Capítulo 42
Al ver a Ana, Leo no se sorprendió. Miró a Ana y su preciosa ropa.

Unos segundos después bajó las escaleras despacio, se le acercó a Ana y le hizo un cumplido:

—Este vestido es bastante bonito, pero lo que llevaste ese día en el hospital te sentaba mejor.

Ana sabía lo que pensaba Leo. Dijo siempre inexplicables palabras, y se fue al Hotel Emperor todos los días... Aunque era lenta, ella sentía algo, pero sólo podía fingir estar confundida. Leo no era alguien con quien podía establecer contacto.

Sara no vio su relación, ella en su lugar introdujo con una sonrisa,

—Ana, él es el primo de Henry. Ha sido muy travieso desde niño. A menudo viene a visitar.

Ana sonrió, —Nos conocemos.

Sara le dio una palmadita en el hombro:

—Olvidé que Leo y Mario son amigos de la infancia. Vosotros hablad, yo voy a por las copas de cristal, los criados siempre están dejando caer la pelota.

Cuando Sara terminó de hablar, se marchó primero.

Leo se metió las manos en los bolsillos del abrigo y miró a Ana.

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