Noelia se puso el abrigo y salió. Álvaro ya se había ido. El chofer, siempre respetuoso, le abrió la puerta del coche:—Señorita Noelia, el señor Saavedra tiene una importante reunión internacional y ha regresado a la empresa. Me ha pedido que la lleve de vuelta a casa de manera segura.Noelia forzó una sonrisa. Por dentro, estaba furiosa, pero se vio obligada a mantener su imagen dulce frente a los empleados de Álvaro.Mientras iba a buscar su abrigo, aprovechó para usar otro número y contactar a Iker y Ivana, pidiéndoles que se aseguraran de que todo el asunto del trending se manejara con total discreción, sin dejar ningún rastro.El trending lo había planeado originalmente para presionar a Álvaro a casarse con ella.Ya en el coche, Noelia se sentía cada vez más irritada. La preocupación de Álvaro por Gabriela había superado todas sus expectativas. Pensó un poco más y, finalmente, desahogó toda su ira sobre Gabriela.***Cristóbal acababa de recibir a un paciente complicado.Era una
Sabía que ellos estarían muy felices.Cuando Cristóbal llegó, lo primero que notó fueron los ojos enrojecidos de Gabriela. Sintió una punzada en el corazón.—¿Mal día? —preguntó, sin hacer referencia al trending topic.Gabriela negó con la cabeza, escribiendo en su teléfono: “Dormí mucho, demasiado, creo que me cansé de dormir. ¿Doctor Zambrano, pasa algo?”Cristóbal le sonrió con amabilidad.—Gabriela, soy tu psicólogo. Si algo te molesta, siempre puedes contármelo. Seré tu mejor apoyo emocional.Gabriela lo miró y, sonriendo, preguntó otra vez: “¿Ocurrió algo? Es tarde, normalmente no vienes a estas horas.”Cristóbal se dio cuenta de que Gabriela no estaba al tanto de lo que había sucedido en redes. Claro, ella había dicho que había dormido «mucho, mucho». Pero aunque ella no lo sabía, otras personas en el centro sí lo sabían.—Hoy por la tarde estuviste en tendencias —le explicó Cristóbal con suavidad, resumiendo lo sucedido—. Ya lo han eliminado todo, no te preocupes, ya no queda n
A la mañana siguiente.Cristóbal llegó acompañado de una niña pequeña y tocó la puerta de la cabaña de Gabriela. Cuando ella salió, Cristóbal le sonrió con su habitual amabilidad:—Gabriela, hoy tenemos una misión especial para ti.Gabriela lo miró, intrigada.Entonces, la niña, algo sonrojada, se comunicó tímidamente en lenguaje de señas: “Hola, maestra. Me llamo Concepción, pero también puedes llamarme Chocha. ¿Podrías ser nuestra profesora de baile para la presentación de Año Nuevo?”Cristóbal le explicó mientras le revolvía el cabello a la niña con suavidad:—Concha es del orfanato de al lado. Es sordomuda de nacimiento. En realidad, casi todos los niños del orfanato tienen alguna discapacidad. En unos días vendrán algunos benefactores a visitarlos, y si se presentan bien, podrían tener la oportunidad de ser adoptados. El problema es que Concha y otros niños sordos no tienen profesor para su presentación, así que vine a pedirte ayuda.Gabriela había crecido en un orfanato, y sabía
Tres años después de su matrimonio, Gabriela García se encontraba en la sala de obstetricia del hospital cuando, inesperadamente, vio a Álvaro Saavedra, su esposo, a quien no había visto en tres meses. Él no estaba solo. A su lado, iba su amante.La mujer, delicada y encantadora, tenía un rostro que podría haber sido el reflejo distorsionado de Gabriela, como si alguien hubiese mezclado sus rasgos en un 50 o 60 por ciento. Era Noelia García, la impostora que durante dieciséis años había vivido la vida de Gabriela.Medio año antes, Gabriela había comenzado a sospechar que Álvaro tenía a otra mujer, pero jamás habría imaginado que esa mujer sería Noelia. Aunque, en el fondo, tal vez no era tan sorprendente. Después de todo, en los círculos de la alta sociedad, todos sabían que el amor de Álvaro siempre había sido su amiga de la infancia: Noelia. Y ella, Gabriela, había sido el ángel caído que irrumpió para destruir aquella pareja perfecta.El corazón de Gabriela, que había soportado tant
Teatro Principal de la Ciudad Midred.Un hombre alto, envuelto en la frialdad del invierno, permanecía inmóvil en la penumbra, su mirada indescifrable clavada en el escenario. Allí, una deslumbrante y única Cisne Negro capturaba cada alma presente.El Cisne Negro era ágil, seductora, una sombra viviente de misterio. Cada movimiento suyo irradiaba una magia que hechizaba a quienes la observaban, despertando en ellos un deseo casi primitivo de poseerla, de consumir hasta el último destello de su ser.Cuando la presentación llegó a su punto final, el hombre apartó la vista, su rostro sombrío como una noche sin luna. Con pasos largos y decididos, se encaminó hacia el backstage, dejando atrás el resplandor del escenario.***Al concluir la función, Gabriela sintió un dolor sordo en la cintura, como una advertencia silenciosa de su cuerpo. Pero se mantuvo firme, dominando el dolor con la misma disciplina que había forjado en años de entrenamiento. Con una despedida perfecta, realizó su rever
Álvaro soltó una risa sarcástica, asintiendo con un «de acuerdo» antes de dirigirse hacia la puerta.Era un hombre alto, de hombros anchos y cintura estrecha. Gabriela lo observó mientras se alejaba, pero en su mente, la figura que veía era la del joven alto y delgado que apenas recordaba. El dolor que había permanecido adormecido comenzó a aflorar, agudo y punzante.De repente, Álvaro se detuvo en la puerta y giró la cabeza hacia ella.—Gabriela —dijo con un tono frío—. Ya no estoy bajo el control de mi abuelo Octavio, así que no tendrás una segunda oportunidad. Tú pediste este divorcio, así que si te arrepientes después, no vayas a molestar a Noelia. Ya has causado suficiente daño.Álvaro siempre había sido consciente del amor intenso de Gabriela por él. En su vida, tan desprovista de todo, no había más que danza… y él. Estaba convencido de que las acciones de Gabriela en este momento no eran más que una reacción impulsiva provocada por la aparición de Noelia. Una vez que se calmara,
Colomba, que la había criado como su propia hija, captó de inmediato lo que pasaba.La familia García había venido a buscar a Gabriela seis meses después de la muerte de Emiliano Martínez. Aunque le dolía desprenderse de ella, ver cómo Gabriela no podía aceptar la muerte de Emiliano, cómo no comía ni dormía, y la desesperación con la que lo buscaba por todas partes, hizo que Colomba temiera que ella no sobreviviría si seguía así.Todos decían que, de continuar así, Gabriela no resistiría mucho más tiempo. Colomba pensó que, tal vez, un nuevo ambiente y una nueva familia la ayudarían a superar ese dolor.Por eso aceptó el dinero de la familia García y la envió a Midred.Poco después, Colomba escuchó rumores sobre un compromiso matrimonial. Sabía que Gabriela amaba profundamente a Emiliano, y que en tan poco tiempo sería incapaz de aceptar a otra persona. Temiendo que alguien forzara a su niña a casarse por interés, se apresuró a ir a Midred.Allí fue donde vio a Álvaro Saavedra, que aca
—Segurísima. Está desesperada por congraciarse con los dos ancianos que tienen el control en la familia Rojo. ¡No se perdería esa cena por nada! —contestó con sarcasmo la mujer al otro lado de la línea.Octavio Rojo, el abuelo materno de Álvaro, provenía de una familia rica desde hacía varias generaciones. Cuando ocurrió la lucha interna en la familia Saavedra, el padre de Álvaro, Eliseo, murió en un accidente, y Álvaro tuvo que regresar apresuradamente del extranjero, casi siendo expulsado del consorcio por sus propios tíos.En ese momento, incluso sin el asunto de la impostora, Noelia nunca habría cumplido con el compromiso de casarse con un hombre caído en desgracia como Álvaro. Pero, contra todo pronóstico, Álvaro consiguió el apoyo de su abuelo Octavio a través de su matrimonio con Gabriela, alguien con quien apenas tenía relación. Gracias a eso, pronto recuperó su posición.Mientras tanto, el idiota que Noelia había elegido, Lucio… No solo derrochó toda su fortuna, sino que casi