Capítulo 480
No lo interrumpió.

Después de un rato, Eulogio preguntó:

—¿Es de Ana?

Mario asintió:

—Sí, lo es. Lo escribió cuando era muy joven. Una vez hice algo mal, dije algo que no debía, y ella se enojó tanto que prendió fuego al diario. Así quedó.

Después de decir esto, quedó en silencio por un buen rato. Se preguntaba si por el resto de su vida, si su salud no mejoraba, tendría que depender de estos recuerdos. ¿Seguiría Ana adelante y encontraría un nuevo amor?

Eulogio notó su preocupación. Lo consoló suavemente:

—Si no puedes olvidarla, cuídate bien. ¡Quién sabe, quizás te recuperes! Además, tienes un lazo emocional con Ana. Ella no piensa que eres una carga. Mario, las mujeres no tienen muchos años de juventud. Siempre la haces esperar, siempre la haces irse… Hasta que ella se convierta en tu arrepentimiento, y entonces será demasiado tarde para lamentarse.

La voz de Eulogio se entrecortó. Miró hacia fuera, con la voz llena de melancolía:

—Como yo, tengo arrepentimientos que nadie conoce.

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