Capítulo 38
En el aparcamiento, Mario apagó el coche, se sentó en él pensando, y la llamó a Ana, pero la llamada fue rechazada.

Mario no intentó llamarla otra vez, se recostó en el asiento de cuero y encendió un cigarrillo. Pensó que Ana debía de estar enfadada. Y se preguntó si estaba enfadada por el trato grosero que le había dado anoche o porque se había marchado. Supuso que las palabras de Gloria por teléfono Ana las debía de haber oído.

Mario sostenía el móvil en una mano, pensando si debía enviarle un mensaje para aquietar sus ánimos y hacerla contenta. Pero ese tipo de cosas que sólo harían las parejas enamoradas no eran adecuadas para él y Ana. Él no había amado a Ana, ni en el pasado, ni ahora, ni en el futuro.

Cuando Mario guardó el móvil, Gloria se acercó y le abrió la puerta del coche.

Tras una noche sin dormir, Gloria no estaba cansada. Ella siempre había trabajado muy duro, lo cual Mario apreciaba mucho, por lo que no la había despedido después de que ella intervino en su vida person
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