Capítulo 109
Después de que Gloria terminó de hablar, Mario respondió con calma: —Voy para allá ahora mismo.

Sin embargo, él no se apresuró a irse. En cambio, tocó suavemente el rostro de Ana, que ya no estaba tan cálido como antes, incluso algo frío.

Con voz ronca, Mario dijo: —Voy al hospital, trata de dormir temprano.

Ana no respondió.

Mario tomó su abrigo, lo puso sobre sus hombros y una vez más acarició suavemente la mejilla de Ana antes de salir.

La noche de otoño se cernía sobre la habitación.

Una vez que Mario se fue, Ana se relajó repentinamente, respirando con ligereza.

Ella se sentía aliviada.

Afortunadamente, la llamada de Gloria llegó en un momento crucial, y la emergencia con Cecilia había obligado a Mario a irse. De lo contrario, Ana temía que pudiera haberse sumergido una vez más en la ternura de Mario, luchando y sufriendo en sus propias contradicciones y conflictos internos.

Ana se deslizó del tocador y miró la tarjeta de Alberto caída en el suelo, junto con su diario.

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