Capítulo 26
El salón quedó en silencio total. Todos intercambiaban miradas, sin atreverse a decir nada mientras observaban a Álvaro con miedo. El hombre que había propuesto el brindis estaba pálido, sin entender por qué Álvaro se había enfurecido tanto, temiendo haber provocado su ira.

—¡A la mierda el brindis! —soltó Álvaro, visiblemente molesto.

El salón permanecía en completo silencio. Nadie se atrevió a murmurar hasta que Álvaro, con el ceño fruncido y expresión sombría, salió del lugar.

Una vez se fue, empezaron los susurros.

—¿Será que el señor Saavedra se molestó porque hablamos mal de la muda?

—No lo creo. Todos sabemos que Álvaro la detesta. Si no fuera así, en tres años de matrimonio jamás la habría mantenido fuera de nuestro círculo.

—Exacto. ¿Qué iba a defender a esa muda?

—Si de verdad le importara, no se habría divorciado.

Noelia escuchaba los comentarios, mientras apretaba los puños con tanta fuerza que sus uñas se clavaban en la piel de sus manos.

Los demás podían dudar, pero ella
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