Capítulo 414
Mientras tanto, Gabriela se encontraba sumida en un sueño largo y lleno de pesadillas. Una y otra vez, revivía aquella noche en la que secuestraron a Álvaro. El secuestrador estaba a punto de descargar un golpe mortal sobre él, y ella se convencía de que, si realmente era el asesino de Emiliano, tal vez merecía ese destino… Sin embargo, al final, como siempre, salía corriendo para protegerlo, recibiendo en su propio cuerpo ese impacto letal.

Era como si su espíritu no aceptara otro desenlace. En un ciclo constante y agobiante, el sueño la hacía sentir el dolor punzante de la herida una y otra vez. Hasta que finalmente, en una de esas repeticiones, se detuvo. Permitiendo que el golpe diera de lleno en la cabeza de Álvaro.

Él la miró con desconcierto, la sangre y las lágrimas cubriéndole el rostro.

—¿De verdad ni un poquito me quieres? ¿Nada?

De la oscuridad a sus espaldas emergieron manos pálidas, casi fantasmales, que lo sujetaron con fiereza. Con los ojos llenos de sufrimiento, siguió
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