Hola! En unas horitas cargo el resto!
¡Boom!A doscientos cincuenta metros del predio del hotel, una mujer de cabello renegrido y largas piernas sonreía.Todo tembló.Estaba tan cerca como para percibir la onda expansiva de semejante explosión, pero no correr riesgos con el desmoronamiento previsto para el hotel.Tomó la copa de vino sobre la mesa y encendió el televisor.Estaba ansiosa por escuchar las noticias sobre aquella explosión.Le encantaba ver la reacción de la gente al tratar de descubrir qué pasaba en cada una de sus explosiones. Era una mujer vanidosa y se encargó de que la explosión fuera como en una demolición: controlada y contenida dentro de aquel hotel, pero con la intensidad suficiente para que se desmoronara por completo.“Alrededor de quince muertos” Se imaginaba que dirían “Unas treinta personas heridas”La excitación corría por sus venas.- Hace apenas unos minutos trascendieron las palabras de Carlos Álvarez, el secretario personal del primer ministro Dante Hatclifft – contaba el relator – Sin ning
Era tal la indiferencia de sus hijos, que a veces, Lara creía que eran dos viejitos que terminaron atrapados en los cuerpitos de un par de niños por error. E incluso ellos mismos, estaban tan acostumbrados a mantener silencio, que a la corta edad de siete años, tenían una madurez emocional pocas veces vista.Pero al momento en que dijeron “mamá”, fueron simplemente eso: dos niños de apenas siete años buscando el calorcito de mamá.Luz también lloraba, para ella, Lara era más mamá que hermana.Se recostaron todos apretados en la camilla que era ligeramente más ancha que las camillas comunes y únicamente se calmaron cuando sus corazones latieron al mismo compás.Lara los abrazó, besó y acarició, hasta que se aseguró de que no era un sueño.Su tristeza era más grande y profunda de lo que los niños podían entender. Solo añoraba una familia llena de amor, pero con los años, el destino la puso a prueba una y otra vez.En aquel momento, su familia de cuatro, era una familia atravesada por
Semi sentado en la camilla, Dante se miraba las palmas de las manos.Mientras esperaba a Lara, cientos de pensamientos lo asaltaban y sentía que la felicidad que acababa de conocer, se le colaba entre los dedos como arena.Mauricio tenía razón en alguna que otra cosa: La vida de Lara ya era demasiado complicada y además, era madre.No se trataba solo de que ella sintiera por él ni de lo que él pudiera ofrecerle, se trataba del bienestar de sus hijos.Pero Dante no estaba dispuesto a darle la razón a su médico en todo.No iba a aceptar que dejarla ir fuera lo mejor.Si bien, tratar de conjugar la vida de Lara y la suya podía verse como querer mezclar agua y aceite, Dante lo haría.Tenía que intentarlo.Solo si, luego de intentarlo todo, ella seguía sin querer casarse con él, entonces la dejaría ir.Pero aunque esa relación estuviera condenada a fracasar, Dante lo intentaría todo.Cerró los puños con fuerza.Su felicidad no se esfumaría así como así.- ¿Cómo te sientes? – le pregunto el
A Lara le llevó un momento comprender lo que estaba ocurriendo.¿Ese era el verdadero Dante?¿Al fin se quitaba la careta? Y lo que había debajo de esa fachada de hombre recto, todo el tiempo hablando de “mi firma vale, mi firma vale” ¿Era un hombre tan posesivo como para amenazarla y forzarla?- ¿Así es como hacen esto ustedes? ¿Secuestrando a todos solo porque les parece conveniente? – lo cuestionó. - No eres cualquiera – Dante enarcó una ceja. Se estremeció al pensar en la cantidad de gente como él o quien la secuestro, que andaban sueltos por ahí.Dos días atrás, ella ni siquiera sabía de Dante y muy probablemente, en un par de días tomarían caminos separados, pero aun así, algún loco desquiciado había tratado de matarla solo para molestar al primer ministro.- Y yo creyendo en que esto entre nosotros era especial… - se lamentó.Trato de ser leal con sus sentimientos ¡Se ilusionó! Aun cuando pensó en alejarse de él, se encontraba tan atraída por ese hombre, que su alma lloraba e
Lara abrió la puerta de su casa con un nudo en el estómago.No estaba segura de lo que haría, pero en sí, esa etapa de su vida se llamaba “Improvisar”.- Doc… - le susurró a Mauricio que fue el último en entrar - ¿De verdad está de acuerdo con que es mejor que Dante siga con las investigaciones aquí?Dante miraba el espacio de la sala de arriba para abajo, de espalda a ellos.- No, pero me encanta verlo renegar – admitió el médico encogiéndose de hombros.La mandíbula de Lara colgó.- ¿Pero por qué en mi casa? – le preguntó de nuevo, indignada.Una hora atrás discutían con Dante si ella pagaría la multa por terminar con el contrato entre ellos antes de tiempo, o si él la llevaría por la fuerza al otro lado del océano.Si bien ella no estaba completamente lista para ninguna de las dos opciones, cuando Mauricio entró en el cuarto para recordarles que estaban en un hospital y no podían gritar como Dante hacía, Lara conoció el verdadero arrepentimiento.Como si fuera la respuesta más lógi
A la mañana siguiente, Dante sintió que algo se removía en los pies de la cama.Medio dormido se giró incómodo.La cama tenía una medida estándar que no contemplaba sus dimensiones, igual que el sillón de Lara, por lo que tuvo que dormir medio plegado.No fue hasta que se estiró, panza arriba y de cara al techo, que notó que la sutura se relajaba.Respiró hondo.Si se quejaba de la cama o de cualquier otro detalle de la casa, Lara lo mataría.Como si la llamara con el pensamiento, ella cruzó un brazo por su cintura. Dante sonrió.Fue como si la cama se hiciera grande de repente.Era la primera vez en su vida que Dante amanecía con una mujer prendida a su cuerpo.Era una sensación que tapaba por completo cualquier molestia e incomodidad.Todo el mundo de Lara parecía hecho a la medida de aquella mujer y él quería caber allí para tener más mañanas como esa.Se pegó más ella y cerró los ojos, dispuesto a dormir un poco más. Total, ella no huiría de nuevo como en el VIP.Por si acaso, cr
Mientras Ignacio se llevaba los niños al colegio y Lara buscaba en el navegador de su teléfono “¿Qué pasa si muere el primer ministro británico en mi casa?”, Mauricio transpiraba en la habitación.- Dante, tienes que volver al hospital.- Un hospital aquí es un blanco fácil - respiraba profundo para sobrellevar el dolor - Si quieres internarme tendré que volver a Inglaterra. - Tampoco estas en condiciones de soportar un vuelo tan largo.- Pude caminar con el bastón y dormir en esta cama sin problemas, podré soportar un vuelo en el avión de la embajada.- No con Lara amotinada allí arriba - recalcó.Aunque no lo pareciera por su carácter espontáneo y su, un tanto cínica, conducta, Mauricio era sumamente profesional y no se le pasaba ningún detalle.Sabía que Dante no podría estar en el hospital en ese país más de un par de días, o su atacante tendría una amplia ventaja para volver a atacarlo.En Inglaterra sería diferente. Allá, la seguridad que protegía al primer ministro era el trip
- Nunca entiendo qué tienes en la cabeza - Natalia rebajó con la mirada a Lara - Apenas van un par de años de que te sacaste de encima el parásito de Víctor y ya mantenés a otro hombre.A Lara le latía la yugular.- A quien mantenga yo en mi casa, es problema mío - dijo entre dientes.- ¡Ojalá fuera solo problema tuyo! ¿Olvidaste todo lo que nuestra familia tuvo que soportar cuando saliste embarazada de Víctor?Dante agudizó la mirada.Por lo que entendió de lo que escucharon, esa mujer era la madre de Lara, pero parecía demasiado joven, aunque nunca le preguntó a Lara su edad.Para tranquilizar su lado protocolar, asumió que Lara tendría apenas unos treinta y cuatro o treinta y cinco, aunque no los aparentara. Pero si Lara tenía una hija adolescente, al menos tenía que tener eso, lo que estaba dentro de los parámetros de lo que sería aceptable para su pareja, tomando en cuenta que él ya tenía ambos pies del otro lado de la línea de los cuarenta.Aunque siempre fue asertivo a la hora