Fueron varios minutos los que Ashley duró sumida en sus pensamientos. Las últimas palabras dichas por aquel abogado seguían resonando en su confusa mente: "Mi representado ha demandado la custodia de su hijo"La custodia. La CUSTODIA. De pronto era como si Ashley hubiese comprendido la gravedad de aquel asunto y en un impulso de ira tomó la citación entre sus manos y la arrugó hasta convertirla en una bola de papel que tiró al suelo con fuerza. —¡No! ¡No lo permitiré!—gritó a viva voz, completamente fuera de sus casillas. ¿Cómo se atrevía a mandarle un abogado? ¿Cómo se atrevía a demandar la custodia de su pequeño Arnold? Sin duda, Angelo Westler era el tipo más vil y desgraciado que existía sobre la faz de la tierra. Todavía no podía creer lo estúpida que había sido en el pasado, y lo ciega que había estado como para enamorarse de él. En ese momento, Ashley maldijo el día en que lo conoció, el día donde ilusamente quedó flechada de aquellos ojos verdes que la habían hechizado
«Necesito 8000 dólares», pensó Ashley saliendo del edificio donde acababa de contratar los servicios del abogado más costoso de la firma. Ashley sabía que su hijo valía la pena, pero no tenía el dinero para pagar los honorarios del abogado¿Y ahora qué haría?Las opciones eran limitadas para la joven madre, la posibilidad de pedir un préstamo en el banco la atravesaba, el único detalle era que no tenía nada que le sirviera de garantía.Para ese punto se sentía perdida, había tomado una decisión precipitada y ahora tenía que pagar las consecuencias. Había cometido un error, se había dejado llevar por sus emociones y ahora tenía que pagar el precio.Y el precio era: 8000 dólares. Pero ya no había espacio para el arrepentimiento, la decisión estaba tomada y la afrontaría. Después de todo, aquel abogado iniciaría con la contrademanda ese mismo día. «¡Bien! Que no crea que puede salirse con la suya», se animó al saber que Angelo recibiría también una citación esa misma tarde. Angelo se
Débora salió de la oficina de su hijo con una mirada triunfal. Le complacía saber que Angelo no podía hacer nada para detener la demanda. La demanda estaba en marcha y así se quedaría.Una sonrisa siniestra se dibujó en sus finos labios al pensar en el veredicto, que estaba segura, sería a su favor. Ese mocoso quedaría en sus manos y, aunque estaba convencida de que no era su nieto, le complacía el hecho de hacer sufrir a Ashley al arrebatárselo.Quería hacerla suplicar y retractarse de cada una de sus palabras, de esas cachetadas que le había dado y del hecho de atreverse a ponerle una mano encima.Ashley Jones quedaría enteramente destruida tras su venganza. [...]Ashley se sentía ansiosa por las decisiones que estaba tomando. De cierta manera sentía que estaba actuando de forma precipitada, pero con los Westler no podía bajar la guardia. Y mucho menos con esa víbora, Débora, una mujer sin escrúpulos que muy seguramente estaba detrás de todo esto.—¡Maldita mujer! —exclamó Ashley,
Ashley recibió la notificación de Enrique, había venido a buscarla al departamento. Luego de leer el mensaje, terminó de darle las últimas indicaciones a la niñera y se despidió de su hijo. —Vengo en un rato, cariño. No tardaré—dicho esto besó la frente del pequeño con devoción y afecto. Un vehículo la esperaba en la entrada de su edificio. Enrique bajó del mismo y le saludó gustosamente. —Te ves preciosa—halagó en cuanto la tuvo al frente.Las mejillas de la mujer se tiñeron de carmesí tras el cumplido. Había evitado maquillarse en exceso, para no dar la impresión de que lo estaba seduciendo, pero al parecer su rostro con poco maquillaje había causado un mejor efecto. —Gracias—contestó tímidamente. Dicho esto, Enrique abrió la puerta del copiloto y le invitó a subir al vehículo. Se trataba de un Ford Focus de color gris. El auto estaba limpio y bien cuidado, pero era evidente que no era nuevo.Y de esa manera inició el viaje entre ambos compañeros que ahora eran muy buenos amigos
—¿Es todo?—preguntó la mujer, luego de que su investigador privado le traerá la última información que había recabado. —Sí, señora. —Bien, puedes retirarte. Débora repasó una a una las fotografías tomadas por su empleado. En ellas podía verse a Ashley en diferentes escenarios: saliendo del trabajo, regresando a ese edificio de mala muerte en el que vivía por la tarde y, la última, pero no menos importante, saliendo con un hombre muy entrada la noche. —¡Zorra!—bramó mujer completamente segura de que el mocoso era hijo de ese o de cualquier otro tipo. Luego de terminar de revisar cada una de las fotos, concluyó que alguna de ellas podría llegar a servirle. Su abogado seguramente encontraría un tesoro en todo esto. La mujer tomó el teléfono y llamó a Gerónimo, el hombre contestó a los pocos segundos. —Mi señora—atendió meloso. —Ahorrémonos las tonterías, Beiger—lo interrumpió Débora, conociendo toda su sarta de parafernalia—. Tengo información que puede ser útil en el caso. —Por
Ashley ignoró la provocación hecha por su exsuegra y entró a la sala de audiencias, para esperar a que comenzara el caso de custodia de su hijo.Sin embargo, en el proceso, no pudo evitar cruzar miradas con Angelo, quien le devolvió el gesto con mucha más atención. Ese fugaz cruce de miradas hizo rememorar en su interior sensaciones que creía ya extintas y que, de alguna manera, le hicieron sentir frustrada consigo misma. Ese hombre se había atrevido a entablar una demanda en su contra con la única intención de arrebatarle a lo más importante en su vida y, ella se ponía a suspirar como si aún estuviese en la primaria, como si el tiempo no hubiese transcurrido y no le hubiese sido infiel.Se odiaba por eso. Y lo odiaba a él mucho más por todo lo que hacía sentir a pesar del tiempo…Ashley se obligó a alejar esos tormentosos pensamientos y se concentró en lo importante. Debía demostrar que era la mejor madre para su hijo, que nadie más aparte de ella estaba en las condiciones de cuid
Tras las palabras del juez, una oleada de tensión se impregnó en cada uno de los implicados. Ashley, Angelo y sus respectivos abogados se miraron unos a otros con una mezcla de ansiedad y nervios. Mientras tanto, en la sala del departamento de Ashley, se encontraba el pequeño Arnold, ajeno al drama que envolvía a sus padres, jugando inocentemente con sus juguetes, mientras era supervisado por la niñera que había sido contratada para cuidarlo esa mañana.Minutos después, fueron invitados todos a regresar a la sala de audiencias. Débora, quien se sentía segura de lo que sucedería a continuación, decidió entrar primero, sin evitar regalarle una mirada cargada de suficiencia a su exnuera. Ashley sintió una ira incontrolable fluir con ese simple acto. Odiaba a esa mujer. Era tan malvada. El silencio en la sala de audiencias se hizo palpable mientras el juez, con expresión seria, anunciaba su veredicto. Observando detenidamente las fotografías presentadas por Gerónimo, el juez expresó su
Después del inesperado intercambio de palabras entre Ashley y Angelo, la tensión en la sala se intensificó con la llegada de Débora. La mujer, con una actitud desdeñosa, se acercó con una mirada de desprecio hacia Ashley.—No creo que ese niño sea mi nieto—declaró con insolencia, lanzando un claro insulto a la joven. Ashley, molesta ante su insinuación y las constantes artimañas de exsuegra, respondió: —Si no cree que es su nieto, ¿entonces por qué quería quitármelo?Débora, sin poder disimular su burla, admitió con cinismo: —Solo quería quitártelo para hacerte sufrir, querida. Las palabras resonaron en la sala, dejando a Ashley impactada por la crueldad de esa mujer.Angelo, quien se encontraba presente, miró a su madre con notable decepción. Siempre era lo mismo.—¡Madre, basta!—exigió, pero como de costumbre fue ignorado por ella.En esos instantes la furia creció en Ashley, quien estaba a punto de abofetear a Débora, pero antes de que pudiera actuar en su contra, Angelo interv