Después del inesperado intercambio de palabras entre Ashley y Angelo, la tensión en la sala se intensificó con la llegada de Débora. La mujer, con una actitud desdeñosa, se acercó con una mirada de desprecio hacia Ashley.—No creo que ese niño sea mi nieto—declaró con insolencia, lanzando un claro insulto a la joven. Ashley, molesta ante su insinuación y las constantes artimañas de exsuegra, respondió: —Si no cree que es su nieto, ¿entonces por qué quería quitármelo?Débora, sin poder disimular su burla, admitió con cinismo: —Solo quería quitártelo para hacerte sufrir, querida. Las palabras resonaron en la sala, dejando a Ashley impactada por la crueldad de esa mujer.Angelo, quien se encontraba presente, miró a su madre con notable decepción. Siempre era lo mismo.—¡Madre, basta!—exigió, pero como de costumbre fue ignorado por ella.En esos instantes la furia creció en Ashley, quien estaba a punto de abofetear a Débora, pero antes de que pudiera actuar en su contra, Angelo interv
Ashley recibió la información detallada sobre el horario de visitas de Angelo a Arnold. Mientras revisaba el documento, un suspiro escapó de sus labios, reflejando la frustración que aquella noticia le provocaba. «De nuevo tú», pensó con cansancio y deseando que el mismo Angelo desistiera de la idea de ver a su hijo. Pero sabía perfectamente que una vez ambos se conocieran, lo mejor sería que Angelo se mantuviera presente en la vida del pequeño Arnold. Odiaba la idea de que su hijo se encariñara con el hombre y viniera él un día y simplemente desapareciera, dejándole el corazón destrozado. Si llegaba a hacer algo como eso, nunca se lo perdonaría. Su hijo era lo más sagrado que tenía y no estaba dispuesta a tolerar que nadie le hiciera daño. Así que con eso en mente, decidió enfrentar la situación y sabía que tenía una conversación pendiente con su pequeño.¿Cómo decirle acerca de la existencia de su padre? Arnold tenía tan solo dos años y hasta el momento no había preguntado nada
A la hora del almuerzo, Ashley recogió a su hijo en el salón de juegos, y luego fueron juntos a la cafetería de la empresa, dónde sabía que Enrique la estaba esperando. Mientras caminaban hacia el lugar, miró a su pequeño y le acarició el cabello con ternura. —Voy a presentarte a un amigo, cariño—le notificó con una sonrisa.Los ojitos del pequeño se iluminaron aún más. —¿Es mi papá?—preguntó, con la esperanza palpable en su voz. Ashley, apretando su mano con cariño, le respondió con sinceridad: —No, mi vida, a tu papá lo conocerás mañana.Arnold, quien inicialmente se mostraba demasiado entusiasta por la idea de conocer a su padre, aceptó esta nueva noticia con curiosidad. —Oh, ¿y entonces quién es, mami?—Es un amigo de mamá. —¿Un amigo? ¿Cómo los que yo tengo en la escuela?—Así es, cariño.Luego de darle una breve descripción de lo especial que era el amigo que conocería, se encaminaron al lugar. Aunque la emoción de Arnold no era tan intensa como la expectativa de conocer
Ashley despertó ese sábado por la mañana con un nudo en el estómago, la idea de que su hijo conocería a Angelo, le generaba mucho estrés. Hubiese preferido que eso nunca pasará, pero el destino tenía otros planes para ellos; y entre esos planes estaba el hecho de que Angelo volviera a aparecer en su vida, justo como lo que era: una presencia indeseable. Sabiendo que no tenía más alternativa que asistir al dichoso encuentro, respiró profundamente y se armó de valor para enfrentar lo que venía.Sus pasos se dirigieron a la habitación de su pequeño, quien dormía ajeno a las sensaciones tormentosas que invadían a su joven madre. —Solamente no quiero que te lastimen, amor—le dijo sabiendo que él no la escucharía. Un segundo suspiró, resonó en el aire y componiendo su mejor sonrisa, lo despertó: —¡Buenos días, mi amor!Inmediatamente, su hijo abrió sus ojitos, esos ojitos azules y preciosos. —¡Buenos días, mami!—contestó enderezándose, un segundo después su expresión se llenó de eufor
Mientras saboreaban un delicioso helado, Angelo y Arnold se habían sumergido en una conversación animada sobre sus gustos favoritos. Arnold, con entusiasmo, compartió con su padre lo mucho que le gustaba una caricatura en específico.—Papá, ¡es la mejor caricatura de todas! Tiene superhéroes y monstruos divertidos—exclamó el niño con los ojitos brillando de emoción. Ashley no dejaba de observar con asombro, cómo su hijo ya hablaba con Angelo con una familiaridad increíble, como si lo conociera de toda la vida, como si no fuese un extraño al que tenía que empezar a decirle "papá". —Suena genial—respondió Angelo, aparentemente interesado en lo que su hijo hablaba—. ¿Qué te parece si la próxima vez vamos al cine a verla?Esa simple pregunta hizo que el niño se levantara de la silla que ocupaba y empezará a dar saltitos. —¡¿En serio?! ¡¿En serio?!—Sí—contestó el hombre y luego la miró de soslayo—. Claro, si tu madre te da permiso—hizo notar que sin su permiso, la salida no se concreta
Al salir del edificio donde vivían Ashley y su hijo, sus pasos resonaron en la acera hasta llegar a su vehículo. Su mandíbula tensa demostraba que la discusión de hace un rato había provocado que un mar de emociones oscuras despertaran en su ser. Sentía molestia, ira, y algo más… algo a lo que no quería ponerle un nombre. Pero vaya que sabía de qué se trataba, ese sentimiento sin duda era lo suficientemente fuerte como para no hacerse notar.Ashley, su Ashley, estaba saliendo con otro hombre. Angelo cerró la puerta de su vehículo con un movimiento brusco, un sonido seco produjo su acción e inmediatamente hizo rugir el motor, dejando un chirrido de neumáticos al apretar el acelerador. Al andar, las luces de la calle destellaban en su rostro, iluminando una expresión enojada que luchaba por ocultar.Mientras conducía, sus pensamientos se encontraban atrapados en la reciente disputa. Había tantas palabras no dichas en su mente, tantas verdades que resonaban en su interior. Necesitaba
Era lunes por la mañana, Ashley despertó con muchas expectativas respecto a ese día. Luego de un fin de semana complicado gracias a la presencia de Angelo, necesitaba sumergirse nuevamente en la rutina, en la tranquilidad que la rutina le proporcionaba. Llevó a su hijo al colegio y hasta el momento todo pintaba bien y rutinario. Pero no fue hasta que llegó a su trabajo y fue llamada por su jefe, que sus expectativas cambiaron. —Necesito ese informe listo para hoy—exigió Vladímir, indiferente. Como si no supiese que necesitaba al menos tres días para realizarlo. —Es una locura. No creo poder…—¿Disculpa? Le reto el hombre a negarse. Su expresión era dura.—Señor, usted muy bien sabe que se necesita hacer algunos balances y un estudio detallado del mercado. No es tan simple como lo dice. —Señorita Jones, para eso la empresa le paga un buen salario, así que deje de quejarse y póngase a trabajar—ordenó, regresando su atención a su computador e ignorando su malestar. Ashley salió de
La mano enorme de Vladímir se instaló en su cintura, presionándola. Los ojos de Ashley se abrieron por completo al sentir el contacto, con ese simple acto supo que esto iba muy en serio. —¡¿Qué le pasa?!—gritó tratando de empujarlo. Ningún trabajo valía el precio de su integridad y respeto propio. —Ya que no está listo lo que te ordene. Entonces demuéstrame en que eres buena—contestó el hombre con un tono asquerosamente lascivo e insinuante. Ashley sintió una fuerte arcada al escucharlo y al ver la manera en la que se relamía los labios, como si tuviese seguro de que iba a ceder a su sucio juego. —¡Suélteme!—volvió a gritar y lo empujó con todas sus fuerzas.Lamentablemente, Vladímir solo se movió un par de centímetros y rápidamente recuperó el espacio perdido con creces. Para estas alturas no había espacio entre los dos y la mano callosa del hombre se había apoderado de su mandíbula, aprisionándola y sometiéndola a escuchar sus barbaries. —Esta noche tendremos sexo y no habrá n