Al salir del edificio donde vivían Ashley y su hijo, sus pasos resonaron en la acera hasta llegar a su vehículo. Su mandíbula tensa demostraba que la discusión de hace un rato había provocado que un mar de emociones oscuras despertaran en su ser. Sentía molestia, ira, y algo más… algo a lo que no quería ponerle un nombre. Pero vaya que sabía de qué se trataba, ese sentimiento sin duda era lo suficientemente fuerte como para no hacerse notar.Ashley, su Ashley, estaba saliendo con otro hombre. Angelo cerró la puerta de su vehículo con un movimiento brusco, un sonido seco produjo su acción e inmediatamente hizo rugir el motor, dejando un chirrido de neumáticos al apretar el acelerador. Al andar, las luces de la calle destellaban en su rostro, iluminando una expresión enojada que luchaba por ocultar.Mientras conducía, sus pensamientos se encontraban atrapados en la reciente disputa. Había tantas palabras no dichas en su mente, tantas verdades que resonaban en su interior. Necesitaba
Era lunes por la mañana, Ashley despertó con muchas expectativas respecto a ese día. Luego de un fin de semana complicado gracias a la presencia de Angelo, necesitaba sumergirse nuevamente en la rutina, en la tranquilidad que la rutina le proporcionaba. Llevó a su hijo al colegio y hasta el momento todo pintaba bien y rutinario. Pero no fue hasta que llegó a su trabajo y fue llamada por su jefe, que sus expectativas cambiaron. —Necesito ese informe listo para hoy—exigió Vladímir, indiferente. Como si no supiese que necesitaba al menos tres días para realizarlo. —Es una locura. No creo poder…—¿Disculpa? Le reto el hombre a negarse. Su expresión era dura.—Señor, usted muy bien sabe que se necesita hacer algunos balances y un estudio detallado del mercado. No es tan simple como lo dice. —Señorita Jones, para eso la empresa le paga un buen salario, así que deje de quejarse y póngase a trabajar—ordenó, regresando su atención a su computador e ignorando su malestar. Ashley salió de
La mano enorme de Vladímir se instaló en su cintura, presionándola. Los ojos de Ashley se abrieron por completo al sentir el contacto, con ese simple acto supo que esto iba muy en serio. —¡¿Qué le pasa?!—gritó tratando de empujarlo. Ningún trabajo valía el precio de su integridad y respeto propio. —Ya que no está listo lo que te ordene. Entonces demuéstrame en que eres buena—contestó el hombre con un tono asquerosamente lascivo e insinuante. Ashley sintió una fuerte arcada al escucharlo y al ver la manera en la que se relamía los labios, como si tuviese seguro de que iba a ceder a su sucio juego. —¡Suélteme!—volvió a gritar y lo empujó con todas sus fuerzas.Lamentablemente, Vladímir solo se movió un par de centímetros y rápidamente recuperó el espacio perdido con creces. Para estas alturas no había espacio entre los dos y la mano callosa del hombre se había apoderado de su mandíbula, aprisionándola y sometiéndola a escuchar sus barbaries. —Esta noche tendremos sexo y no habrá n
A la mañana siguiente, Ashley llegó a su trabajo pensando en Enrique y en la invitación que tenía para él. No sabía cómo solicitarlo, pero necesitaba invitarlo a comer, no solamente por agradecimiento, sino también porque su amiga Mónica deseaba conocerlo. Con eso en mente se acercó a la oficina del hombre, quien la había salvado la noche anterior. El recuerdo de Enrique entrando a su oficina y salvándola de las garras de Vladímir, llenó el corazón de Ashley, quien no pudo evitar pensar en él con extrema devoción. Así que con una mezcla de nerviosismo y agradecimiento, tocó la puerta del despacho, esperando recibir su permiso para ingresar. —Adelante—escucho. Luego de su permiso, lo abordó con una sonrisa amable:—Enrique, buenos días—dijo, haciendo notar dulzura en sus palabras, una dulzura de la que el hombre se percató al instante. Por unos segundos, Enrique se quedó perdido en esa mueca de alivio por parte de Ashley, esa sonrisa era tan hermosa y encantadora, tan contraria al
Las cosas entre Ashley y Enrique fueron avanzando a pasos agigantados. El hombre, quien siempre se mostraba atento y preocupado por la mujer, se ofrecía día a día a llevarla hasta su casa. En un principio, Ashley había mostrado un poco de renuencia al respecto, ya que la idea de ser una molestia no le gustaba para nada. Pero poco a poco, Enrique había sabido derribar todas sus defensas. —Gracias—murmuró Ashley, a punto de abrir la puerta del auto. En ese día, como en muchos otros, Enrique la había llevado hasta la puerta de su edificio.—Ya sabes que no tienes que agradecer. Lo hago encantado—fue la respuesta sincera del hombre. Ashley se giró y le sonrió con plenitud. Enrique detalló su sonrisa, y de esa forma, ambos se quedaron mirando fijamente por unos instantes. Afuera del vehículo, el sol se había ocultado, revelando una luna preciosa que bañaba el cielo de cálidos colores. En la acera, unas pocas personas transitaban, convirtiéndola en una noche hermosa y al mismo tiempo m
—Vendré mañana con un poco más de calma. Y te juro que jugaremos todo lo que quieras—fueron las palabras de despedida de Angelo para con su hijo. —No, papá. No te vayas—insistió el niño con sus ojitos brillando de inocencia.Ciertamente, para Arnold no existía ningún problema con el hecho de que su padre se quedará. ¿Qué podría pasar de malo? Sin embargo, lo que no sabía el niño, era que era su madre quien no deseaba que su exmarido se quedará en su departamento un segundo más. La razón era sencilla: arruinaría su encuentro con Enrique. —Mami, ¿papá puede quedarse también a cenar?—Hijo, tu padre te ha dicho que debe irse. Seguramente tiene cosas importantes que hacer, ¿verdad, Angelo?El hombre la miró fijamente por un instante y luego se giró para mirar a su pequeño. —Así es—confirmó la versión de Ashley—. Pero mañana estaré completamente disponible. Así que pasaré a verte otra vez. La carita de tristeza por parte de Arnold fue evidente para todos, pero no había nada que se pudie
—¿Entonces ese es tu exmarido?—preguntó Enrique cuando regresó de terminar de acostar al pequeño Arnold. Era un poco más de la diez de la noche y luego de una agradable velada, en la que Enrique y su hijo se la pasaron jugando, era el momento de compartir un poco los dos solos. —Sí, ese es Angelo, mi exmarido. Por alguna razón, Ashley no quería hablar de él, pero Enrique se sentía curioso respecto al hombre. —Dijo que vendría mañana—recordó sus palabras. —Ah, sí. Supongo que lo hará, se lo prometió a Arnold. —¿Y no te incomoda que se presente tan seguido en tu casa? —Desde luego que sí. Es un fastidio—confirmó la mujer con tono amargo, pero cambiando de semblante lo miró con una sonrisa ladeada—. Pero no hablemos de él. Ya que estás aquí…—y dejo la frase inconclusa esperando que su novio captará el mensaje. —¿Te sientes lista?Enrique entendió su indirecta de inmediato. —Creo que sí. Ashley se inclinó un poco más en el sofá y de forma seductora acarició el pecho del hombre.
El sol comenzaba a despertar la ciudad cuando Ashley se apresuró a prepararse para otro día en la oficina. Enrique llegaría pronto para irse juntos al trabajo, y mientras eso sucedía, se terminaba de arreglar. Ajustando su chaqueta, resonó en la casa el sonido del timbre. «Llegó», pensó, sintiéndose emocionada como una niña chiquita. Al abrir la puerta, Ashley encontró a Enrique con una sonrisa radiante. —Buenos días, preciosa—saludó él, dándole un cálido beso en la mejilla. El afecto en aquella acción la tomó sobrecogida, se había dado cuenta de que era un hombre encantador, un hombre del que se quisiera enamorar, notó, percatándose de ese detalle; de que aunque le gustaba, sí, pero aún no guardaba sentimientos más profundos hacia el hombre. —Buenos días—sonrió ella en respuesta—. Iré por Arnold, ya está listo para ir a la escuela—y dicho eso se encaminó a la habitación de su hijo. De esa forma salieron juntos de la casa y caminaron hacia el automóvil, donde Arnold, se acomodó rá