Concha, tras recibir cuidados médicos, se había recuperado bastante y había sido dada de alta un par de días antes, para volver al orfanato.Desde que ocurrió aquel incidente, habían sustituido a todo el personal, desde la dirección hasta los cuidadores, por un equipo más profesional.Nada más bajar del auto, Gabriela notó lo distinto que se veía todo. El cambio era tan impresionante que la dejó sorprendida.Volteó a mirar a Álvaro, quien le sonrió y dijo:—Concha te está esperando. Adelante.Gabriela avanzó hacia el interior y vio a varios voluntarios vestidos con chalecos rojos. La maestra que salió a recibirlos, con una amplia sonrisa, les comentó:—Ahora vienen tantos solicitantes para ser voluntarios, que tenemos que pedirles su currículum y hacer un filtro. Y la gran mayoría son fans del señor Hans.Gabriela asintió levemente. Lo importante era que cada vez más personas pusieran atención en estos niños, pues solo así mejorarían sus condiciones.No habían pasado ni unos minutos cu
—Es complicado opinar —musitó una maestra que casi nunca hablaba, mientras arrugaba un poco la boca—. Pero, después de enterarme de todo el chisme, sigo pensando lo mismo que algunos de esos comentarios en redes sociales: ¡ese hombre debería quedarse amarrado con su amante! ¿Pues cómo no? ¡¿Quién no ve lo increíble que es la maestra García?! ¡Si desde que era apenas una adolescente, ya se llevaba todos los premios de ballet que podía encontrar! Tiene un talento extraordinario, es guapísima… ¿y ese patán se cree con derecho a algo? ¡Por favor!Normalmente, aquella maestra era de las que pasaban desapercibidas, calladita.¿Quién iba a imaginar que, en este momento, se pondría tan apasionada con sus reclamos?Las demás compañeras, asustadas de que hablara más de la cuenta, corrieron a taparle la boca y la arrastraron hacia el salón de actividades.—¡Oye, por lo que más quieras! ¡¿Cómo se te ocurre decir algo así tan en voz alta?! ¡Ese hombre es el mismísimo demonio en persona! —dijo una d
Tras unos momentos de abrazo, Gabriela notó que Concha llevaba algo nuevo en el oído.Al ver que ella se dio cuenta, Concha se separó con una sonrisa y se alejó unos pasos. Estaba un tanto nerviosa, pero al mismo tiempo se notaba la emoción en su mirada.—Ma… maestra García… ¡Fe…liz Año… Nue…vo!Su pronunciación no era perfecta, apenas lograba articular los sonidos de forma aproximada.Sin embargo, se notaba que había practicado muchísimo.Gabriela se sorprendió gratamente.En ese instante, algo le vino a la mente y giró la cabeza por reflejo.Encontró a Álvaro apoyado contra el marco de la puerta, observándola con una expresión de orgullo. Al ver que Gabriela lo miraba, él arqueó ligeramente las cejas y le hizo una seña muy simple con la mano:"Una sorpresa."Gabriela parpadeó, algo aturdida, pero en seguida regresó su atención a Concha.Entonces la llamó con la mano.Concha, con las mejillas encendidas, corrió de nuevo hacia ella.Gabriela la rodeó con los brazos y, acercándose a su
Desafortunadamente, Gabriela lo descubrió.—¿En serio, gran CEO Saavedra? ¿Peleándote con los niños del orfanato por un pedazo de pastel? ¡Vaya ocurrencia…! —dijo Gabriela, sin saber si reír o enfadarse.Concha, que tenía la cara llena de harina y cubría su boca desdentada (le faltaban dos dientes), lanzó una risita burlona mientras miraba a Álvaro.Al final, Álvaro no se llevó el pastel.Porque Gabriela le prometió que para la víspera de Año Nuevo haría uno fresco.Solo entonces él, ya de mejor humor, decidió soltarlo.Después del almuerzo.Gabriela se quedó enseñándoles pasos básicos de baile a los pequeños que se le pegaban, ansiosos por aprender.Cuando ella daba un par de movimientos, así fuera de manera casual, seguía luciendo tan grácil que parecía flotar.Álvaro, que antes se sentía bastante complacido, notó su danza y de pronto su ánimo decayó un poco.Al observarla moverse, se llenó de arrepentimiento.Llevaban más de tres años de casados, y en cada función que ofrecía Gabrie
En ese instante, Álvaro sintió que por fin lo comprendía todo y, al mismo tiempo, estaba decidido a dejar atrás sus dudas.Si de verdad quería recuperar a Gabriela, debía estar dispuesto a ceder y a sacrificar algunas cosas.Y cualquier cosa que tuviera que hacer en pos de ella no se comparaba con todo lo que Gabriela había soportado por su causa durante estos últimos tres años.Por eso, eligió volverse inmune a todo lo que estuviera relacionado con Cristóbal.Si ella, embarazada, no tenía mucho apetito, pero quería comer justo esos fideos, entonces él se encargaría de que siempre hubiera suficientes por si los antojaba.Concha y Álvaro se chocaron los puños.Tal vez porque ningún otro niño se acercó a jugar con Álvaro, él se veía un poco desanimado. Concha se quedó un ratito a su lado, aunque sus ojos no dejaban de seguir a Gabriela.Álvaro, al darse cuenta, le dio un suave empujoncito en la espalda.—No hace falta que me acompañes, niña. Ve con la maestra García a divertirte.Concha
Junto a un cartel que anunciaba: «Dulces artesanales, 5 dólares la bolsa»—Todas estas personas eran vecinos de la señorita García cuando ella vivía aquí. Y por allá… —Francisco bajó la voz y le señaló con discreción—. ¿Ves esa casita con un pequeño molino en el tejado? Esa fue la casa adoptiva de la señorita García, también el lugar donde vivió con… esa persona.Leandro dirigió apenas una mirada fugaz hacia la vivienda, luego siguió caminando para que Francisco continuara guiándolo.El pueblo no era grande; pasaron frente a un orfanato abandonado y clausurado, luego subieron una pequeña colina.Fue entonces cuando Leandro vio la lápida.Sintió su corazón golpearle el pecho con fuerza, y el paso se le aceleró de inmediato; casi terminó corriendo para llegar hasta ella. Se notaba que la tumba era reciente.Leandro, sin aliento y con el rostro pálido, fijó la mirada en la foto de la lápida.—¿Cómo es posible…? —murmuró en voz baja.Aunque el sol le envolvía con su cálida luz, Leandro sin
—Cuando termine el año, nos mudaremos de la finca a la ciudad. Así podrás venir con más frecuencia a verlas si lo deseas —dijo Álvaro, tomando la mano de Gabriela con infinita dulzura.Gabriela lo miró con atención.Parecía que él hablaba muy en serio, como si de verdad estuviera haciendo planes a futuro.Ella no respondió. Retiró lentamente su mano de la de Álvaro.—Antes siempre estabas muy ocupado en estas fechas, ibas de fiesta en fiesta. ¿Acaso este año no irás a ninguna?Incluso aquel Año Nuevo en que Gabriela resultó gravemente herida, Álvaro siguió asistiendo a algunas reuniones, aunque menos de lo habitual y sin quedarse mucho tiempo.—No le encuentro sentido —contestó él—. De ahora en adelante, todo el tiempo que pueda, lo pasaré en casa.La mirada de Gabriela se tornó compleja. Después de unos segundos, apartó la vista y se perdió en el ocaso, en esa puesta de sol que teñía el cielo de un naranja intenso.En el fondo de su corazón, ella solo quería regresar a Isla Mar de Cri
En realidad, había salido a contestar una llamada relacionada con esta sorpresa.—¿Regalo? —Gabriela frunció el ceño, notoriamente intrigada.Hasta ese momento, Álvaro jamás le había dado obsequios.En fechas especiales, él solo le enviaba cheques y nada más.—Ábrelo y verás —insistió Álvaro, dedicándole una sonrisa.Gabriela lo pensó un instante, pero terminó tomando el estuche.Al levantar la tapa, encontró una hermosa gargantilla con un ópalo de fuego sobre un fondo de terciopelo negro.Se quedó paralizada.Esa piedra le resultaba inconfundible. Era la misma joya que Emiliano le había regalado en su fiesta de mayoría de edad…¡Aquella que Noelia se había robado tiempo atrás!—¿Noelia te la devolvió? —preguntó Gabriela, sin despegar los ojos del collar. En su rostro se encendió una alegría que Álvaro llevaba tiempo sin ver.Entusiasmada, Gabriela tomó la gargantilla con cuidado, pero en seguida notó algo extraño.El ópalo de fuego podía no ser la joya más exclusiva del mundo, pero ha