-Lo siento. -Dijo entre gemidos. - No puedo controlar eso.-No te preocupes. - Murmuré mientras me acomodaba sobre su cintura.-¿Qué haces? - Preguntó tensándose.-Ayudándote. - Dije comenzando a quitarme mi abrigo. - Quizá piel con piel te pueda ayudar un poco más.Él solo gimió.Al menos tenía un sujetador bonito.Me incliné para seguir con su cuello y lo sentí luchar debajo de mi.-Quieto Alfa, no planeo hacerle daño. - Dije tratando de tranquilizarlo después de que me alejara un poco y viera un poco de miedo en su expresión en donde unos segundos antes había deseo. - No tenemos por qué seguir si no lo desea.-No quiero hacerte daño. - Dijo cerrando los ojos. - Me... me gusta lo que estás haciendo.-A mi también. - Murmuré en tono bajo.-Lo sé. - Dijo con un gruñido torturado. - Lo huelo.Eso me hizo sonrojar un poco, así que volví a inclinarme sobre su cuello. Era agradable el sentir su piel contra la mía.En la celda mis guardias nunca se desnudaron, se limitaban a bajar sus panta
Alan. Me transformé después de cerrar la puerta y corrí todo el camino hasta la casa de los cachorros. Vanesa era bastante divertida. ¿Acaso creía que su aroma se quitaría con un simple baño? De todas formas, no creía que a nadie le importase a qué olía cuando había cosas más importantes que atender. Como por ejemplo, ¿Quién m****a me quiere muerto y por qué? ¿Por qué la manada de Gustav seguía enviando a lobos de poca monta a explorar mi territorio? Sospechaba que él también quería matarme, aunque según el lobo Frederick, no venían armados o no tenían órdenes de asesinar a nadie. No me confiaría; aún no averiguaba de dónde había salido el lobo que disparó a Vanesa, los lobos que atacaron nuestro autobús o los lobos que mataron a sus compañeros para que no pudieran revelar la identidad de su empleador. Llegué a la casa de los cachorros y sacudí mi pelaje antes de transformarme y abrir directamente la puerta con la llave que escondíamos debajo de una roca cercana. Cada pocos días
La siguiente vez queabrí mis ojos ya había amanecido. Estiré mis brazos deliciosamente adoloridos. Alan era un muy buen amante: Generoso, tranquilo y cariñoso. No sabía que necesitaba algo como eso hasta que lo hicimos como conejos por horas. Esperaba que no vlviera a tener problemas con lo que sea que lo ha estado aquejando, por supuesto que no le deseaba ningún tipo de sufrimiento; pero si acaso regresaba el dolor, yo estaba dispuesta a volver a compartir una noche placentera. Sonreí ante el pensamiento. Y así fue como me encontró Alan cinco minutos después. -Hey. - Dije en cuanto cruzó la puerta. - ¿Cómo está la manada? Me senté en la cama importándome una m****a si mis chicas estaban en exhibición. Él ya las había visto mucho en las horas anteriores. -Bien. - Dijo cerrando la puerta y caminando directo hacia mi cama. - Te he traído el desayuno y una muda de ropa abrigadora. Aun hace frío allá afuera. Colocó en mi regazo un pequeño plato desechable lleno de carne. El aroma
-Muy buena idea.- Dijo Paula cuando le conté más tarde por la noche sobre el salir al día siguiente. - Algunos de los más pequeños han estado viniendo a verme porque se sienten extraños. Los pobres no saben que estar encerrados por un largo periodo de tiempo causa eso en nuestros lobos. -Lo había estado pensando pero han pasado algunas cosas. - Dije recostándome sobre su cama. Había tomado una al final del pasillo del lugar seguro y declaró que era oficialmente su cuarto. Ni Alan ni los cachorros dijeron una palabra y yo envidié el poder de una loba embarazada. - Pensaba que en cuanto llegaran los refuerzos que enviaría mi hermano, podría hacerle la sugerencia al Alfa. -Una buena sugerencia.- Dijo y luego me sonrió. - ¿Ya es tiempo de que me cuentes los detalles o aun estás en la etapa de negación sobre algo pasando entre ustedes? -Algo pasa entre nosotros. - Dije rodando los ojos. - Somos amigos con quizá bastantes beneficios. A estas alturas, yo no podía negar nada. Después de to
-¿Qué m****a hacen ahí parados? ¡Aullen para ver si necesitan ayuda, por el amor de... ! -Nos encantaría. - Dijo el tercero al mando del Alfa Alan. El lobo Tom fruncía el ceño. - Pero si ellos estaban cerca de esa explosión, no escucharán una m****a. Yo apenas puedo oirte y eso que estamos protegidos por la paredes de esta casa. Yo miré al resto de los lobos y ellos asintieron también. A la m****a. -Bien, nuevo plan. - Dije elevando la voz para que pudieran oir bien. - Ustedes comiencen a preparar mantas, agua, busquen todas las vendas y mierdas médicas que puedan encontrar en el Lugar seguro. -Espera, Vanesa. - Dijo Tom. - Tenemos órdenes de protegerte a ti y a las cachorras además de no movernos del sitio. -Si, bueno, yo no tengo órdenes. De hecho, el Alfa me dijo que podía ir con ellos; así que comiencen a buscar cosas, quizá haya heridos. - Dije yendo deprisa hacia la puerta. -No puedes ir sola, al menos permite que alguno de nosotros te acompañe. - Dijo otro lobo. -Tengo d
Harold me cargó y me llevó directamente hasta el Lago. Suponía que Nuestra Gran Madre hacía algo para que no se congelara y para que el árbol siguiera floreciendo.Me bajó con suavidad y yo me sacudí para quitarme el cansancio del día. -Aquí. - Dije corriendo por le camino de tierra que llevaba directo hasta el árbol. - Necesitamos recolectar el mayor número de... uh... si, de eso.Ante nuestros ojos el árbol dejó caer sus flores al suelo como si se quitara un pesado abrigo. Escuché las exclamaciones de ambos lobos y casi sonreí al pensar que a Rose le hubiera encantado la escena.Seguramente escalaría como un mono a mi hermano y comenzaría a gritar cosas como "Escalofriante pedazo de madera" y "Se levantará y vendrá por mi alma".Rose... esperaba que trajera ayuda a tiempo para los lobos agonizantes.Saqué de mi bolsillo la bolsa más grande que pude encontrar en la casa de los cachorros y comencé a recoger a puños las flores.Los lobos me imitaron y pronto eso parecía un enorme saco
Alan. Tenía un mal presentimiento cuando salí de la casa de los cachorros. No sabía exactamente qué era lo que me preocupaba ya que tenía, literalmente, a un montón de ojos por todo el territorio y en teoría nadie sería tan estúpido como para atacar cuando el Alfa más temido del Sur y un pequeño ejército se encontraba en mi territorio. Si, sería estúpido pero... bueno, sin conocer los motivos detrás de los múltiples ataques contra mí y contra mi manada, era difícil saber si el responsable tenía o no la motivación suficiente (o la cordura) para hacer algún movimiento temerario. Me quedé cerca de los cachorros mientras el grupo más numeroso de adultos nos rodeaban alertas. El plan era llevarlos hasta el centro del territorio y formar una especie de "cerca lobuna" para que ellos pudieran correr y jugar libremente por al menos dos horas. También quería aprovechar este viaje para tratar de enseñarles cómo detectar pequeñas presas usando sus igualmente pequeñas narices. Quizá inclusive
Desperté pero no abrí los ojos para seguir disfrutando del calor del cuerpo de Alan. Anoche tomó mi mano y me llevó hasta la pequeña cabaña que compartíamos cuando no salíamos heridos, nos quedábamos atrapados en tormentas y otras cosas. Realmente pensé que quería hacer una "celebración por estar vivos", y no me opondría a ello, pero eso no fue lo que pasó. Solo me tomó en brazos y acarició mi cabello hasta que me quedé dormida. Había estado muy extraño desde que despertó después de todo lo que había pasado ayer y yo pensaba que quizá era porque se encontraba molesto con toda la situación. Mi hermano despertó algunas horas más tarde que él y también se encontraba furioso. Gruñó un montón y se descargó contra un pobre árbol a las afueras de la casa de los cachorros. A Alan no lo había escuchado gruñir. No me malinterpreten, era genial que utilizara palabras, pero algo me decía que le estaba pasando otra cosa. -Duerme un poco más, aun es temprano. - Dijo con voz profunda. Efectiva