Capítulo 478
Y entonces, continúa con sus caricias.

Ana luchaba contra él, pero cada vez se sentía más rendida ante sus caricias. Sin embargo, la razón le gritaba que esto estaba mal… ¡no podían caer en esta tentación de nuevo!

Su cuerpo era manejado bruscamente por él, su postura vergonzosa, y la puerta del cuarto no estaba asegurada. No se atrevía a imaginar lo humillante que sería si alguien entrara en ese preciso momento.

Sin otra alternativa, Ana decidió despertarlo con un golpe en la mejilla.

En ese instante, Mario recobró la conciencia.

Sus ojos negros la miraron con confusión, como si no entendiera lo que había sucedido, pero su mano aún reposaba sobre ella… y cuando se percató de ello y la retiró, ambos sintieron la incomodidad del momento. Él deseaba, dolorosamente, mientras que ella se sentía perturbada.

Cuando Ana se apartó, lo reprendió en voz baja:

—¿Ya te has divertido lo suficiente? Ahora déjame ir.

Mario permaneció recostado en la cama, su bata fina empapada en sudor. Parecía haber
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