A la mañana siguiente, la alegría de sus hijos al verla, rellenó todas sus fuerzas, aunque siguieran empecinados en no hablar.Mientras los dejaba en la escuela, como cada día, trataba de entender lo que había pasado la noche anterior.Se había despertado sobre una camilla en una especie de consultorio médico, pero cuando salió de allí, empujada por Carlos, claramente estaba en un departamento.Mientras él la dirigía fuera, notó que ya era de noche.La preocupación por sus hijos, se suavizó cuando leyó un mensaje de Ignacio avisándole que él se haría cargo de los niños hasta que ella llegara a casa y preguntando por cómo se sentía.Allí termino de entender que se había desmayado, pero ¿Por qué había un consultorio médico en un complejo de departamentos?¿Ese era el departamento de Carlos?¿La gente rica no va los hospitales? Luego, el secretario de Dante solo le había dado una tarjeta con un número para contactarlo, antes de meterla en un taxi y asegurarle que estaría presente en la
Dante estaba completamente perdido en ella y su cercanía.Por un segundo, se olvidó hasta de respirar.De nuevo, la trasparencia de su mirada, la intensidad de sus emociones y la honestidad en su agradecimiento, lo abrumaron.Como hipnotizado por los labios entreabiertos de la mujer, acarició con suavidad el contorno de su mejilla y ella parpadeó un par de veces.- Lamento interrumpirlos, pero el doctor Domoniccie nos espera - Carlos carraspeó – Espero su orden, Señor.Dante sintió la boca seca. Quería besarla, pero ella se alejó rápidamente, acomodándose en su lugar.A regañadientes, asintió con la cabeza en dirección a Carlos y el auto se puso en marcha.Lara se acomodó el cabello y alisó su camisa.En cuestión de minutos llegaron al complejo de departamentos en que Dante se alojaba.Con la luz del día y una mente más alerta que en su descompostura anterior, Lara se dio cuenta de inmediato que no era el mismo lugar del que había salido antes.Dante y Carlos se separaron en el estaci
- Tú estabas sentado aquí – Lara tomó a Dante del brazo y tiró de él para llevarlo hasta el sillón – Hey, colabora conmigo, esto es por ti – reprochó mientras tiraba más fuerte de su brazo.Pero Dante no se movía ni un solo centímetro. Tenía la vista fija en el espejo frente al sillón.Lara se inclinó hacia él: – Solo concéntrate en mí – le susurró, poniéndose de puntitas.El aliento de Lara contra su cuello fue tan cálido que lo estremeció.Cuando se giró, se topó con Lara, mirándolo con coquetería, pegada a su pecho.- Esto… - Dante tragó saliva con dificultad.- Tenemos que repetir lo que ocurrió la otra noche.La joven tiró de nuevo de su brazo y lo acercó al sillón.El calor de Lara desató todo lo que se había gestado dentro de él, al sentirla tan cerca en el auto.Fue como tirar un fósforo en un charco de gasolina.Reaccionó de inmediato, pero estaba aturdido ¿Por qué únicamente con ella reaccionaba así?- ¿Y ahora qué hacemos? No quiero besarlo si no está de acuerdo, tengo mied
Con el corazón en la garganta, Lara llegó a su casa en un abrir y cerrar de ojos.El frente de su casa estaba acordonado como si fuera la escena de un crimen y Guadalupe, con unos lentes de sol negros y un vaso de café descartable, miraba a Luz y los niños parados a un costado, tiritando del shock.Hombres uniformados entraban y salían de la casa cargando muebles y tirando la ropa sobre la vereda.- ¿Qué está pasando? – Lara le preguntó a dos hombres uniformados que reían con el abogado Rubiot, como si la angustia de su familia fuera un chiste.- No pagó la indemnización de mi cliente en la audiencia de hoy, así que nos cobraremos ese dinero de otra manera.- ¡Pero aún no ganó el juicio! - Mi clienta no puede perder tiempo con un juicio absurdo. Eso podría arruinar su reputación – sacaba pecho delante de ella para intimidarla –Así que presentamos un petitorio para cobrarnos la indemnización, total ya todos sabemos cómo terminará ese juicio.- ¿Cobrarse…? ¡Eso no es legal!- Claro que
- Son las tres de la madrugada – Mauricio parpadeaba tratando de adaptarse a la luz de la sala - ¿No piensas dormir?Sentado en un inmenso sillón blanco, con su habitual pantalón de vestir negro y una camiseta, Dante estaba sentado con una taza de café en las manos.- Magnolia no quiere dormir – le contestó sin apartar la vista de la niña en el suelo.La niña de apenas un poco más de un metro treinta de altura, con el cabello renegrido peinado en una hermosa coleta y tendida panza abajo, coloreaba un cuadernillo repleto de arcoíris y unicornios.- Es la diferencia horaria – Mauricio se sentó a su lado.- Magnolia nunca fue de dormir mucho.- Es igual a su padre – lo miró de reojo. - Definitivamente no se parece a su madre en eso – Dante rio por lo bajo.Dante miraba la puerta del cuarto en que Nina descansaba luego de regresar del hospital, a la niña, a su taza de café y luego al teléfono tirado sin cuidado sobre uno de los almohadones del sofá.Mauricio no se perdía ningún detalle d
Lara miraba el cielo sobre ella y se lloraba la vida.Pero ya no era un llanto de angustia ni bronca, era el llanto de una despedida.Alumbrada por las luces encendidas dentro de la casa y sentada en medio de la vereda, se despidió de todo lo que fue.Soltó aquel matrimonio lleno de mentiras y la angustia y los miedos con los que convivió todos esos años.Esa noche, comenzaba una nueva etapa en su vida, una que comenzó cuando conoció a Dante en Córdoba.Quizás, un tiempo atrás, confirmar que Víctor nunca la quiso habría sido devastador, pero en ese momento Lara sentía una especie de liberación: se liberó de todo luto y duelo por el difunto mentiroso y manipulador, esposo. Sentirse usada no era para nada lindo, pero al menos tenía el consuelo de que la vida le dio justicia al final y no volvería a sufrir ni por Víctor, ni por Guadalupe.La gente la miraba y se cruzaba de vereda y la vecina de enfrente seguía pegada a la ventana, como si nadie pudiera verla correr un costado de la cort
Lara encendió el ordenador mirando de reojo a la puerta de la oficina de Dante.¿Carlos y Dante estarían ya allí?- Lara ¿Puedo usar la fotocopiadora de aquí? – Ignacio abanicaba delante de ella un par de folios – Tengo que sacar copias a las planillas de los empleados que fueron enviados al VIP para que salgan sus liquidaciones esta semana, pero la fotocopiadora de mi sección no funciona.Aun con la vista en la puerta, Lara asintió.Ignacio siguió el recorrido de su mirada y habló por lo bajo, cuchicheando: - Dicen que el jefe llegó esta madrugada.- ¿Quién dice qué? – Lara se giró y corrió la silla al lado de Ignacio, para escuchar con atención.- Miguel, el de seguridad – explicó – dice que el nuevo jefe y su secretario, ese Carlos, llegaron a eso de las cuatro de la mañana con una decena de hombres de negro, armados hasta los dientes, como si fuera una película de acción.- ¿A las cuatro de la mañana? – preguntó extrañada.Lo de los hombres armados no le sorprendía, los notó la tar
- Lara – Dante la tomó del brazo antes de que ella alcanzara la puerta - ¿Qué quieres decirme?- Nada, realmente no era nada – insistió, mirando la mano de Dante que la sujetaba – Solo tenía una duda.Una duda que no tenía sentido conversar con él ¡Ni que necesitara su permiso para tomar la píldora de emergencia!Se sintió ridícula.Si el piso se hubiera abierto debajo de ella para escupirla del otro lado del mundo, Lara lo agradecería. Tomar medidas de prevención no tenía nada que ver con Dante en sí, era algo de ella y su cuerpo y no estaría de más.También debería sacar una cita con su ginecóloga… Impotente o no, virgen o no, Dante seguía siendo un completo extraño.- Tampoco tienes que explicarme nada de esa mujer… ni nada más. – sonrió, pero se notaba que era sonrisa forzada.- Pero quiero explicarte. El corazón de Lara se saltó un latido.- Mira, Dante – se volteó para enfrentarlo – Generalmente, soy buena comprendiendo mi lugar y mis límites, pero en cuanto a relaciones no sé