Los invitados comían y vivían alegremente en el gran salón, mientras que Valery conversaba con su madre, rebosante de alegría.Finalmente, el día de su boda había llegado y nada le llenaba más el corazón que estar unida a Nicolas Davis, el hombre perfecto que toda mujer soñaba con tener. Desde su asiento en la gran mesa principal, lo contemplaba hablar con los invitados, embobada.—¿Cariño? —su madre le hace aterrizar otra vez, y se sonroja al darse cuenta de que no estaba prestando atención.—Lo siento, mamá. ¿Qué has dicho? —sonríe otra vez.—Que es hora del baile con tu esposo, así que prepárate ya.De inmediato, el maestro de ceremonias anuncia al señor y señora Davis para que pasen al centro del salón y Valery, con la mejor de sus sonrisas, corre a los brazos de su amor. Tan pronto los primeros acordes de la canción “I Will Always Love You” comienzan a sonar, una muesca de disgusto se dibuja en el rostro de Nicolás.—¿Sucede algo malo, amor? —pregunta Valery, algo herida por el g
Andrew se baja de su motocicleta, quitándose el casco con su acostumbrada gracia. Su cabello ondulado y oscuro está algo húmedo de la lluvia, por lo que él lo peina con los dedos, en busca de su móvil.Hay un número desconocido y se cuestiona sin contestar o no. Acaba de llegar a casa y lo único que quiere es descansar, pero al no saber de quién se trata, le puede la curiosidad y responde.—¿Bueno?—¿Con el señor Andrew? —una voz femenina pregunta.—Depende, guapa. Si es para venderme algo, la respuesta es no.—Señor Andrew, mi nombre es Stephane Mills, le llamo de parte de su hermano Nicolas.El hastío y desdén se colaron de inmediato al escuchar su nombre. Su hermano, su perfecto y adorado hermano era la encarnación de un ángel del cielo, contrario a él, que estaba más cerca de ser un ángel, pero caído.Era el favorito de su padre, heredero del imperio familiar y responsable de todas las desgracias de Andrew, a pesar de lo que todos querían hacerle creer. Solo escuchar su nombre y s
—Buenos días, guapa, ¿cómo amaneciste hoy? —le saludó Nick con una sonrisa lobuna cuando entró a la habitación de su mujer como dueño y señor.En la mesa de la suite había ya servido el desayuno que él había ordenado, por lo que se dirigió hacia él con un hambre voraz. Como una fiera, Valery se lanzó sobre su para encararle, sin entender porqué el hombre de sus sueños se comportaba de semejante manera.—¿Tú como crees, Nicolas? ¡He pasado la noche entera sin pegar un ojo, creyendo que lo que viví anoche fue una pesadilla y no una realidad! Pero no, tan pronto he despertado me he dado cuenta de que no estaba delirando.—¿Por qué no te calmas, Valery? Es demasiado temprano para esta escena. Siéntate y desayuna conmigo, necesitas alimentarte bien —le ordenó Nick, si despegar los ojos del periódico.De un manotazo sobre la mesa, Valery llamó su atención, cuando toda la cubertería saltó sobre el impacto.—¡Deja de tratarme de esa manera y respóndeme! —gritó ella fuera de sí.El Nick que el
Valery no podía creerle, su mente no podía entender cómo había sido capaz de caer en semejante trampa tan vil, tan baja. Junto a la puerta, se quedó petrificada como una estatua, mientras Andrew la miraba con maldad y regocijo a la misma vez.—¿Qué? ¿Ya no eres tan osada? ¡O es que el gato te ha comido la lengua! —rio con maldad al verla sufrir.—¡Por lo visto no conoces tan bien a mi hermano! Que te has casado con su gemelo y no te diste cuenta.Andrew estaba disfrutando de lo máximo su sufrimiento y sintió que finalmente la idea que en un principio parecía descabellada, estaba resultando satisfactoria.No solo recuperaría lo que por ley le pertenecía, si no que, de paso, pondría a la mujercita de su hermano, ahora suya, a sufrir un poco para su deleite y sufrimiento de su hermano.—Tú… ¿Por qué hiciste esto? ¿Qué le hiciste a Nick? ¿QUÉ LE HICISTE A NICK? —gritó como loca, al darse cuenta de la realidad.Poco sabía del hermano gemelo de Nicolas, salvo una que otra historia en las ce
La mansión Davis se erguía imponente frente a Valery y le robó el aliento como las otras tantas veces que había estado allí, solo que, por primera vez en la historia, no iba en calidad de invitada o huésped de Nicolas, si no como dueña y señora, pero con el hombre equivocado.Ahora que sabía la verdad de su nuevo marido, todavía tenía la sangre helada en las venas, sin saber cómo había terminado en esta situación, y sobre todo, cómo lograría salir de ese lío y encontrar el paradero de su novio verdadero.—Hogar, dulce hogar… —susurró Andrew al llegar a la entrada principal, tras llegar del hotel.Aunque por fuera era tan arisco y tosco como de costumbre, por dentro todas sus barreras estaban siendo sacudidas. En esta casa había tenido la niñez más traumatizante de todas, con un padre que lo único que hacía era recalcarle lo perfecto que era su hermano y la desgracia que era él para la familia.Hacía años que no la visitaba, al haberse exiliado por voluntad propia, pero una sonrisa sin
El señor Albert Davis vio la escena, completamente perplejo. Era más de mediodía y no podía creer las fachas con las que había encontrado a su hijo, a pesar de haber contraído nupcias el día anterior.El joven Nicolas era un ejemplo de la disciplina y el decoro, por lo que verlo así, tan descolocado y con su ahora esposa, a medio vestir, le causó una gran sorpresa.—Nicolas, hijo… ¿Me puedes explicar a qué viene todo esto? —hizo un ademán con la mano, mientras este bajaba a Valery de su hombro y la ocultaba detrás de él.Estaba desnuda bajo la camisa blanca y la rabia se leía en su rostro teñido de rojo por la vergüenza y el bochorno. Tenía unas ganas increíbles de gritarle a su suegro que este no era más que un impostor, pero se contuvo, esperando el momento ideal. Después de todo, debía pensar en Nick, donde quiera que estuviera.—Padre, no sabía que vendrías. Es muy poco cortés visitar a unos recién casados en su segundo día de matrimonio.La voz de Andrew era similar a la de su he
El almuerzo con el señor Davis transcurrió sin mucho entusiasmo. Los famosos detalles del caso Wilmore no eran más que cosas obvias que para Andrew eran redundantes, por lo que le sorprendió ver que su hermano dedicara un día de su luna de miel en cosas tan vanas.Andrew, a pesar de no haber terminado la carrera de derecho, era mucho más listo que el resto, por lo que veía que su hermano y su padre muchas veces se ahogaban en un vaso de agua, buscando soluciones que para él eran evidentes.No obstante, haber estado en la posición de aprobación durante un rato le sentó bien. Ya subidos en el avión, miraba por la ventana, distraído en sus pensamientos, cuando Valery llamó su atención.—¿Sabes acaso a dónde nos dirigimos? —su voz era firme, igual que su manera de ser y eso a él le gustaba, quizás más de lo que debería.—No es que me importe mucho, porque seguro mi hermanito habrá escogido un lugar de lo más soso para pasar unos días, pero algo me dice que tú le darás el toque interesante
La puerta se cerró suavemente a sus espaldas y Valery cerró los ojos con pesar. Sentía el corazón latirle desbocado en su pecho junto a unas terribles ganas de llorar. ¿Cómo era posible que hubiera sido tan tonta? Nunca creyó que estaría viviendo una pesadilla como esta, y para colmo, tras haberse entregado como lo hizo la noche anterior. Sus deseos carnales habían sido más fuertes que su mente, pero él le pagó con muy mala moneda. Corrió al baño cuando las lágrimas bañaron sus mejillas, y desde el espejo, vio su reflejo. Andrew era un hombre despiadado que había logrado engañarla y engañar a todos para salirse con la suya y ahora su objetivo era destruirla a ella también. —¿Qué harás, Valery? —se dijo a sí misma. —No puedes dejarte destruir por ese bastardo. Enojada y dolida en partes iguales, se metió a la ducha intentado borrar el olor de su piel que había quedado impregnado, se vistió con un sexy bikini negro que encontró en su maleta junto a un vestido playero celeste, y salió