Todavía medio dormida, recordó de pronto que había confundido a Álvaro con Emiliano y lo había abrazado mientras lloraba desconsoladamente.Sintiéndose incómoda, renunció a seguir acostada y, para evitar un momento desagradable cuando él despertara, se levantó de la cama alrededor de las siete.Casualmente, oyó a Kian anunciar que la familia Ponce iría a hacer una visita esa misma mañana.Al instante, varias ideas cruzaron por la mente de Gabriela, y en cuestión de segundos ya tenía un plan.Desde que se enteró de que Noelia poseía un video comprometedor de Cintia, Gabriela había contactado a través de sus conexiones (forjadas cuando participaba en espectáculos) a una hacker con reputación y habilidades muy buenas.Le preguntó si era posible eliminar archivos guardados en la computadora personal, en un USB o en un disco duro.La respuesta fue afirmativa: siempre y cuando la otra parte estuviera conectada a internet y aceptara algún archivo «infectado», la hacker podría manipular los co
En la puerta se encontraba Álvaro, observándolas con una mezcla de sentimientos.La escena era, en apariencia, de lo más tierna: su hermana conversaba entusiasmada con el bebé que venía en camino, mientras Gabriela la miraba con una sonrisa llena de cariño.Esa ternura era algo que Álvaro jamás había sentido dirigido hacia él.Entre celos y un súbito desaliento, prefirió no entrar a interrumpir el momento y se dirigió a la cocina.La noche anterior había prometido a Gabriela que volvería a prepararle paella de mariscos. Pero sin las indicaciones de ella, Álvaro parecía haber regresado a ser un desastre culinario.Poco después, Alicia llegó apresurada a buscar a Gabriela:—Señora, venga rápido, por favor. ¡El señor Álvaro está sangrando muchísimo!Gabriela se levantó de inmediato, alarmada.—¿Cómo que está sangrando? —preguntó, acelerando el paso.—Estaba haciéndole la paella de mariscos y primero se pinchó con la punta del camarón; luego un cangrejo lo pellizcó y, no sé cómo, terminó c
Pero la joven subió al coche por el lado contrario sin dudarlo.En Isla Mar de Cristal, la pesca había sido durante mucho tiempo la principal actividad económica.Gabriela recordaba el caso de un chico que, en su primer día de pesca, capturó un cangrejo enorme. Mientras presumía su hallazgo, el animal lo pellizcó con fuerza y le causó una herida grave.Él no le dio importancia; simplemente la enjuagó con agua y siguió con su vida.Días después, se infectó la zona; lo llevaron al hospital de urgencia y le amputaron la mano, pero ni así pudieron salvarlo.Desde entonces, cada vez que Gabriela comía mariscos, Emiliano se encargaba de quitar las conchas y demás, para que ella solo tuviera que disfrutar la carne.Ante tal antecedente, Gabriela temía que Álvaro no fuera a darle la debida atención a la herida. Una infección sería fatal.El auto apenas había avanzado unos minutos cuando Álvaro, quejándose de mareo, se recostó con un aire casi «frágil» y dejó caer la cabeza en el regazo de Gabr
Gabriela lo miró de reojo.La expresión de Álvaro, algo afligida, casi la hizo sentirse culpable por haber sospechado que lo hacía a propósito.Sin decir palabra, presionó nuevamente el botón del elevador y entró.Álvaro, con la cabeza gacha, la siguió.Los ojos de Gabriela se posaron discretamente en la mano lastimada de él.Estaba más que claro: creer que Álvaro era Emiliano seguía siendo parte de sus delirios.Todo se debía a aquel aroma idéntico de la paella de mariscos, esa leve chispa de esperanza que uno agarra cuando está desesperado.Pero lo falso no deja de ser falso.Y por más que uno busque pruebas una y otra vez, al final, todo sigue siendo mentira.Ella misma se sentía ridícula:parte de su mente seguía lúcida, mientras la otra parte enloquecía, una dualidad que la hacía sentir como una payasa.***Lo que pasó con Teresa no tardó en difundirse entre su círculo social.Aquellas personas que habían hablado mal de Gabriela o que habían molestado a Cintia empezaron a temer po
—¿Y por qué no puede ser que Álvaro se haya enamorado de Gabriela?La mirada de todos se volcó hacia el celular, donde aparecía una fotografía tomada en el hospital, apenas hacía un rato.Se veía a Álvaro de pie, recargado en Gabriela, mientras ella escuchaba seriamente a la enfermera.Aunque Gabriela prestaba atención a lo que le decían, mantenía su mano alrededor de la cintura de Álvaro, casi como protegiéndolo.Cualquiera que viera esa imagen pensaría que eran una pareja muy unida.—¿Cómo va a ser eso posible? —exclamó uno, atónito.Por alguna razón, Leandro, al ver las caras de espanto de sus compañeros, sintió una satisfacción inesperada y bastante placentera.—¿Por qué no podría ser posible? —comentó Leandro, llevándose de nuevo el teléfono—. Díganme, ¿han visto a alguna mujer más hermosa que Gabriela? Ella no solo es bonita, también es valiente. ¿Quién de sus parejas estaría dispuesta a arriesgar la vida por ustedes? Y además de valiente, es dulce. Todos hemos visto cómo trata a
Concha, tras recibir cuidados médicos, se había recuperado bastante y había sido dada de alta un par de días antes, para volver al orfanato.Desde que ocurrió aquel incidente, habían sustituido a todo el personal, desde la dirección hasta los cuidadores, por un equipo más profesional.Nada más bajar del auto, Gabriela notó lo distinto que se veía todo. El cambio era tan impresionante que la dejó sorprendida.Volteó a mirar a Álvaro, quien le sonrió y dijo:—Concha te está esperando. Adelante.Gabriela avanzó hacia el interior y vio a varios voluntarios vestidos con chalecos rojos. La maestra que salió a recibirlos, con una amplia sonrisa, les comentó:—Ahora vienen tantos solicitantes para ser voluntarios, que tenemos que pedirles su currículum y hacer un filtro. Y la gran mayoría son fans del señor Hans.Gabriela asintió levemente. Lo importante era que cada vez más personas pusieran atención en estos niños, pues solo así mejorarían sus condiciones.No habían pasado ni unos minutos cu
—Es complicado opinar —musitó una maestra que casi nunca hablaba, mientras arrugaba un poco la boca—. Pero, después de enterarme de todo el chisme, sigo pensando lo mismo que algunos de esos comentarios en redes sociales: ¡ese hombre debería quedarse amarrado con su amante! ¿Pues cómo no? ¡¿Quién no ve lo increíble que es la maestra García?! ¡Si desde que era apenas una adolescente, ya se llevaba todos los premios de ballet que podía encontrar! Tiene un talento extraordinario, es guapísima… ¿y ese patán se cree con derecho a algo? ¡Por favor!Normalmente, aquella maestra era de las que pasaban desapercibidas, calladita.¿Quién iba a imaginar que, en este momento, se pondría tan apasionada con sus reclamos?Las demás compañeras, asustadas de que hablara más de la cuenta, corrieron a taparle la boca y la arrastraron hacia el salón de actividades.—¡Oye, por lo que más quieras! ¡¿Cómo se te ocurre decir algo así tan en voz alta?! ¡Ese hombre es el mismísimo demonio en persona! —dijo una d
Tras unos momentos de abrazo, Gabriela notó que Concha llevaba algo nuevo en el oído.Al ver que ella se dio cuenta, Concha se separó con una sonrisa y se alejó unos pasos. Estaba un tanto nerviosa, pero al mismo tiempo se notaba la emoción en su mirada.—Ma… maestra García… ¡Fe…liz Año… Nue…vo!Su pronunciación no era perfecta, apenas lograba articular los sonidos de forma aproximada.Sin embargo, se notaba que había practicado muchísimo.Gabriela se sorprendió gratamente.En ese instante, algo le vino a la mente y giró la cabeza por reflejo.Encontró a Álvaro apoyado contra el marco de la puerta, observándola con una expresión de orgullo. Al ver que Gabriela lo miraba, él arqueó ligeramente las cejas y le hizo una seña muy simple con la mano:"Una sorpresa."Gabriela parpadeó, algo aturdida, pero en seguida regresó su atención a Concha.Entonces la llamó con la mano.Concha, con las mejillas encendidas, corrió de nuevo hacia ella.Gabriela la rodeó con los brazos y, acercándose a su