Revisión médica.

—¿Te pasa algo? —pregunto Alexis, el esposo de Fanny, se acercó a ella y tomo su barbilla con dulzura —¿por qué esa carita?

—Estoy preocupada por Anaís.

—¿Por qué? ¿Se ha enfermado?

—Aún no sabe lo que tiene, mañana irá al médico.

—¿Pero qué tiene?

—Ha estado presentando muchos dolores de cabeza, se siente con mucha debilidad.

—¿Estrés?

—Ella no está trabajando, creo que no hay nada que le está dando estrés.

—Tal vez en su casa, amor.

Fanny miro a su esposo con desconfianza.

—¿Sabes algo que yo no?

—Claro que no, solo estoy diciendo una suposición.

—¿Hablaste con Rafael?

—No, antes de la boda no he hablado nada con él. Pero quizás Anaís esté teniendo problemas.

—Pero si están recién casados, solo llevan 3 meses.

—Eso no tiene nada que ver, te puedes casar hoy y mañana y tener miles de problemas. Ayer que la vi, note que tenía una expresión de tristeza.

—Tienes razón, no lo había pensado. Pero creo que su tristeza es porque no tuvo su luna de miel.

—Fanny, no me cabe en la cabeza que Rafael no haya buscado el dinero para eso, si fuera tu amiga, lo mando a dormir en el sofá.

—Ja, ja, ja Anaís no haría tal cosa, ella es muy dócil. Pero ahí ya no podemos hacer nada, es decisión de ellos dos que hacer en ese caso.

Alexis y Fanny tenían un año de casados, hasta los momentos habían compaginado bien, Él era un destacado médico internista, tenía su propio hospital, a pesar de tener horarios que le quitaba vida social, siempre que podía ayudaba a su esposa. Ella provenía de una familia donde todos son médicos, sin embargo, ella se fue por una carrera totalmente distinta, maestra de primaria.

Fanny era feliz, sus horarios eran más flexibles que los de su esposo, pero ambos habían buscado la manera de tener su tiempo juntos. Los hijos aún no estaban en sus planes que tenían a corto plazo, pero tampoco negaban que los tendrán algún día.

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Evelin estaba en su habitación, sus manos temblaban después de ver el resultado de una prueba de embarazo, la cual decía:

"positivo"

Sentía un remolino de emociones en su interior, era algo que tanto estaba deseando, pero no sabía cómo lo tomaría su esposo, pues este tenía días que no era el mismo.

Ella era la que más tiempo tenía como casada, cuatro años desde que dijo sí, pero ahora tenía dudas sobre su matrimonio, algo había cambiado, pero no sabía qué.

—¿Estás aún despierta? —pregunto su esposo que llegaba.

—Te estaba esperando, ¿dónde estabas?

—No soy tu hijo para que me estés controlando —Carlos se molestó y entro en el baño.

Evelin apretó sus manos en puños, la ira se elevó a mil, pero algo hizo clic en su mente logrando que se calmara. Así que se giró en la cama y se cubrió con la sábana.

Cuando Carlos salió del baño, miro a su esposa, quien ya estaba en los brazos de Morfeo.

«¡Genial, otra vez dormida! Al parecer se le olvidó que tiene marido»

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Anaís llegó temprano a la clínica, quería saber lo que le pasaba.

—Buen día, señora López.

—Buen día, doctora Pacheco.

—¿Cómo te has sentido?

—Así como se lo mencioné en la llamada, dolores de cabeza intensos, mareos, una debilidad y fatiga horrible y mi periodo no llega.

—Tranquila, son los efectos de la inyección, pero ya estarás mejor después de que te coloques las siguientes.

—¿En serio? Pero qué horrible, ¿qué me dice de mi periodo? Siempre era regular, nunca me falló a excepción del día de mi boda que me visitó, ¿No estaré embarazada?

—Más o menos a la mitad de las personas que usan la inyección, no les baja la regla mientras la usan, así que no te preocupes, es completamente seguro —explico la doctora —pero si te hace sentir mejor, te haces unos exámenes antes de inyectar la segunda dosis ¿te parece?

—Claro que si doctora.

—Para que estés más tranquila, incluiré una prueba de embarazo, mañana en ayunas te los realizas.

—Ok está bien doctora Pacheco, gracias.

Anaís salió del consultorio, al día siguiente regreso a la clínica para realizarse los exámenes.

—Estarán listos en dos horas.

—Gracias.

¡Ring!

¡Ring!

¡Ring!

—¿Dónde estás?

—Estoy en la clínica.

—¿No era ayer?

—Sí, pero la doctora me mandó a realizarme algunos exámenes, ahora estoy esperando el resultado.

—¿Nos podemos ver?

—Claro, no haré nada. ¿Estás bien Evelin? Te escucho rara.

—Si todo está bien, ¿qué puede pasar? Espérame ahí, llegaré en unos minutos, así nos vamos a tu casa en mi auto, porque supongo que andas a pie.

—El auto aún está en el taller.

—Nos vemos.

Ambas amigas se encontraron en la clínica, fueron a la cafetería, mientras esperaban.

—Te ves fatal.

—Mala noche, ya sabes que cuando no duermo, tengo ojeras como panda.

—Ja, ja, ja —Anaís se rio a carcajadas —sí que pareces un oso panda.

—Búrlate ja, ja, ja

Luego de retirar los exámenes, se fueron a casa de Anaís.

—Veamos que dicen estos exámenes.

—Yo no entiendo eso, además no somos doctoras.

—No soy doctora ni nada parecido, pero me he estado realizando tantos exámenes que ya aprendí a leerlos.

—Es verdad, no entiendo cómo le haces, ¿quieres café?

—No, tranquila. Dame los exámenes.

Evelin tomo los papeles y se sentó en el sofá, Anaís le siguió.

—La hematología está bien, no tienes anemia, las plaquetas están excelentes, urea, creatinina —Evelin explicaba lo que leía, pero su voz se apagó cuando llegó al último examen.

—¿Evelin? ¿Qué paso? ¿Qué has leído?

La mujer levantó su rostro y miro a su amiga que estaba en el otro extremo del sofá.

—Anaís...

—¿Qué pasa? ¿Tengo algo malo? —pregunto preocupada.

Evelin giro la hoja y señalo las pequeñas letras.

—¡Estás embarazada!

La taza de café que tenía Anaís fue a parar al suelo y lágrimas cayeron de su rostro.

—No, no, me estás mintiendo.

Evelin quedó estática al ver la reacción de su amiga.

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