¿A DÓNDE FIRMO?

- ¿De verdad no va a demandarme? – Lara sintió el cuerpo flojo de repente.

Tantos giros inesperados le tenían los nervios a flor de piel y Lara estaba a punto de colapsar.

- Este es un contrato laboral como mi acompañante – volvió a su escritorio para sacar del cajón una carpeta negra – Si acepta, no solo ganará diez veces más de lo que ganaba como encargada aquí, también tendrá todo lo necesario para ganar el juicio por la demanda de Guadalupe sin tener que vender su casa. Yo mismo la ayudaré con eso.

Lara tenía las piernas blanditas.

- ¿No tendré que vender mi casa?

Se tambaleó hasta la silla delante de él y lo miró de una manera que logró desconcertar a Dante.

Acostumbrado a ser cuestionado y vigilado todo el tiempo, Dante se había enfrentado a miradas desconfiadas, recelosas, meticulosas y calculadoras, miradas traicioneras, desafiantes, de desagrado y con claro desacuerdo, pero nunca, una con tanta súplica.

Lara Guzmán lo miraba como si su vida estuviera en sus manos y le suplica
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