Capítulo 201
Parecía que le estaba hablando a Gabriela, pero al mismo tiempo, su tono era más el de alguien hablando consigo misma.

—Después, una vieja criada de la familia vino a cuidarme y me dijo: «Un bebé de siete meses puede sobrevivir. Pero uno de ocho, no siempre.»

Gabriela tragó saliva y, con torpeza, rompió el silencio:

—¿Y… él?

Rosalina dejó escapar una risa seca, casi burlona.

—Lo corté en pedacitos y lo lancé al fondo del mar para que se lo comieran los peces.

—¡Bien hecho! —respondió Gabriela, sin dudar.

Rosalina apartó la vista de la ventana y la fijó en Gabriela, con una curiosidad evidente.

—Creí que te ibas a asustar, pero resulta que no eres una «flor delicada». Claro, tenía sentido… ¿qué clase de «florecita» podría atrapar a un tipo como Álvaro y hacer que se vuelva loco por ella?

—Él no está loco por mí. No me ama. Es… pura obsesión.

Rosalina arqueó una ceja, pero no discutió la afirmación de Gabriela.

Después de todo, quien busca su libertad siempre encuentra mil razones para s
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