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Capítulo 5. Una mujer segura e independiente.

Llegamos sin mayores contratiempos con el lobo mayor y le expliqué rápidamente que teníamos que escondernos cuando abrió molesto la puerta.

-¿Y por qué m****a no fueron al Lugar seguro en vez de aquí? – Dijo con un gruñido molesto mientras abría su perta de par en par y nos dejaba entrar.

Yo colapsé en el piso junto a la puerta cuando mi tobillo dejó de funcionar.

-La Casa de la Manada está bajo ataque. – Dije con la respiración entrecortada. – Además, no tengo idea de dónde se encuentra el Lugar seguro.

-No funcionaría, el camino al lugar seguro estaba bloqueado. – Dijo Chase transformándose y apresurándose para ayudarme a levantarme.

-¿Qué sabes de la situación?- Preguntó el señor Fred en mi dirección.

-¿Por qué todos piensan que yo sé una m****a? – Dije malhumorada apoyándome en la pared y en Chase para levantarme. – Yo solo sé que hay lobos aún más hostiles corriendo libremente por el lugar.

El señor Fred soltó un bufido y luego me tomó en sus brazos para depositarme con cuidado sobre el único sofá del lugar.

-Gracias. – Dije con un suspiro de alivio cuando levanté la pierna y descansé el tobillo.

-Hubo una falla de seguridad del lado Norte. – Dijo Chase serio.

-Los Skilltown están dando problemas entonces. – Murmuró pensativo el señor Fred.

Chase me dio una mirada de “te lo dije”. Yo solo puse los ojos en blanco.

-Sea lo que sea, deberíamos de entrar todos en tu bonito cuarto seguro. – Dije esperanzada en dirección al lobo mayor.

-No, creo que es el momento perfecto para que practiques lo que hemos estado hablando por días. – Dijo cruzándose de brazos.

Lo miré incrédula.

-No lo dirás en serio.

-¿Me escuchas reír, humana? – Preguntó y luego se dirigió hacia Chase. – Tú, pequeño, debes de esconderte.

Chase me miró indeciso cuando el señor Fred abrió una pequeña rampa cerca de su cama y le indicó que se metiera.

-Ve, Chase. Estoy segura de que estaré bien. – Dije con una pequeña sonrisa de ánimo.

Una vez que el cachorro estuvo a salvo, miré ceñuda al lobo.

-Escucha, por si no lo has notado, no creo que sea buen momento para que…

-Calla, humana. – Dijo con un gruñido tan feroz que cerré mi boca de inmediato. – Bien, ahora, ya he pensado en tu pequeño problema con tu pierna.

Se dirigió a un costado de su pequeña chimenea y tomó lo que parecía un bastón  largo de madera.

-Toma, es para ti. – Dijo lanzándolo en mi dirección.

-Uh…

Lo atrapé con ambas manos y lo observé de cerca; no se sentía pesado, había sido lijado a profundidad y se adaptaba perfectamente a mi mano pequeña.

-No ganarás una pelea contra un lobo con el triple de fuerza que tú sin al menos un truco. – Dijo dirigiéndose a la puerta. – Es un regalo, puedes usar el bastón como apoyo para tu pierna y como arma en caso de necesidad.

-Yo…

Estaba realmente conmovida por su consideración. No se lo había dicho y desconocía si Chase le había hablado sobre mi tobillo, así que su pequeño gesto tocaba algunas fibras sensibles.

-Apresúrate. Debemos ir a cazar uno o dos lobos para que practiques. – Dijo saliendo de la cabaña.

-Yo no sé usar un arma. – Dije siguiéndolo utilizando mi nuevo bastón como apoyo.

-¿Y por qué crees que te he pedido hacer ejercicios extraños mientras utilizas la escoba al limpiar? – Dijo sin volverse. – Puedes manejar un par de movimientos.

Miré incrédula hacia su espalda antes de que otro pensamiento se me ocurriera.

-¿Qué pasa con el pequeño? ¿Podemos dejarlo solo? – Murmuré en caso de que hubiera alguien por los alrededores.

-Si.

No me dio más explicaciones y yo no las pedí; confiaba en el lobo por alguna razón.

Lo seguí temerosa de encontrarme realmente con alguien.

-Nunca he preguntado qué haces en la manada porque ese no es mi asunto. – Dijo un par de pasos después sin detener la marcha. – Pero quiero que sepas que si estás viviendo aquí es porque el Alfa así lo ha permitido, por lo que estás sumamente agradecida y en cuanto me viste ser atacado por un par de lobos, no dudaste en ayudarme.

-¿Qué? - Pregunté confundida.

No me respondió, sino que se transformó en lobo y echó a correr hacia adelante.

El señor Fred era un lobo grande y grisáceo; suponía que su problema de visión no era ningún obstáculo para lo que sea que este tramando.

Me encogí de hombros y me apresuré a seguirlo en línea recta.

Muy pronto nos detuvimos en la línea de los árboles cercanos al único parque que yo reconocía; era el mismo por el que pasaba cada mañana para ir a limpiar la Casa de la manada.

-¿Por qué estamos aquí? – Murmuré lo más bajo posible.

El ruido de una pelea llamó mi atención y salté por lo menos un par de centímetros al aire cuando la voz del Señor Fred sonó repentinamente cerca.

-¿Recuerdas tus primeros días limpiando mi casa?

-Uh… ¿Si? – Dije con un estremecimiento.

-Bien, ten eso en mente y espera mi señal.

Decir que estaba confundida era decir poco.

El señor Fred se volvió a transformar y soltó un gruñido hacia los lobos que estaban peleando antes de entrar directamente a la pelea. No estaba muy segura de qué se suponía que tenía que hacer, así que me quede quieta esperando “una señal”… algo que tampoco estaba segura de qué se suponía que era.

El lobo del Señor Fred tomó del cuello a uno de ellos y lo arrojó en mi dirección. Observé al lobo aturdido levantarse dándome la espalda para volver a enfrentar a los otros do lobos; entonces uno de ellos se transformó y me dio una orden ridícula.

-La nariz es la araña, quita la telaraña y luego barre la pared.

Lo miré incrédula antes de apartar la mirada de su cuerpo desnudo. Tomé mi nuevo bastón largo y recordé mi primer día de trabajo en su casa.

-Tenes que matar a las arañas con el mango de la escoba. – Dijo el lobo gruñón detrás de mí. – Haz círculos utilizando los hombros y parte de tu abdomen... no, ponle más fuerza… perfecto. Cuando termines, quiero que barras la pared de izquierda a derecha usando únicamente la fuerza de tus brazos… no, tienes que mantener tus pies firmes.

Eso se repitió durante mucho tiempo a pesar de que ya no quedaba ninguna araña en su pared.

Volviendo al presente, tomé una piedra d debajo de mis pies para arrojarla al lobo y llamar su atención. Con más valentía que fe en mí misma, reafirmé mi agarre sobre la madera del bastón y lancé un rápido golpe a la nariz del lobo.

Esto tampoco esperaba que funcionara, pero lo hizo.

-¡Quita las telarañas, niña!

Me concentré en el círculo que debía trazar tomando como referencia la cara del animal; el movimiento hizo que picara ambos ojos el animal y aullara de dolor. No necesité la siguiente instrucción, porque enseguida hice un barrido “de pared” dándole un fuerte golpe con el impulso entre su cuello y su columna.

El lobo se desplomó y no volvió a levantarse.

-Que me parta un rayo… - Dijo un murmuro delante de mí.

No levanté la vista por miedo a encontrarme al otro lobo desnudo además del señor Fred.

-Lo has hecho bien, humana – Dijo el lobo mayor. – Ahora, sígueme para acabar con unos cuantos más.

Yo negué violentamente con la cabeza antes de darme cuenta de que no podía ver mi gesto.

-Yo no…

-Escucho problemas en dirección de la Casa de la manada. – Dijo el señor Fred dirigiéndose al lobo que aun me observaba curioso. – Ve, ayuda en lo que puedas.

-Si. – Dijo el lobo antes de transformarse e irse.

-Escucha humana. – Dijo volviendo su atención a mi. – Si la manada cae, nadie te asegura que no te maten en cuanto te vea la “nueva administración”. Así que puedes escoger ser de ayuda y congraciarte en cierta forma con la manada u ofrecerte tú misma para que te asesinen rápidamente.

Cruzó los brazos mortalmente serio y esperó mi respuesta. ¿Yo? Bueno, me gustaba respirar; no había llegado tan lejos después de los últimos años solo para que me mataran un montón de lobos racistas… ¿Se dice racistas?... lo que sea.

-¿Tanto odian a los humanos? – Pregunté curiosa.

-No tienes idea.

-Bien, pero dudo ser de mucha ayuda. – Dije aferrando mi bastón ante la sonrisa maliciosa del señor Fred.

La siguiente hora más o menos caímos en una rutina extraña: Él los localizaba y yo quitaba telarañas o barría paredes. Realmente ni siquiera conté con cuántos lobos nos topamos en nuestro recorrido por el territorio.

En vista de que yo solo salía de casa de los Mason hacia la Casa de la manada, no conocía realmente la extensión y los caminos que conducían a otras partes, así que me mantuve pegada al costado del lobo gris.

Estaba golpeando a un lobo cuando un gruñido que me heló la piel sonó alto y claro. Antes de que pudiera buscar el origen, un lobo negro se arrojó contra el lobo marrón contra el que me enfrentaba. Cerré los ojos ante la carnicería.

-¡¿Se puede saber qué m****a estás haciendo aquí y no en el Lugar seguro?!

Abrí un ojo y lo cerré de nuevo, pero por supuesto que la imagen del Alfa Bastian en toda su gloria desnuda se quedaría en mis retinas grabada a fuego.

-¡¿Me estás escuchando, humana?! – Dijo tomándome fuertemente por los hombros y sacudiéndome un poco.

-Lo hago. – Murmuré en tono sumiso. Entonces un lobo gris llamó mi atención y me hacía señales extrañas a espaldas de Bastian; fue cuando caí en cuenta de lo que se suponía debía de decir. – Vivo en la manda gracias a usted, Alfa. Estoy sumamente agradecida de que me haya comprado en esa subasta, así que en cuanto vi al señor Fred en problemas con algunos lobos, decidí ayudarlo a… a llegar al lugar seguro.

Obviamente yo no sabía dónde carajos estaba ese lugar seguro, pero como sea.

Bastian me soltó y yo abrí los ojos tratando de enfocarme en su cara. Se veía bastante incrédulo hasta que el señor Fred se transformó y respaldó mi versión.

-Escuché la conmoción y decidí echar una mano; esta amable jovencita me ha estado ayudando a eliminar unos cuantos enemigos. – Dijo el señor Fred en tono duro. - ¿Cuál es la situación actual?

-Los hemos ahuyentado. – Dijo soltando la tensión de sus hombros con un gran suspiro. – En los últimos quince minutos he estado cazando a los rezagados; haré una reunión con toda la manada en el lugar seguro en una hora, quiero que asistas Fred.

-Por supuesto. – Dijo con una leve inclinación de la cabeza.

-En cuanto a ti, humana. – Dijo volviendo a fruncí el ceño mientras me miraba de arriba abajo. – No olvides que eres mía.

Con ese críptico mensaje en forma de gruñido, se volvió a transformar y se fue. Yo rodé los ojos a su espalda, por supuesto que sabía que soy algo así como su esclava de la limpieza.

-Interesante. – Dijo el Señor Fred antes de encogerse de hombros. – Volvamos, humana. Ha sido suficiente ejercicio por hoy.

Lo seguí en silencio por el bosque; no nos encontramos a ningún otro lobo y eso me alegró ya que mi tobillo me estaba matando. En cuanto llegamos a su cabaña, sacamos a Chase de su escondite y le aseguramos que ahora estábamos a salvo.

-Tienes potencial, humana. – Dijo el señor Fred cuando terminé de prepararnos una comida sencilla con lo que encontré en su refrigerador. – Si sigues entrenando conmigo, en un par de años serás capaz de defenderte de cualquier otra manada de weres. Quizá no contra un vampiro, pero…

-No creo que esté lista para esa conversación. – Dijo Chase al ver mi cara pálida.

No lo estaba. No quería saber qué otras cosas de fantasía existían, muchas gracias.

Una hora después, el señor Fred me llevó a la gran reunión de la manada. No creía que debía estar presente, pero el lobo mayor insistió.

Estuve bastante confundida cuando algunos machos me asentían con la cabeza con reconocimiento, tampoco ayudaban la miradas mortales que me daba la familia Alfa, así que me pegué al costado del lobo mayor y durante toda la plática informativa, las suaves palmadas en mi espalda me reconfortaron.

A partir de ese día, el señor Fred me tomó bajo su pata (¡Ja!) ayudándome no solo a saber defenderme, sino a forjarme como una mujer segura e independiente.

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