Judas

La música resonaba en una lujosa casa, las paredes parecían que temblaban debido al alto volumen de la misma. Mientras que la dueña cantaba a todo pulmón un vallenato.

—Evelin, deja eso —Fanny le quitó la copa de las manos —suficiente, mucho licor.

—Esto duele, ¿no lo entienden?

Anaís y Fanny se miraron, claro que la entendían, pero tampoco querían que su amiga se hundiera.

—Rebeca te necesita.

—Lo sé —Evelin se encogió de hombros —pero no puedo con este dolor que tengo aquí. No saben lo que duele, lo ame, pero él destruyó esto. ¿Se puede reparar un corazón así?

—Carlos es un desgraciado, no merece ni que llores por él —dijo Fanny enojada.

—No lloro por él, amiga, lloro por mí, por este dolor que tengo, Carlos, ya no me importa porque fue quien me mato —Evelin señalo hacia el piso donde estaba la habitación —Es tan perro que trajo a su amante a mi casa, en mi cama ¿no la pudo llevar a un hotel? Tuvo que cogerla ahí, ensuciando lo que quedaba de nosotros.

—El divorcio ¿es definitivo?
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