Capítulo 48
Mario así lo pensó y así lo hizo.

Entró en la estrecha cocina y le rodeó el cuerpo con los brazos por detrás. Apoyó la barbilla en los delgados hombros de Ana, inclinó ligeramente la cabeza hacia un lado y besó con ternura la parte detrás de su oreja.

Esa intimidad repentina hizo que se estremeciera.

Ella bajó los ojos y miró los platos en sus manos,

—¿Qué estás haciendo? ¿No has venido a comer?

Mario apretó los brazos y murmuró suavemente a sus oídos:

—Ana, vuelve conmigo.

El cuerpo de Ana se puso rígido.

Esta fue la primera vez que Mario no utilizó el tono de comando para hacerla volver con él. Fue como una petición, este cambio conmovió a Ana. Frunció el ceño.

Mario le besó el pelo y levantó los ojos:

—¿Está bien ...?

De repente sonó el teléfono móvil. Mario frunció el ceño, sin querer darle importancia alguna, pero Ana ya estaba despierta.

Mario miró el teléfono, era Cecilia llamando. Colgó el teléfono e intentó explicarle algo a Ana.

Ana supo de quién era la llamada y, mientras l
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