Capítulo 477
Al verla, Ana recordó los tiempos oscuros que habían pasado juntas. Se ajustó el abrigo con firmeza y respondió fríamente:

—Entre nosotras, «mamá» es una palabra que no podemos sostener. Además, solo estoy yendo por los niños, no por ti.

Al escuchar esto, Isabel entendió su punto y no pudo contener las lágrimas.

—Lo entiendo. Lo entiendo.

Su tono era sumiso, pero Ana no se conmovió.

Más tarde, en el coche, Ana permaneció en silencio todo el tiempo. Isabel intentó hablar varias veces, pero al final solo suspiró:

—Ana, sé que me odias.

Ana apartó la mirada. Mirando la nevada fuera de la ventana, dijo con voz baja:

—Los recuerdos de aquellos días nunca se irán de mi mente, así que nunca te perdonaré.

Isabel cubrió su rostro con las manos. Tal vez era por la edad o tal vez por las cicatrices emocionales, empezó a recordar los días en que Ana era joven, cuando la veía y siempre la llamaba cariñosamente «tía Isabel»… Aunque en el pasado le tenía mucho aprecio, cuando Ana se casó y se mudó, e
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