Aborto

—Amiga, ¿cómo puedes decir eso?

—No quiero un hijo Evelin, ¿no lo entiendes?

—Entonces, ¿no estás feliz?

—No, no lo estoy y no lo quiero.

Evelin palideció ante tales palabras.

—¡Estás bromeando! Tú no eres Anaís.

—Tengo solo tres meses de casada, ¿crees que estamos preparados para esto?

—Nadie está preparado cuando viene un hijo Anaís, ¿sabes lo que yo daría para tener ese privilegio de ser madre sin tanto protocolo?

—Pero yo no lo quiero, no estoy preparada y siento que todo esto es muy rápido, por esa misma razón me inyecte esa m*****a anticonceptiva para evitar esto.

—¿Qué piensas hacer? ¿Lo vas a abortar?

Anaís la miro fijamente pero sin pronunciar alguna palabra. A Evelin la recorrió un escalofrío por su cuerpo, ya que su silencio le decía un sí.

—Si haces eso, serás una asesina, le estás quitando la vida a un ser humano que está creciendo en tu vientre, te desconozco Anaís —dicho esto, Evelin salió de la casa de su amiga.

Anaís se abrazó a sí misma, y las lágrimas hicieron presencia, tenía un huracán de emociones en su interior, a la vez que la culpa la consumía por no aceptar ese embarazo. No sentía ningún vínculo de afecto a ese ser que estaba creciendo en ella. Su mente se volvió un caos del cual no podía resolver.

Pero ¿puede una mujer embarazada no aceptar su estado? Para ser sinceros, la gestación pone en marcha muchos procesos físicos y psicológicos, conscientes e inconscientes en una mujer.

Así como puede ser una fuente de alegría, también puede ser de tristeza, todo depende de muchos factores. A veces lo único que ocurre es que la realidad ha chocado con unas expectativas desproporcionadas, ¿sería este el caso de nuestra querida Anaís?

Ella una vez se imaginó como la felicidad la embargaría el día que se enterara de estar embarazada, pero ahora no es como lo pensó, al contrario, lo que siente es miedo.

Pero muchas veces el embarazo saca a la luz una situación familiar o de pareja inestable: la mujer empieza a sentirse sola y piensa que no podrá llevarlo todo adelante, y eso era lo que pasaba con ella.

Cuando su esposo llegó en la noche, Anaís se armó de valor y le contó la noticia. Rafael quedó sin palabras, media hora después dijo.

—¿Embarazada? ¿No te estabas cuidando?

Anaís se sintió peor luego de escuchar esas preguntas.

—¿No estás alegre? —respondió con una pregunta.

—Mm, Sí, sí —Rafael, se acercó —solo que no me esperaba que fuera tan pronto, ¿ya sabes cuánto tiempo tienes?

—No, aún no. Mañana iré con la doctora.

—Bien, me iré a dar una ducha, mucho trabajo.

—Aja.

El sol brilló sobre la ciudad de Valencia, Anaís se levantó temprano, ya había apartado la cita en la clínica, por su parte Rafael fue a casa de sus padres a dar la noticia que ellos serían padres.

—¿No sé estaban cuidando? —pregunto la mamá.

—Sí, pero no sé qué pasó, Anaís está embarazada.

—No se cuidaron, es la única manera para que salgan embarazados, hijo en estos tiempos no son buenos para tener hijos, pero bueno, ya que más, les toca seguir.

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—Haremos un eco para comprobar el embarazo.

—Gracias doctora,

—Sé que te ha tomado por sorpresa, señora López, es importante que analices tu situación personal, en cuanto a la economía, vivienda, trabajo, al igual que los pros y contras de seguir con el embarazo

—¿Qué quiere decir, doctora?

—En caso de que no quieras ser madre, hay posibilidades de interrumpir el embarazo de forma temprana.

Anaís quedó espantada, no se esperaba que una doctora le sugiriera tal cosa, cuando por su mente nunca pasó esa idea.

—No voy a interrumpir mi embarazo, doctora, solo que es difícil aceptarlo, pero de seguro lo voy a querer.

—Qué bueno es escuchar eso, sube en esa camilla para realizarte el ecosonograma, ya que si este examen confirma este embarazo, no podemos proceder con la siguiente dosis.

—Bien.

—Tienes pocas semanas, es muy pequeño, pero todo se ve bien, señora López, felicidades, son cuatro semanas de gestación. Te recetaré las vitaminas y la dieta que tienes que seguir.

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—¿Esa doctora perdió la cabeza? —Fanny abrió sus ojos y quedó horrorizada —vivimos en Venezuela, aquí el aborto es penalizado por la ley tanto para la mujer que se lo provoca como a un médico que haga tal procedimiento, esa doctora no es doctora.

—Tampoco lo entendí.

—Ya no le pongas más cuidado, lo importante aquí es que ese bebé crezca sano y fuerte ¿Qué te dijo Rafael? 

—Está alegre.

—mmm no lo dices tan convencida.

—Siento que todo esto es muy pronto.

—Lo sé y te entiendo, pero tranquila, todo estará mejor. ¿Ya Evelin lo sabe? Ella estará alegre.

—Me dijo asesina después de decirle que no quería al bebé.

—Anaís, es lógico su reacción, quizás pensó que abortarías y ambas sabemos cómo le afecta ese tema a ella, lleva tres años intentando ser madre y aún no lo es, ver que alguien no quiere a un bebé la hace sensible.

—Ayer me sentía falta Fanny, esta noticia me cayó como balde de agua fría, así que no medí mis palabras, pero ella tampoco.

—Evelin no tiene filtro para decir lo que piensa o siente.

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Anaís estaba en su jardín, arreglaba los girasoles que tenía. Cuando de pronto una dulce voz llegó a sus oídos. 

—¿Cómo está vecina Anaís?

—¡Ezra! —Anaís le sonrió al pequeño niño.

—Le he traído una rosa para otra rosa —Ezra un niño de 6 años, extendió su mano derecha, la cual sostenía una rosa amarilla —son del jardín de mi mamá.

—Gracias, qué lindo eres Ezra.

—Usted es linda, yo soy muy feo.

—¿Qué tal las clases? 

—Ya me aprendí las letras y los números también, soy muy inteligente.

—¡genial! Tienes que estudiar mucho para que logres todos tus sueños.

—¿Usted también estudió mucho?

Anaís no sabía qué decirle, ella había paralizado sus estudios, solo logro sacar una carrera administración de empresas y fue porque quería ayudar a su madre en la empresa. Pero nunca logro culminar la que ella amaba.

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