Sexólogo.

—Pero quiero saber —Fanny seguía insistiendo.

—¿Para qué? No la conoces.

—Ok, está bien, no seguiré insistiendo, solo diré que pobre mujer Anaís.

—¿Por qué?

—No debe disfrutar de la intimidad para nada si tiene un esposo que no se interese por ella, y solo en su propio placer.

—Supongo que es así.

—¡Anaís!

—Dime.

—¿te pasa lo mismo?

—¿Qué? No, no para nada —el rostro de ella se enrojeció de la vergüenza, no quería que sus amigas conocieran algo tan privado como lo eran sus relaciones íntimas con su esposo.

—¿Seguro?

—Por supuesto, nos llevamos muy bien en ese ámbito, ¿Cómo puedes pensar algo así?

—Es que tengo curiosidad de saber, porque no lograste darle de una vez una respuesta a tu supuesta amiga, sobre todo si está tan necesitada de esa información, esa mujer necesita mejorar su vida sexual para que esa relación funcione nena.

—¿No me crees?

—No estoy diciendo eso, solo quiero conocerla y te niegas a presentarla. Mira, sé que hay mujeres que tienen muchos tabús, como por ejemplo n
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