Capítulo 407
Ana volvió al departamento. Al entrar, se apoyó contra la puerta, sombría y desolada, y respiró profundamente. Aún sentía temblar sus piernas… Sabía que regresar a Ciudad B podría significar encontrarse con Mario, pero no esperaba que fuera tan pronto.

Él, en la entrada de la Villa Bosque Dorado, había hecho cosas que la hicieron retroceder. La intuición de Ana le decía que Mario ahora era peligroso y que no debería haber regresado a Ciudad B, especialmente porque Enrique sufría de una severa rinitis y Ciudad B no era el mejor lugar para él.

Tras un largo momento de distracción, Ana encendió la luz. La luminosidad reveló su rostro delicado y pálido, aún hermoso y juvenil a pesar de sus dos hijos. Parecía que el tiempo no había dejado marca en ella.

Finalmente, se levantó y caminó hacia el armario para sacar una botella de champán. Era el momento perfecto para una copa.

Mientras servía la bebida, recibió una llamada de Víctor, quien le habló con dulzura:

—Tengo otro compromiso más tarde
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