Capítulo 400
En un día que debía ser de júbilo, Isabel no pudo contener las lágrimas.

Le confesó a Mario que si no hubiera sido por su comportamiento con Ana en el pasado, no estarían en esta situación…

Mario, con voz quebrada, admitió:

—¡El error fue mío!

Bajó la vista hacia Isabel, su voz cargada de amargura:

—Mamá, Ana está bien ahora, no la perturbes… Enrique, al crecer, seguro que encuentra un buen hombre y tendrá su propia vida.

Mario había sido siempre orgulloso y seguro, pero ahora aceptaba la idea de que Ana rehiciera su vida con otro hombre.

Isabel se sintió inundada por la tristeza.

Le tomó un buen rato calmarse, y justo entonces, la sirvienta subió con la cena: sopa de loto con semillas de lirio. Isabel tomó una cucharada y, con lágrimas en los ojos, miró a Mario:

—Mario, regresa a la mansión… Deja que tu madre te cuide.

Ella siempre estaría preocupada por su hijo.

Mario tomó el cuenco, su tono sereno:

—Aquí estoy bien.

Porque este lugar había sido su hogar con Ana, donde compartieron a
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