Capítulo 409
Ante el silencio, Álvaro, mordiéndose la lengua con frustración, avanzó con decisión y la empujó contra la pared, sosteniéndola de los brazos. Sus ojos enrojecidos por lágrimas contenidas la escrutaban.

—¡Contesta! —le exigió con un nudo de furia en la garganta.

La mirada de Gabriela se posó en él, pero su mente se llenó de recuerdos de Emiliano, de esos instantes en la isla, libres de toda amenaza. El temblor en su voz resultó incontrolable cuando por fin habló:

—¿Por qué? —murmuró, con lágrimas corriendo por sus mejillas—. Emiliano nunca tuvo intención de competir contigo. Su único anhelo era llevar una vida tranquila a mi lado en la isla…

Estas palabras fueron como un golpe sordo para Álvaro.

«¿Es que, tras descubrirlo todo, esto era lo primero que ella tenía para decir?» Ni súplicas ni excusas, sino defender ese pasado con Emiliano.

—¡Qué descaro…! —susurró, con voz entrecortada, apretando sus dedos en torno al cuello de Gabriela—. ¿Me usaste como un sustituto, no es así?

Aun no te
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