Capítulo 3

Mientras Melissa se deslizaba por la habitación de Sienna observaba todo a su alrededor.

Leo se había hecho cargo de sus sobrinas Sienna y Claudia desde que su hermano mayor había muerto en un accidente automovilístico junto con su esposa, la madre de las niñas.

Por lo que Melissa sabía Leo se había convertido en un buen padre para las chicas siempre dándoles todo a su alcance.

Sienna es una adolescente de diecisiete años de edad demasiado mimada y odiosa para su propio bien pero cuando estaba su tío a su alrededor su actitud cambiaba cien por ciento. Mirando su habitación casi parecía una habitación normal de una adolescente y no la de una niña calculadora como era en realidad.

Melissa se fijó en la fotografía familiar que Sienna tenía en su habitación y sonrió ineludiblemente ante la bonita imagen de Leo cargando a sus dos sobrinas, todos estaban sonrientes. Felices a pesar de todo lo que les había pasado en la vida.

Una perdida tan abrupta pero Leo había sido su luz en la oscuridad.

Melissa también es huérfana aunque por diferentes circunstancias, su madre se había... suicidado cuando su padre la dejó para irse con otra mujer y él más tarde murió de un infarto al enterarse de lo que su acción había traído como consecuencia. La única que quiso cuidar de ella fue su tía Mirla, el único familiar directo que tenía. Ella era la hermana de la madre de Melissa.

Desde el día uno que Mirla había ido a buscar a su pequeña sobrina de siete años le había enseñado absolutamente todo sobre belleza. En su cabeza su única salvación había sido echarle el lazo a un hombre rico y cazarlo para después simplemente casarse con él, si eso no ocurría sería algo patético para su tía Mirla que no solo le había dado malos tratos sino también una educación, aunque truncada, alimentación y ropa.

Melissa deseó que hubiera tenido a alguien como Leo para cuidarla y hacerla feliz pero la realidad de esas niñas era muy distinta a la suya.

Bufó por lo bajo notando lo estúpida que estaba siendo y rápidamente se deshizo del uniforme que traía puesto para ducharse.

Escogió rápidamente un vestido suelto de Sienna y luego secó su cabello con un secador que encontró en el baño.

Cuando estuvo lista se dirigió a la cocina donde estaba su jefe esperándola pero no se perdió de la mirada rápida que este le echó.

Melissa no sabía si se estaba imaginando cosas con Leo así que descartó su mirada ofreciéndole una sonrisa incómoda.

—Te devolveré el vestido limpio y seco mañana —le dijo aceptando el café que su jefe le tendía sin apartar sus ojos de ella.

—No te preocupes, Sienna tiene tanta ropa que ni siquiera se enterará. Cuando estés lista nos iremos —avisó él haciendo que ella asintiera tomando un sorbo de la bebida humeante.

Leo no podía sacar sus ojos de Melissa.

De hecho no había podido hacerlo desde hacía casi un año que trabajaba en Black Cat.

Desde el primer momento en que la había visto había sentido una conexión que jamás había tenido con otra mujer antes.

Para ese entonces Melissa había tenido veintidós años. Leo pensó que era demasiado joven como para que llamara su atención, pero de alguna manera lo hacía, Melissa tenía un magnetismo extraño, que lo tentaba, que lo llamaba irresistiblemente hacia ella. Sentía el impulso efervescente de acercarse a ella aunque fuera diez años menor pero no lo hizo de todas formas.

Se controló durante todo un año pero la atracción lejos de apagarse se hizo más intensa.

Más sublime.

Ese ardor por ella solo podía ser apagado por Melissa aunque eso jamás llegara a ser realidad.

Leo odiaba cuando los hombres miraban su etérea figura y algunos coqueteaban. Él se enfurecer cuando veía que ella seguía esos juegos.

Lo ponía enfermo y se iba de allí.

Estaba demasiado celoso como para poder resistirlo pero a pesar de eso nunca hizo nada por temor a alejarla.

A pesar de todo era mejor verla a diario que no verla nunca más.

Leo no sabía cómo pero se había enamorado como un adolescente de su empleada.

Ahora cuando la había visto mojada, toda su ropa se adhería a su glorioso cuerpo solo había deseado que ella fuera suya por completo.

La amaba tanto aunque Melissa jamás lo sabría pero ¿qué pasaría si ella se enamoraba de otro hombre y él tenía que ver todo eso?

Lleno de furia Leo apretó los puños con fuerza.

—Leo ¿Estás bien? Dije que ya podemos irnos, acabé mi café, estaba delicioso.

Leo la miró y su ritmo cardíaco se relajó un poco.

No sabía cómo iba a hacer pero no dejaría que otro hombre le robara el amor de Melissa.

Iba a conquistarla a como diera lugar.

Su corazón se lo dictaba.

Recompuso su semblante y sonrió a medias.

—Entonces vámonos ya —le respondió y ante la potente mirada que Leo le dirigió Melissa casi tembló.

No sabía qué le estaba pasando, lo único que sabía es que era demasiado peligroso.

Melissa lo siguió en silencio y ninguno de los dos habló en el auto pero ambos sentían la tensión sexual en el ambiente.

Sin saberlo el uno deseaba al otro fuertemente pero eso lo descubrirían después.

Al llegar a Black Cat Melissa casi escapó de su auto para que nadie viera que llegaba con el jefe pero su intento fue fallido porque todos allí se dieron cuenta de eso sumado al hecho de que Melissa no llevaba su uniforme.

La castaña se fue directamente a colocarse sus patines pero como siempre la impertinente de Celeste llegó frente a ella haciéndose notar.

— ¿Quién te crees que eres para llegar a esta hora? Tenemos mucho trabajo y tú ni siquiera eres capaz de colocarte el uniforme...

Melissa lo dejó hablando sola.

No necesitaba sus sermones.

Celeste era la única en Black Cat a quien no soportaba.

Era la persona más mezquina y maliciosa aunque siempre que Leo estaba cerca se volvía un ángel.

Melissa y todos los demás ya conocían su actitud por lo que se limitaban a ignorarla para no buscarse problemas.

A pesar de que Celeste le hacía la vida imposible a todos a su alrededor con quien actuaba peor siempre había sido con Melissa. La misma que no entendía porqué esta la odiaba en la manera que lo hacía.

Melissa se mantenía altiva y la ignoraba siempre pero lo que pasó a continuación nadie lo esperó.

En lo que llevaba una orden para la mesa número dos Celeste hizo que Melissa se cayera al suelo al meterle el pie como obstáculo logrando que todo lo que llevaba en sus manos cayera al suelo con estrépito al igual que ella.

Por un momento Melissa se quedó en una especie de shock del que pudo salir cuando una mano masculina se interpuso en su campo de visión trayéndola a la realidad.

Melissa no dudó en tomarla y este hombre la hizo levantarse con delicadeza.

Melissa conectó con su iris viendo lo atractivo que este era dejándola por un momento atontada.

— ¿Estás bien? —le preguntó él chico mediante un murmullo que la acarició repentinamente pero de repente una voz molesta resonó detrás de ella haciendo que se soltara de su agarre y girara para encontrar al furioso recién llegado que no era otro más que su jefe.

— ¿Qué está pasando aquí? —gruñó Leo fulminando con la mirada al chico que la había ayudado a levantar y un temblor se apoderó del cuerpo de Melissa.

Si en la mañana no la habían despedido ahora mismo nadie la salvaba y lo peor era que trabajar en Black Cat era lo mejor que había temí en mucho tiempo aunque su tía no comprendiera

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