Capítulo 37.

Abrí la puerta y enseguida me arrepentí. ¿Cómo mierda iba a ir por ayuda con el jodido clima como enemigo?

Volví a cerrar y recargué mi cabeza en la puerta después de golpearla con frustración. ¿Ahora qué?

Escuché el gemido torturado del Alfa en la cama y no pude soportarlo. Regresé hasta él mientras lágrimas de impotencia comenzaban a bajar por mis ojos.

-¿Es lo mismo que te sucedió por la noche?- Pregunté tomando su mano. Él la apretó de vuelta un poco.

-No… lo sé. – Dijo jadeando. – Ayer yo necesitaba… oh, joder… necesitaba olerte más de cerca. Ahora mis colmillos me duelen y quiero… yo deseo mucho morder.

¿Me estaba diciendo que tenía hambre?

Me levanté como un resorte y fui rápidamente hasta los cajones que Alan había abierto hace poco.

Diez minutos después encontré el cajón secreto de los dulces. ¿Porqué era secreto? Porque dudaba seriamente que algo así debería de estar en una clínica. Además, estaba escondido detrás de un montón de vendas.

Tomé un par de barras de chocolate y
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