Capítulo 106
Álvaro no compró el desayuno en la cafetería del hospital.

Antes de que amaneciera, llevó a la niña, que ya estaba despierta desde temprano, a una famosa fonda a veinte kilómetros de distancia para recoger comida.

La comida del lugar, conocido por su tradición, no decepcionaba. Los sabores eran exquisitos.

Concha comía alegremente, disfrutando cada bocado.

Sin embargo, Gabriela apenas sentía el sabor de lo que estaba comiendo; masticaba como si estuviera tragando cera, todo le parecía insípido.

Kian se presentó en la puerta después de un rato, calculando que el desayuno ya había terminado. Tocó la puerta con mucha cortesía.

Concha parpadeó, mirando hacia la puerta con curiosidad.

Gabriela reprimió la sensación de molestia que crecía en su pecho y sonrió con dulzura mientras acariciaba la cabeza de Concha: "Me tengo que ir a trabajar, Concha. La próxima vez vendré a jugar contigo."

Concha, al saber que Gabriela se marchaba, no pudo evitar mostrarse un poco triste.

Los moretones en su ro
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