Capítulo 41
Mario sonrió con burla y dijo:

—Eres muy ambiciosa.

Ana sonrió fríamente,

—Sé que merezco. Con cien mil dólares, conseguiré este proyecto para usted.

Mario entrecerró los ojos,

—¿Y si no?

La sonrisa de Ana se desvaneció,

—Eso significa que usted falta de habilidad.

Nadie le había provocado tan directamente. Mario lo encontró muy interesante.

Se inclinó y se acercó para decir al oído de Ana:

—Parece que tengo que conseguir este proyecto, de lo contrario mi esposa también pensará que soy incapaz.

Al acercarse, Ana sintió su aliento fuerte, haciéndola sentir calor.

Ana le apartó de un empujón:

—¿No estamos hablando de cosas? No seas frívolo.

Lo que pasó en aquella noche aún la hacían sentirse incómoda. Para Ana Mario era infiel, siempre se imaginaba la escena de que Mario flirteaba con otras mujeres. Le dio asco.

Cuando salió del coche, Mario la agarró de la muñeca. Ana reprimió su mal genio y dijo:

—Me pondré en contacto con Sara mañana por la mañana, pero sólo si me llega el diner
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