holis mis preciosos fanseses n.n/ espero que les guste el primer cap jaja, los dejo porque seguiré escribiendo. Solo lo subo porque ya han de estar comiéndose los dedos jajaja las amo mil millones de muchooo y ya saben que si les está gustando, me encantaría que dejen su amor en la portada del libro <3 <3 <3
-¡Genial! – Dijo de nuevo emocionado el señor Han. - ¿Puedo conocer a mis alumnos? -Mañana. – Dijo el Alfa negando con la cabeza. – Por hoy me gustaría que escoja una casa cuyo techo se le caerá encima. Harold lo escoltará y le dará los detalles de los horarios en los que comemos. ¿Tiene algún tipo de entrenamiento como guardia? -Nada de eso. Soy un amante de las letras, no de la violencia. – Dijo alegremente. -Bien. Recibirá entrenamiento en su tiempo libre. ¿Alguna pregunta? -Si. Lo de pagarme con “desprecio y malos tratos” era una broma, ¿Verdad? En cuanto la puerta se cerró y Harold se llevó al señor Han, no pude evitar el reír a carcajadas. Por supuesto que yo también estaba intrigada con el dichoso cartel, así que solo le dije a Rose que me enviara una copia. “¿Estás buscando una nueva oportunidad laboral? ¡Es tu día de suerte! La manada Fivemountains está buscando lo siguiente: Maestra de pequeños cachorros. Requisitos que pueden ser opcionales: 1. Tolerancia a un Alfa g
Me tensé inmediatamente golpeando con el codo detrás de mi algo bastante duro y estuve a punto de gritar para alertar a todos cuando una mano cubrió mi boca.-Soy yo.Yo parpadeé en la semi oscuridad. Había dejado encendida la linterna de mi móvil, así que al estar de espaldas al intruso, solo podía ver reflejada una sombra en la pared. No me disculparía por asustarme de muerte y atacar al Alfa.Giré completamente para darle un pedazo de mi mente y mi boca cayó abierta. El Alfa tenía un aspecto extraño.-¿Alan? ¿Estás bien? ¿Quieres que vaya por Paula?Toqué su frente y lo encontré cubierto de sudor mientras respiraba agitado.-Solo… solo déjame olerte. Mejora cuando lo hago.Ni siquiera lo cuestioné. Yo le puse mi mano en la nariz y él aspiró como un adicto. Gimió como si le doliera y yo comencé a preocuparme.-Despertaré a Paula. – Dije y me quité el suéter que traía encima para sustituirlo por mi mano en su nariz.Comencé a bajar de la cama pero él me atrapó y volvió a colocarme de
Alan. -Al principio de nuestra creación no éramos perfectos. – Dijo el lobo maestro. – Nuestros instintos naturales sacaron lo peor de nosotros durante un tiempo. Al menos, hasta que logramos dominar un poco ese lado salvaje y comenzamos a actuar como una sociedad… Me encontraba medio escuchando la clase junto a los cachorros mientras mi mente rememoraba la noche anterior. La mano de Vanesa había sido… ni siquiera tenía palabras para describir aquello. No dormí, solo me limité a sostener a Vanesa en la oscuridad. Tenía muchas dudas respecto a lo que había pasado, pero no pensé que ella quisiera responderlas. Y, vista la forma en la que se molestó conmigo porque la doctora Paula supiera lo que estábamos haciendo, no creía que fuera la mejor idea ir a preguntarle a ella. Salí de la cama en cuanto mi instinto me dijo que estaba amaneciendo y le pedí a cualquiera de los lobos presentes que me dieran un pantalón. El mío se sentía bastante incómodo. Para cuando regresé con Vanesa, ella
Observé la retirada de Alan. Quizá fuera la adrenalina o quizá la satisfacción de descargar mi ira en esos dos lobos, pero ya me sentía mucho mejor con respecto a lo que había pasado hacía unas horas. De todas formas de nada servía estar enojada con el lobo. Yo fui, después de todo, la que le dijo que lo ayudaría y que no esperaría nada a cambio. Sé que lo dije pero… ¿Tanto le costaba quedarse callado para que nadie más supiera de nuestras actividades? Suspiré y revisé mi pierna; cuando caímos sentí bastante dolor en mi muslo. Creía que había aterrizado directamente en una piedra punteaguda o algo porque estaba sangrando. No era muy profunda gracias a que el pantalón me protegió un poco, sin embargo dolía al moverme y yo tenía que darme prisa. Así que apreté los dientes y me preparé para correr. Llegué en cinco minutos hasta la casa de los cachorros y la encontré fuertemente cerrada. -Carajo. – Murmuré mientras miraba a mi alrededor. No escuchaba nada, pero bien podría ya estar
-Deja de hacer eso, te vas a lastimar. – Dijo suavemente el Alfa alias el bastardo.Yo seguía intentando lastimarlo de gravedad con mis bonitas y cortas uñas. Las lágrimas no paraban de brotar de mis ojos.-¡Suéltame! ¡¿Por qué no dejaste de pelear con él?! ¡Era jodidamente obvio para todos quién ganaría esa pelea!-Él seguía atacando. – Dijo tranquilo mientras corría conmigo en brazos hacia la casa de los cachorros.-¡Y una m****a! – Le grité golpeando su pecho. - ¡Mataste a mi hermano!Entonces comencé a sollozar incontrolablemente y él tuvo la jodida audacia de acariciar mi cabeza. Así que volví a golpear su pecho.-¡Te reto a un jodido duelo!-¿Quieres mi manada? – Preguntó curioso. – No veo otro motivo por el cuál quieras pelear conmigo.-¡No quiero ser Alfa, solo quiero que dejes de respirar!Para este punto sabía que estaba bastante histérica pero no me importaba. Me removí salvajemente y él redujo la velocidad dejando pasar al resto de los lobos que nos seguían.Algunos lobos s
Abrí la puerta y enseguida me arrepentí. ¿Cómo mierda iba a ir por ayuda con el jodido clima como enemigo?Volví a cerrar y recargué mi cabeza en la puerta después de golpearla con frustración. ¿Ahora qué?Escuché el gemido torturado del Alfa en la cama y no pude soportarlo. Regresé hasta él mientras lágrimas de impotencia comenzaban a bajar por mis ojos.-¿Es lo mismo que te sucedió por la noche?- Pregunté tomando su mano. Él la apretó de vuelta un poco.-No… lo sé. – Dijo jadeando. – Ayer yo necesitaba… oh, joder… necesitaba olerte más de cerca. Ahora mis colmillos me duelen y quiero… yo deseo mucho morder.¿Me estaba diciendo que tenía hambre?Me levanté como un resorte y fui rápidamente hasta los cajones que Alan había abierto hace poco.Diez minutos después encontré el cajón secreto de los dulces. ¿Porqué era secreto? Porque dudaba seriamente que algo así debería de estar en una clínica. Además, estaba escondido detrás de un montón de vendas.Tomé un par de barras de chocolate y
-Lo siento. -Dijo entre gemidos. - No puedo controlar eso.-No te preocupes. - Murmuré mientras me acomodaba sobre su cintura.-¿Qué haces? - Preguntó tensándose.-Ayudándote. - Dije comenzando a quitarme mi abrigo. - Quizá piel con piel te pueda ayudar un poco más.Él solo gimió.Al menos tenía un sujetador bonito.Me incliné para seguir con su cuello y lo sentí luchar debajo de mi.-Quieto Alfa, no planeo hacerle daño. - Dije tratando de tranquilizarlo después de que me alejara un poco y viera un poco de miedo en su expresión en donde unos segundos antes había deseo. - No tenemos por qué seguir si no lo desea.-No quiero hacerte daño. - Dijo cerrando los ojos. - Me... me gusta lo que estás haciendo.-A mi también. - Murmuré en tono bajo.-Lo sé. - Dijo con un gruñido torturado. - Lo huelo.Eso me hizo sonrojar un poco, así que volví a inclinarme sobre su cuello. Era agradable el sentir su piel contra la mía.En la celda mis guardias nunca se desnudaron, se limitaban a bajar sus panta
Alan. Me transformé después de cerrar la puerta y corrí todo el camino hasta la casa de los cachorros. Vanesa era bastante divertida. ¿Acaso creía que su aroma se quitaría con un simple baño? De todas formas, no creía que a nadie le importase a qué olía cuando había cosas más importantes que atender. Como por ejemplo, ¿Quién m****a me quiere muerto y por qué? ¿Por qué la manada de Gustav seguía enviando a lobos de poca monta a explorar mi territorio? Sospechaba que él también quería matarme, aunque según el lobo Frederick, no venían armados o no tenían órdenes de asesinar a nadie. No me confiaría; aún no averiguaba de dónde había salido el lobo que disparó a Vanesa, los lobos que atacaron nuestro autobús o los lobos que mataron a sus compañeros para que no pudieran revelar la identidad de su empleador. Llegué a la casa de los cachorros y sacudí mi pelaje antes de transformarme y abrir directamente la puerta con la llave que escondíamos debajo de una roca cercana. Cada pocos días