Capítulo 607
Luis tampoco esperaba una respuesta. Salió rápidamente, bajó las escaleras y se subió al coche, donde se sintió un poco más aliviado.

La hermosa secretaria Catalina estaba sentada frente a él.

Luis se aflojó la corbata, cerró los ojos y suspiró:

—Tú también piensas que no debería haberla traído de vuelta, ¿verdad?

Catalina sonrió con discreción:

—Una secretaria competente no se mete en la vida personal de su jefe.

Luis entreabrió los ojos y la miró fríamente.

Esa noche, Luis tuvo una reunión en la empresa y no regresó a la mansión.

Al día siguiente, Dulcinea llamó a Catalina.

Catalina escuchó su solicitud y respondió amablemente:

—Hablaré con el señor Fernández. Aunque, si usted se lo pide directamente, él seguramente aceptará.

Dulcinea apretó los labios:

—No quiero hablar con él.

Catalina, sorprendida, solo pudo suspirar.

Después de colgar, entró en la oficina del presidente. Luis estaba revisando documentos, y Catalina le transmitió la solicitud de Dulcinea, añadiendo un comentario
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