Sin luna de miel

Después de la boda, los nuevos esposos fueron a un hotel cinco estrellas de la ciudad de Valencia (Venezuela).

—¿Cómo te sientes? —pregunto Rafael.

—Estoy bien y feliz porque ahora soy tu esposa —respondió Anaís, aunque la verdad estaba triste porque no tendría su luna de miel.

—Te lo compensaré en el futuro —dijo él imaginando lo que había en la mente de su esposa.

—No pasa nada, es un simple viaje —Anaís, se encogió de hombros, como si no le importará.

—No es un simple viaje Anaís, es nuestra luna de miel, perdón por fallarte empezando nuestro matrimonio, pero es que los negocios de mis padres no han ido bien, no obtuve muchas ganancias, buscaré otro trabajo para darte la vida de reina que te mereces.

Anaís se sintió conmovida por esas palabras, sonrió y lo abrazo.

Esa semana ella aprovechó para acomodar todo lo que tenía que ver con su nueva casa, el día domingo, decidió ir a visitar a una de sus amigas.

—¿Anaís? —Fanny se sorprendió al verla —¿Qué rayos haces aquí?

—Hola querida —La joven ignoro la pregunta, solo se limitó a saludarla y entrar en la casa de su amiga.

—¿Anaís? ¿Mujer que haces aquí? ¿No sé, supone que estás en tu luna de miel? —pregunto Evelin que también se encontraba ahí.

Anaís no se sorprendió de verla, ya que los domingos siempre se reunían, solo pensó que ese día, Evelin haría otra cosa, así que no tuvo más remedio que contarles.

—No, no tuve mi luna de miel.

—¿Qué? —ambas amigas exclamaron asombradas.

—¿Cómo es eso posible? Rafael está loco, ¿cómo va a dejar que no tengan su luna de miel? Es el viaje que se disfruta después de la boda —Evelin hablaba sin parar, sentía enojo dentro de sí misma.

—¡Evelin! —Fanny, la zarandeo por los hombros —calma mujer, mejor escuchemos a nuestra amiga, no debemos juzgar a la primera.

Evelin volteo los ojos, pero, sin embargo, la escucho y guardo silencio.

—No es culpa de Rafael —Anaís, empezó a dar una explicación —No teníamos dinero suficiente para el viaje, por lo tanto, decidimos quedarnos y ya después podemos viajar, no es para tanto.

—¿Qué no es para tanto? ¡Por Dios Anaís! Jamás será lo mismo —Evelin hablo en voz alta —¿Cómo es eso que no tienen dinero? ¿Rafael no está trabajando?

—Evelin, por favor —Fanny volvió a calmarla.

—Rafael está trabajando, pero ya saben que lo hace en la empresa de sus padres y estos meses no han sido muy buenos para ellos, también los gastos de la boda, la casa, fueron muchos gastos y el dinero no alcanzo.

—De los regalos que recibiste, ¿no había dinero? Tal vez con eso se puedan costear un pequeño viaje —sugirió Fanny.

—Sí, tuve algunos regalos que fueron en dólares, pero los utilice para la casa.

—¿Estás bromeando? —preguntaron al unísono ambas amigas.

—No me vean así, prefiero gastarlo en la casa, ya que viviré ahí y no en un viaje que solo será por unos días.

—Amiga, creo que tu matrimonio en verdad no fue la mejor opción —dijo Evelin

—No vayas a empezar otra vez con tus discursos Evelin, es solo un mal momento que tenemos, ya tendremos mejores días.

—Pero...

—¿Qué les parece si vamos a dar un paseo? —sugirió Fanny para calmar la tensión que había en el ambiente.

—Me parece perfecto, necesito de la naturaleza —respondió Evelin y salió de la casa.

—No le hagas caso Anaís, ya sabes cómo es ella, a veces no mide sus palabras, pero su amor es grande y su amistad es sincera.

—Sí, lo sé. Pero no hay matrimonios perfectos y ella parece juzgarme por todo en esta etapa.

—Solo está preocupada, sabes que muchas veces nosotros no miramos el peligro, pero los amigos sí, vamos y despejamos la mente.

Después de pasar una tarde con sus amigas, Anaís regreso a su casa, preparo la cena, ya que no tenían a nadie que se encargará de eso. Rafael me dijo que no podían contratar servicios domésticos, pues su capital era escaso.

Anaís daba las gracias de haber aprendido a hacer los oficios de un hogar. De lo contrario, no se imaginaba como estarían.

—¿Quieres ayudarme a cocinar? —pregunto ella

—Cariño, en otra ocasión te ayudo, estoy ocupado.

Anaís quedó sin palabras.

«¿Ocupado? Pero si no está haciendo nada» pensó.

—Estoy atendiendo a unos clientes —Rafael elevo su celular y le sonrió.

—¡Ah! Ok, está bien, veré que cocino.

—Arepas cariño, sabes que eso es lo que yo siempre ceno, no quiero otra comida.

—Mmm, claro.

Los días fueron pasando y no había ningún cambio, el trabajo en la casa se intensificaba más y Anaís se sentía abrumada.

Sus amigas les prepararon una pequeña fiesta, para tratar que ella se relajara y pasará un día diferente.

—Ya que no tuviste tu luna de miel, entonces hagamos una fiesta —le dijo Evelin.

Ese día Anaís la paso bien, la fiesta duro hasta horas de la madrugada, incluso ella se había pasado algunos tragos.

—Quiero vomitar —Anaís arrastró las palabras.

—Eso es porque has abusado del alcohol —dijo Rafael —¿Por qué has tomado tanto?

—Solo fue un poco.

—Para la próxima no tomes.

—¿Por qué? Tú también has tomado —replico ella.

—Sí, pero no me emborrache como tú.

—No seas malo —dicho esto Anaís se quedó dormida.

Rafael solo se limitó a mirarla y le dio un trago al vaso de ron que tenía en la mano.

Habían pasado ya tres meses desde su boda, Anaís empezó a sentirse mal, aparte que había notado algunos cambios en su cuerpo.

—Tienes que ir al médico —Evelin la miro preocupada —No te ves bien.

—Me veo falta, miren mi rostro, tengo espinillas cuando antes nunca me salieron, no he visto mi periodo en estos meses.

—¿Estarás embarazada? —pregunto Fanny.

—Mañana me toca colocarme la otra dosis de la anticonceptiva, según la doctora, es por eso que no he visto a la señora.

—Entonces que te hagan un chequeo.

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