Capítulo 605
No lo detuvo con éxito.

Luis abrió la puerta, sosteniéndola por la cintura mientras caminaba bajo la brillante luz del candelabro de cristal. La luz iluminaba su piel marfil, resplandeciente por el sudor fino.

El cabello negro y largo de Dulcinea caía húmedo sobre su espalda, moviéndose suavemente.

Parecía una ninfa acuática, etérea y triste.

Luis no se detuvo, y los ojos de ella estaban vacíos.

Al llegar al dormitorio, la colocó en el borde de la cama suave, y lo que siguió fue brutal y vulgar.

Aunque ella no cooperaba, él siempre lograba llevarla al límite.

Pronto, las sábanas estaban hechas un desastre.

En la lujosa habitación, solo se escuchaba el rechinar de la cama y los susurros roncos y desesperados de ella. Lo había suplicado innumerables veces, pero él no la soltaba…

Sus ojos oscuros nunca dejaban de mirarla, queriendo verla rendida.

Luis tenía mucha resistencia,

podía torturarla toda la noche.

Al final, Dulcinea no pudo más, y rodeó su cuello con los brazos, acercando su cue
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