ignorarla para no meternos en problemas.

Aunque todos la detestábamos.

Era la empleada más antigua de Leo por lo que él seguramente le creería más que a mi.

Iba a vengarme de esa perra por haberme hecho perder mi trabajo.

Estar aquí es... De cierta forma con estar en casa.

La señora Delia nos cuida como si todos fuéramos sus nietos.

Tatiana sin duda es la madre regañona pero divertida.

Greg es el hermano menor alocado y badboy que todas amamos pero que siempre está en problemas.

Ginebra o Gine como le gusta ser llamada es la hermana silenciosa pero muy letal.

Enrique es el esposo de la señora Delia y es el mejor chef y amigo que cualquiera de nosotros podría tener, es como un padre.

Como siempre la manzana podrida evidentemente es Celeste.

Iba a perderlos a todos por ella.

Me moví de un lado al otro sin poder detenerme pero decidí finalmente sentarme para esperar a Leo.

Cerré los ojos por un momento conteniendo las lágrimas que amenazaban con caer por mi rostro pero me negué a dejar que eso ocurriera.

Recordé la voz de mi tía Mirla quien me decía que llorar era para perdedores y yo no soy una.

Probablemente si me despiden de Black Cat tendría que... decidirme por uno de esos hombres de los que mi tía tanto quiere que sea su esposa.

Convertirme en la esposa de alguien rico siempre ha sido nuestro sueño pero... a veces, no se siente bien.

Mordí mi labio inferior sintiendo los latidos de mi corazón incrementarse justo en el momento en que la puerta del almacén se abría dejando entrar a Leo seguramente para decirme que ya no trabajaría aquí.

Un nudo se hizo en mi garganta pero aún así mantuve mi cabeza en alto lista para el veredicto solo que una vez más en el día me golpeó lo increíblemente ardiente que Leo se veía.

Ahora me daba cuenta porqué evitaba mirarlo.

Él es un pecado verdadero.

Uno real.

¿Pasaría algo si yo...?

Detuve mis pensamientos abruptamente notando la dirección que estos tomaban y fruncí el ceño con molestia.

Estaba furiosa conmigo misma.

También con Celeste.

Con Leo por creerle a ella sin darme una oportunidad.

— ¿Qué fue lo que pasó allá afuera Melissa?

Su pregunta me dejó paralizada por un momento.

No me esperaba que él me preguntara porque después de todo me había enviado aquí.

—Celeste me hizo caer para crear todo este conflicto y que posiblemente me echaran. Entiendo que le creas a ella pero no es justo, simplemente no lo es —mascullé yo levantándome.

Intenté pasar por su lado para buscar mi bolso e irme a casa aunque sorprendiéndome una vez más Leo tomó mi brazo deteniendo mi huida enseguida logrando que nuestras miradas se encontraran otra vez.

Esta vez nuestra distancia era mucho menor.

La tensión sexual entre nosotros era aún más notoria pero estaba confundida. No sabía si era solo yo quien lo sentía y aunque fuera así nada iba a pasar.

Aunque Leo fuera dueño de Black Cat no era un hombre rico.

Un millonario como yo quería así que nuestra relación era absurda.

— ¿A dónde crees que vas? —gruñó él aún sin dejar de verme intimidándome.

—A casa ¿No es obvio?

Él todavía no me soltaba de su agarre pero un cosquilleo inesperado se apoderaba de cada parte de mi cuerpo gracias a su toque perfecto.

Creo que Leo nunca me ha tocado antes de hoy pero... es maravilloso que lo haga.

Lo que me hace sentir es...

¡Absurdo!

Debería poner los pies sobre la tierra y entender que mis pensamientos son nocivos.

Innecesarios.

— ¿Por qué harías eso? —preguntó frunciendo el ceño haciendo que volviera a centrarme en nuestra conversación.

— ¿Por qué no lo haría? Vas a despedirme.

Por primera vez en nuestra charla él esbozó una de sus acostumbradas sonrisas con hoyuelos que hizo saltar mi corazón.

— ¿Cuándo he dicho eso? He venido aquí porque quería escuchar tu versión Melissa. Creo en ti, confío en ti. Celeste no podrá molestar a nadie más en Black Cat, te lo prometo —me dijo dejándome confundida.

Su mano se alejó de mi piel y casi protesto ante eso pero me di cuenta de lo absurda que estaba siendo.

— ¿De verdad?

—Llevaba tiempo sospechando lo de Celeste, hoy lo confirmé. No necesito una persona como ella en mi equipo de trabajo —afirmó él e inevitablemente yo sonreí sin poder creérmelo.

Pensé que Leo iba a despedirme pero resultó todo lo contrario.

Sin Celeste aquí Black Cat se convertiría en mi lugar ideal.

— ¿La despediste? —volví a preguntar incrédula aún y escuché su melodiosa sonrisa que me hizo ladear la mía.

—La despedí.

Delia será la nueva encargada espero que todos estén de acuerdo pero como ya Celeste no estará alguien nuevo tendrá que ocupar su puesto por lo que necesito que tú la entrenes para que haga bien su trabajo.

Arqueé una ceja con curiosidad.

— ¿Tienes a alguien en mente para el trabajo?

Leo una vez más volvió a sonreír solo que esta vez su sonrisa fue sospechosa, demasiado sospechosa.

—Ya la verás en la tarde, haré que venga, solo quiero saber si tú me ayudarás a entrenar a la chica nueva.

—Por mi no hay ningún problema. Claro que puedo ayudarla.

Él asintió mirándome fijamente y para mi sorpresa lo siguiente que hizo logró que mi corazón diera un vuelco de inmediato.

Leo rozó con su dedo mi mejilla y mi respiración se atascó en mi garganta.

Fue un roce tan suave.

Casi imperceptible pero que al mismo tiempo despertó todo mi cuerpo y lo conmocionó.

De repente me mostró el mismo dedo con el que me había tocado y vi que tenía salsa de tomate en el lo que quería decir que Leo solo me había tocado para quitármelo.

Recordé que le llevaba comida para el cliente y que probablemente mi cara estuviera toda embarrada pero no lo había notado por la conmoción del momento.

—Muy bien, salgamos de aquí.

—Voy al baño a asearme —le dije con rapidez y el sonrió asintiendo.

Algo me hace pensar que de repente las cosas están saliendo bien... solo espero que la nueva chica no sea una perra como Celeste Martínez.

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