Capítulo 53
Ana mantuvo en secreto el incidente con la tía Carmen. Su padre, creyendo que Carmen había salido por un par de días, sugirió a Ana que volviera a casa.

—Deberías irte a casa, Ana. Aquí hay enfermeras para cuidar —dijo su padre.

Ana, sin embargo, negó con la cabeza.

Pero Ana se negó.

—No quiero irme. Prefiero quedarme aquí —respondió.

Bajo la tranquilidad de la noche, su padre, cansado por la enfermedad, finalmente se quedó dormido.

Ana, sentada sola en una sencilla silla, reflexionaba en silencio. En su rostro aún se notaba una marca roja, un recuerdo del altercado con la madre de Cecilia.

Desde fuera de la habitación, Mario miraba a través del cristal a Ana. Observaba la herida en su rostro, su mirada perdida y sus ojos sin brillo. Esto le hacía recordar la fortaleza y las palabras que Ana había dicho anteriormente, contrastando con su estado actual.

《De hecho, siempre he sido así. Solo que tú, Mario, nunca lo notaste》

《Mario, ese dinero no es para que estemos juntos. Siempre has
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