Capítulo 615
En el lavabo blanco, una gota de sangre se diluía en el agua…

Dulcinea miraba sin expresión.

Pensó que probablemente estaba enferma.

A la mañana siguiente, Catalina llegó temprano para llevar a Luis a firmar un contrato.

Luis se ajustó la corbata y se sentó a la mesa a desayunar con su habitual elegancia.

Catalina lo esperaba sentada en el sofá.

Miró hacia el dormitorio y no escuchó ningún ruido, suponiendo que Dulcinea aún dormía. En voz baja, le preguntó a Luis:

—¿Cómo vamos a manejar lo de Hazel?

Luis casi lo había olvidado.

Para él, esos romances eran cosa de todos los días.

Pero siempre había sido generoso con las mujeres. Después de pensarlo un poco, respondió:

—Envíale un cheque de cinco millones. Y dile que no vuelva a llamarme.

Catalina entendió, eso significaba que todo había terminado.

Siempre sintió compasión por Dulcinea, así que se atrevió a preguntar:

—¿Y las demás… también dejarás de verlas?

Luis levantó la vista.

Catalina sintió un escalofrío, temiendo haber cruzado un
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