Mi boca estaba en el suelo. ¿Lo habría planeado Bastian así o sería solo coincidencia? Decidí que no pensaría en ello y me concentraría en comparar las muchas casas de campaña para los nuevos lobos mientras se terminaban las cientos de casas en los próximos meses. Esto no tenía nada que ver conmigo extrañando a Bastian ni los meses que sabía que él estaría lejos en el otro territorio. Nada que ver. Los encargué para entrega urgente y eso elevó el precio por las nubes. Me pregunté brevemente con qué dinero se iría de vacaciones Edson cuando le llegue su estado de cuenta. -¿De qué te ríes? – Preguntó el susodicho cuando llegó un par de minutos después. Mi cachorro favorito corrió directo al baño diciendo algo sobre “oler bonito” para su cita con Amanda. -De nada. ¿Saldrás esta noche a buscar suerte? -Paso, dormiré temprano. – Dijo dirigiéndose a la cocina. -Hola. – Dijo otra voz viniendo por el pasillo. - ¿Qué hay de cenar? -Lo que sea que el Beta prepare. – Dije dándole una son
Vanesa. Me tomé solo dos semanas para recuperar energía. Mi hermano había sido comprensivo con mis nulas ganas de moverme de la habitación que Rose me había asignado en su casa. Pasé un montón de tiempo con el sobrino que no sabía que tenía y oyendo a mi hermano y a Rose discutir por tonterías antes de terminar besuqueándose y encerrándose en su habitación. Sorprendentemente me sentía cómoda en esta nueva “normalidad”. Nadie me había presionado por detalles de mi tiempo de cautiverio y ni siquiera parpadeaban cuando gritaba de la nada. Extrañaría todo esto pero era algo que tenía que hacer, se lo había prometido a Nuestra Gran Madre. Así que mis días los había dedicado a bombardear de preguntas a mi pequeño y dulce sobrino mientras que por las noches me ponía a investigar sobre los territorios del Norte. Durante mi tercer día en casa de Rose había comentado que me gustaría tener una pantalla más grande en donde buscar información y a las dos horas mi hermano ya había comprado un
Al parecer hoy tampoco iba a comer. Después de que los guardias de esta prisión se fueran entre risas y apuestas por ver a quién mataría de hambre el día siguiente, me había acercado a la abollada charola en la que se suponía me dejarían comida. No había luz en mi sucia celda, pero no hacía falta usar mis ojos para darme cuenta de que cualquier extraña masa que estuviera ahí, no era comestible solo por el olor. Me arrastré de nuevo al rincón más lejano, que no serían más de cinco pasos, y volví a abrazar mi cuerpo para darme una falsa sensación de comodidad y calor. El dolor constante en mi tobillo derecho era un sordo recordatorio de que ninguna de nosotras podría escapar de este lugar a menos que fuera comprada… o desechada. Había perdido la cuenta del número de días que habían pasado desde que quemaron mi pueblo y nos tomaron prisioneras. Era difícil seguir el paso del tiempo cuando se está encerrado en una prisión subterránea donde no existe la luz del sol y cuando nuestros c
Los guardias se acercaron a mí y me levantaron para llevarme a rastras hacia la habitación de atrás del escenario. Yo no podía dejar de temblar porque estaba muy segura de que aquella voz me había elegido. Sabía lo que seguía y no podía hacer nada al respecto ya que estaba muy débil. Los jodidos guardias me habían privado de la comida durante… un tiempo. El cuarto era oscuro, pero no tanto como mi celda, por lo que podía ver aceptablemente bien que ya había un comité de despedida. El “guardia del maletín”, como lo apodé la segunda vez que lo vi, se acercó a mi y comenzó a examinar mis ojos y boca mientras anotaba cualquier cosa en algunos papeles. Entonces sacó una jeringa y preparó mi brazo mientras otros dos guardias me sometían para quedarme quieta. No sabía qué era lo que contenía el líquido que les inyectaban a las chicas que eran vendidas por lo que puse todas mis fuerzas en tratar de evitarlo. -Tienes dos opciones. – Me dijo el tipo del maletín. – Puedes quedarte quieta y
Descubrí gracias a Chase dos semanas después que había estado cautiva por al menos tres años. Sabía que había sido secuestrada en el cumpleaños de mi abuelo, así que solo hice una cuenta rápida cuando me dijo qué día era hoy. -¿Por qué incendiaron tu hogar? – Preguntó esa mañana cuando estaba limpiando su habitación. Realmente no había mucho que hacer ya que era un niño bastante ordenado, pero era mi parte favorita del día. Este pequeño era el único dentro de la manada que me trataba como cualquier persona y no le importaba el hecho de que yo no aullara a la luna. -No lo sé. - Dije honestamente. – Un día estaba en casa celebrando el cumpleaños del abuelo y lo siguiente que sé es que había un montón de gritos afuera. -¿Eran muchas personas? – Preguntó intrigado. Supongo que para el niño era un cuento de una grandiosa aventura. Ah, la inocencia. -Estaba bastante oscuro y mis pobres ojos humanos no podían ver bien. – Dije y me dio una sonrisa torcida. Oh, mi pobre corazón, cuando cre
Mi rutina era sencilla: Evitaba a todos y a todas las lobas del lugar mientras me concentraba en limpiar a fondo la casa de la manada. Después, iría directo con el Señor Fred para que siguiera dándome un poco de teoría ya que no poseía la fuerza y los músculos suficientes para comenzar con un verdadero entrenamiento. Las comidas desde que llegué a la manada eran mucho mejores que mi antigua prisión, pero no conseguía recuperar peso. Mis ocupadas tardes no pasaron desapercibidas por mucho tiempo porque pocos días después, el Alfa Bastian me dijo que fuera a su oficina después de limpiar la cocina. -Toma asiento, Rose. – Dijo en cuanto llegué. – Iré directo al grano ya que no tengo tiempo, quiero saber ¿Qué es lo que haces cuando sales de aquí? Tengo reportes de mis exploradores viendo cómo te escabulles al bosque y Susan dice que no llegas a dormir hasta bien entrada la noche. -Limpio la cabaña del señor Fred. – Dije en el mismo tono que usaba cada que hablaba con él… y con cualquie
Llegamos sin mayores contratiempos con el lobo mayor y le expliqué rápidamente que teníamos que escondernos cuando abrió molesto la puerta. -¿Y por qué m****a no fueron al Lugar seguro en vez de aquí? – Dijo con un gruñido molesto mientras abría su perta de par en par y nos dejaba entrar. Yo colapsé en el piso junto a la puerta cuando mi tobillo dejó de funcionar. -La Casa de la Manada está bajo ataque. – Dije con la respiración entrecortada. – Además, no tengo idea de dónde se encuentra el Lugar seguro. -No funcionaría, el camino al lugar seguro estaba bloqueado. – Dijo Chase transformándose y apresurándose para ayudarme a levantarme. -¿Qué sabes de la situación?- Preguntó el señor Fred en mi dirección. -¿Por qué todos piensan que yo sé una m****a? – Dije malhumorada apoyándome en la pared y en Chase para levantarme. – Yo solo sé que hay lobos aún más hostiles corriendo libremente por el lugar. El señor Fred soltó un bufido y luego me tomó en sus brazos para depositarme con cui
(Un año y medio después.) -De nuevo, estás descuidando tu flanco izquierdo. – Dijo el Señor Fred sentado cómodamente debajo de la sombra de un árbol mientras yo me quemaba hasta las pestañas con el maldito calor. -No lo estoy descuidando. – Dije malhumoradamente. – Esta posición hace que apoye un poco de peso extra y… -Sin excusas, humana. Un error así podría costarte la vida. -Tiene razón, Rose. – Dijo Chase atacando mis costillas. – Incluso yo puedo ganarte en una pelea. -Me ganas en una pelea porque no quiero golpearte. – Dije con una sonrisa cálida al ver sus intentos por derribarme. -Eso no es cierto, ya te he ganado… -Tristemente, cachorro, la humana tiene razón. Nunca ha entrenado realmente fuerte contigo. Bajé mi bastón y me acerqué a mi pequeño compañero de entrenamiento ante su mirada triste. -Tranquilo, estoy segura de que en un par de años más serás el lobo más fuerte de tu manada. Y hablaba en serio. En el último año que había estado aquí, he visto que el pequeño