—¡Qué pena contigo, Gerald! —Evelin estaba avergonzada y su rostro estaba enrojecido, había llegado de un viaje repentino que no estaba en sus planes, al enterarse de la caída de su amiga.—No te preocupes, no pasa nada —Gerald se sentó frente al escritorio —Los accidentes laborales suelen pasar.—Pero es que Anaís es terca como una mula, ja, ja, ja —Evelin dio una carcajada—Ya lo noté —Gerald sonrió al recordar a esa niña que no salía de su cabeza.—¿Cómo le hiciste para llevarla al médico? Y para qué te ganarás todas esas palabras lindas con las que mi amiga te bendijo.—Ja, ja, ja, solamente fui caballeroso, solo que a ella le molestó, pero no podía dejarla ahí o no hacer nada, pero sé que fueron los nervios que provoque en ella, los culpables de su actuar.—Ja, ja, ja ¡Qué humildad tienes Gerald! No todas las mujeres caen bajo tus encantos, menos Anaís, está casada, así que bájate de esa nube —Evelin lo señalo —Te puedes fijar en cualquier valenciana, menos ella.—¡Auch! Eso doli
—¡Anaís! ¿Qué estás haciendo? —Evelin se molestó al ver a su amiga en la cocina.—¡Evelin! ¿Qué haces aquí?—Eso pregunto yo —Evelin se cruzó de brazos —Estas de reposo, necesitas recuperarte.—Estoy preparando el desayuno, ya me voy a la cama.—Pero como te encanta inventar, primero me llegas a la oficina con la excusa de que estabas cerca y ahora ¿cuál es?—Evelin, no empieces, a Rafael no le dio tiempo de preparar la comida, por lo tanto, tengo que hacerla, no me puedo quedar con hambre todo el día, ¿o sí? —En ese caso, ¿por qué no me llamaste? ¿O a Fanny? —Están ocupadas y no quería...—Nada, estoy muy, pero muy molesta, pero más con tu marido, ¿qué tiene en la mente? ¿Por qué no cocino? O mejor, ¿por qué no contrata a alguien?—Amiga, ya sabes que ni tenemos para eso, Rafael trabaja y estaba agotado, se levantó tarde.—No hay excusa, porque estoy segura de que cuando ibas al trabajo, tú —Evelin la señalo —preparabas la comida, así estuvieras cansada, ¿por qué él no?Anaís suspi
Fanny estaba en su casa, era su día de descanso y la soledad era su compañía, extrañaba a su esposo, habían pasado un par de meses y aún él no regresaba.El timbre sonó, haciendo que ella se sobresaltara, pues no esperaba a nadie, sus amigas no le habían comentado que la visitarían, ya que ambas estarán ocupadas.Por un momento un pensamiento se instaló en su mente. Que quizás era Alexis, quien había llegado de sorpresa. Se miró en el espejo, peino el cabello alborotado, y se aplicó incluso un poco de labial.Miro su celular que reposaba en la mesa, reviso el chat que tenía con su esposo y el último mensaje marcaba la medianoche.—¿Será él? —Una sonrisa se dibujó en su rostro.Al abrir la puerta, para su sorpresa no era Alexis, sino Héctor, el amigo de su esposo, y su sonrisa se borró por completo.—¿Qué haces aquí?—Hola preciosa Fanny ¿cómo estás? —Héctor quiso darle un beso, pero ella se alejó, evitando su cercanía—Bien, Alexis no está, así que no tienes nada que hacer en mi casa
—¿Cómo que te irás de Valencia? ¿Para dónde? —Me iré para Bolívar.—¿Alexis se quedará por allá? ¿Se van a mudar?Fanny detuvo sus pasos y miro a sus amigas que no entendían nada, su expresión las delataba a la vez que la preocupación porque ella había tenido días complicados, pues Héctor no la dejaba en paz.—Las cosas no están bien entre nosotros y tengo miedo.—¿Qué? ¿Cómo así?—Es que han estado por mucho tiempo separados, de alguna manera eso afecta.—Son chismes, es todo —respondió Fanny.—¿Chismes de qué? —Evelin estaba irritada —Fanny habla de una vez porque no estoy entendiendo y me estoy enojando.—Cálmate Evelin, no es fácil para ella, ten paciencia.—Los vecinos están diciendo que tengo un amante y que él también.—Pero eso es mentira, no deben dejarse llevar por eso.—Alexis lleva más tiempo de lo que debería haber estado allá, son muchos meses y esta angustia, me está matando.—Amiga, agarre sus maletas y vaya en busca de su esposo, pero no lo haga por la gente, hágalo
—Rafael, esto no va aquí —Anaís tomo el vaso que su esposo había dejado en la mesa de la sala.—Es solo un vaso, Anaís.—¿No lo puedes llevar a la cocina o lavarlo?—Perdón, pero estoy algo ocupado.—Eso no es excusa.—¿Te pasa algo? ¿Por qué estás así tan quejona?—Rafael, no me ayudas en la casa y estoy cansada de eso —Anaís suspiro.—Cariño, lo siento. Voy a mejorar, te lo prometo.—No quiero palabras Rafael, quiero acción y no las veo.—Amor, estoy ocupado buscando trabajo, lo siento, te ayudaré para una próxima, ¿Sí? Ven acá —Rafael se levantó, se acercó y le dio un beso en los labios —deja de pelear, te amo.—Yo también, pero me dejas la carga a mí sola.—Perdón amor, voy a mejorar, te lo prometo —repitió otra vez.—Aja.—¿Vemos una película?—Más tarde, estoy ocupada en estos momentos —Anaís se separó y lo miro —estoy buscando un dinero que tenía guardado y no lo encuentro.—¿Qué dinero? No me lo habías contado.—Lo siento, pero es un dinero que guarde para una emergencia y lo
—Pero quiero saber —Fanny seguía insistiendo.—¿Para qué? No la conoces.—Ok, está bien, no seguiré insistiendo, solo diré que pobre mujer Anaís.—¿Por qué?—No debe disfrutar de la intimidad para nada si tiene un esposo que no se interese por ella, y solo en su propio placer.—Supongo que es así.—¡Anaís!—Dime.—¿te pasa lo mismo?—¿Qué? No, no para nada —el rostro de ella se enrojeció de la vergüenza, no quería que sus amigas conocieran algo tan privado como lo eran sus relaciones íntimas con su esposo.—¿Seguro?—Por supuesto, nos llevamos muy bien en ese ámbito, ¿Cómo puedes pensar algo así?—Es que tengo curiosidad de saber, porque no lograste darle de una vez una respuesta a tu supuesta amiga, sobre todo si está tan necesitada de esa información, esa mujer necesita mejorar su vida sexual para que esa relación funcione nena.—¿No me crees?—No estoy diciendo eso, solo quiero conocerla y te niegas a presentarla. Mira, sé que hay mujeres que tienen muchos tabús, como por ejemplo n
—Andrea ¡Estás loca!—Shhh baja la voz, nos pueden escuchar y quiero que mi plan salga perfecto, porque ese hombre es perfecto.—No estoy de acuerdo, desiste de esa idea, Andrea, por favor, estás jugando con fuego, saldrás perdiendo.—Jamás Violeta, ese hombre será mío y de nadie más.—El doctor, Dorante, está casado, Andrea, lo que quiere decir que está prohibido.—¿Y? —Andrea se encogió de hombros —Me encanta morder la manzana prohibida, es la que tiene mejor sabor.—En definitiva estás loca mujer, ¿No te pesa la conciencia dañar ese matrimonio?—Me pesará si me quedo con las ganas de probar ese dulce pecado —Andrea tenía una sonrisa de maldad —¿No ves lo apetecible que es el doctor Dorante? ¿Qué culpa tengo de que el doctor desee pasar un rato a mi lado? No estoy dañando nada y la ganadora soy yo.—Esos códigos se respetan Andrea, es nuestro jefe.—Códigos, están para romperse, ¿por qué eres tan mojigata? Será por eso que estás solterona.—Nunca me metería con un hombre casado, esa
El rostro de Andrea era como el color de un tomate y la ira recorrió sus venas, a la vez que su expresión indicaban que en cualquier momento explotaría tal como lo hace un volcán en erupción.«¡Esa zorra! ¿Cómo es posible que esté ahí?»Ella no comprendía nada de lo que pasaba, ese lugar que ocupaba Fanny, lo tenía que tener.—¿Señorita se encuentra bien? —un camarero pregunto amable. Pero ella lo fulminó con la mirada, logrando que el pobre hombre se fuera sin decir nada más.Andrea caminó hacia el baño, se miró al espejo, sus manos se apretaron en un puño y un golpe fue a dar en la pared, sus nudillos quedaron rojos debido al impacto, pero ella pareció no sentir dolor.Sí, su plan había fallado y ahora no podía tener al hombre que tanto deseaba tener, ese hombre con el cual soñaba noche tras noche, el cual anhelaba sus besos y sus caricias, no entendía que había fallado, por un momento la imagen de Violeta vino a su mente, así que sin dudar marco su número.—¿Qué pasa Andrea? No me d