Toda la ira que sentía por haber sido dejado en el aeropuerto se desvaneció de inmediato.¡Olvidó por completo cualquier castigo o reprimenda!—Lo siento… —susurró, mientras la abrazaba con ternura.Gabriela, como una pequeña criatura herida, sollozaba suavemente en sus brazos, hasta que poco a poco volvió a quedarse dormida.Concha se despertó frotándose los ojos.Al levantar la cabeza, vio a un hombre que le resultaba vagamente conocido, abrazando a la maestra García y dándole suaves palmadas en la espalda para consolarla.Abrió los ojos de par en par.Álvaro puso el índice en sus labios, indicándole a Concha que no hiciera ruido.De inmediato recordó que la pequeña era sorda.La última vez, Gabriela había recibido un golpe con un ladrillo por salvarla a ella.Concha miró a Álvaro con desconfianza. Lentamente, comenzó a mover su mano para apretar el botón de llamada a la enfermera.Álvaro, al darse cuenta, suspiró con resignación.Empezó a hablar en lenguaje de señas: "Soy su esposo.
Esta vez, Álvaro tenía todas sus esperanzas puestas en el futuro.Él y Gabriela tendrían un bebé, y Álvaro deseaba que se pareciera a ella.***Gabriela durmió profundamente durante un largo tiempo.Cuando finalmente despertó, todavía un poco confundida, miró a su alrededor antes de recordar dónde estaba.Una vez que se despejó, se percató de que Concha no estaba en la habitación.Gabriela se estiró y se quedó un rato sentada, mirando al vacío.Anoche había soñado con Emiliano…¡Y vaya que le daba rabia!Emiliano rara vez aparecía en sus sueños. Incluso cuando lo hacía, siempre estaba a la distancia, al otro lado de montes y mares, y lo más que lograba ver era su figura borrosa dándole la espalda.Bajó la mirada, pensativa. Tal vez él también estaba molesto con ella.Lo había dejado solo en la isla y, poco después de su muerte, encontró a alguien que lo reemplazara.En ese momento, la puerta de la habitación se abrió.Una pequeña figura vestida con un holgado pijama de hospital entró c
Gabriela se quedó atónita, su rabia atragantada en la garganta."¿Qué dijiste?" Pensó que tal vez estaba perdiendo también el oído, porque aquello le sonó a una alucinación. ¿Álvaro diciendo que quería tener un hijo con ella?—Si tu cuerpo puede soportarlo, tendremos un hijo. O más, los que tú quieras —dijo Álvaro.Desde pequeño, había visto a su padre enredarse con muchas mujeres, y también había visto a todos esos hijos que esas mujeres habían tenido, compitiendo por un pedazo de la fortuna familiar con todo tipo de artimañas, como si fueran animales salvajes.Hermanos de sangre, frente a frente, convertidos en seres llenos de odio, con la boca ensangrentada y llena de restos de carne.Para Álvaro, todo aquello era sucio y sin sentido.Por eso, nunca había querido tener descendencia.Cuando se enteró de que Noelia no podía tener hijos, lo tomó como una señal. Quizá el destino le estaba diciendo que él no debía tener hijos.Luego se casó con Gabriela.Sus abuelos querían con ansias qu
Su abuela le había dicho que probablemente estaba tratando de curar su afasia.Habían pasado tres años sin resultado alguno.Pero ahora, justo cuando estaban a punto de divorciarse, había aparecido Cristóbal.Quizá Gabriela solo iba para terapia, pero Cristóbal claramente tenía otros intereses."¡Álvaro…!"Gabriela, llena de furia, levantó la mano para abofetear a Álvaro.Esta vez, Álvaro no permitió que lo alcanzara.Con su mano grande, atrapó la delicada muñeca de Gabriela con fuerza. Le apretó con tal intensidad que Gabriela frunció el ceño del dolor. En otras ocasiones, Álvaro habría aflojado el agarre al ver su incomodidad, pero ahora no lo hizo. Es más, apretó con mayor fuerza.—Puedes seguir huyendo todo lo que quieras. No importa adónde vayas, siempre voy a encontrarte. No te hará daño, pero cada vez que corras, alguien más sufrirá las consecuencias. Hoy fue Cristóbal, mañana podría ser el representante de tu compañía de danza. O tal vez ese chico con el que bailabas en el rest
Abrió la ventana de chat y estaba a punto de escribir cuando sus dedos se quedaron paralizados.Se dio cuenta de los mensajes anteriores, donde ella y Cristóbal habían coordinado la cita para ir a su despacho al día siguiente.Álvaro sabía que había quedado con Cristóbal para ir a su oficina mañana, y además había conseguido encontrarla, aunque ella no había utilizado métodos de pago digitales y había pagado el taxi en efectivo…¿Acaso Álvaro había instalado algo en su teléfono para monitorearla?Gabriela sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo.Conocía perfectamente el lugar que Noelia tenía en la vida de Álvaro. Incluso si él estaba actuando como un loco al negarse a divorciarse de ella, Gabriela sabía que nunca podría desbancar la relación de años que él tenía con Noelia, su amiga de la infancia.Álvaro había sido despiadado con aquellos que traicionaron a su padre, pero había perdonado a Iker, quien también lo había traicionado. Incluso había ayudado a la Empresa García repe
Pero la decoración y el ambiente le habían gustado mucho. Era evidente que Cristóbal había puesto mucho esmero en crear ese lugar.Y ahora, todo estaba reducido a cenizas…"Lo siento mucho," se disculpó Gabriela con un nudo en la garganta. "Haz una estimación de las pérdidas… Yo me encargaré de cubrir los gastos."Cristóbal se quedó en silencio, perplejo por un momento. Luego, lo comprendió todo:—¿Esto fue obra de Álvaro? —preguntó, con la voz endurecida."Hubo un malentendido… En fin, por tu seguridad, creo que será mejor que mi tratamiento se suspenda por un tiempo."—¡Él fue quien te traicionó, y ahora se atreve a amenazarte y perseguirte! Gabriela, no tengas miedo. Dime dónde estás, voy a buscarte. Puedo protegerte.Cristóbal quizás tenía poder suficiente para protegerla, pero… ¿y Marcela?Marcela había venido desde otra ciudad a Midred para labrarse un futuro. Había trabajado arduamente durante años para comprar una casa, formar una familia, y tenía una vida estable junto a su es
Álvaro no compró el desayuno en la cafetería del hospital.Antes de que amaneciera, llevó a la niña, que ya estaba despierta desde temprano, a una famosa fonda a veinte kilómetros de distancia para recoger comida.La comida del lugar, conocido por su tradición, no decepcionaba. Los sabores eran exquisitos.Concha comía alegremente, disfrutando cada bocado.Sin embargo, Gabriela apenas sentía el sabor de lo que estaba comiendo; masticaba como si estuviera tragando cera, todo le parecía insípido.Kian se presentó en la puerta después de un rato, calculando que el desayuno ya había terminado. Tocó la puerta con mucha cortesía.Concha parpadeó, mirando hacia la puerta con curiosidad.Gabriela reprimió la sensación de molestia que crecía en su pecho y sonrió con dulzura mientras acariciaba la cabeza de Concha: "Me tengo que ir a trabajar, Concha. La próxima vez vendré a jugar contigo."Concha, al saber que Gabriela se marchaba, no pudo evitar mostrarse un poco triste.Los moretones en su ro
Era Hans.Ella se detuvo y se dio la vuelta.Hans al fin llevaba unos pantalones normales y una larga chaqueta acolchada de una marca famosa.—Te mandé un mensaje y no contestaste —le recriminó Hans. Luego se giró para mirar a Kian, escrutándolo de pies a cabeza sin ninguna cortesía—. ¿Y él quién es?—¿Kian?Justo en ese momento, otra voz sonó.Gabriela miró hacia donde provenía y reconoció al recién llegado, era Leandro, alguien con quien no tenía mucha relación.—Señor Muñoz —dijo Kian, manteniendo su tono de respeto.—Gabriela —Leandro asintió a Kian y luego caminó hacia Hans, aunque su mirada estaba fija en Gabriela.Desde que Gabriela fue hospitalizada gravemente, esta era la primera vez que se encontraban formalmente.Había adelgazado, su piel estaba pálida, y bajo sus ojos se asomaban círculos oscuros. Se veía mal, eso era evidente.—¿Tú conoces a Gabriela, primo? —Hans lo miró sorprendido.—Tengo buena relación con Álvaro —respondió Leandro, sin dejar de mirar a Gabriela—. ¿Tu