Capítulo 117
Nunca lo habían hablado abiertamente, pero ambos sabían que desde que Ana había vuelto con Mario, ella resistía cada vez que él intentaba tocarla, aunque a veces ella también sentía deseo.

Pero esa noche fue diferente.

Bajo una luz tenue y con un hombre increíblemente gentil, él parecía que cada uno de sus movimientos había sido cuidadosamente considerado, preocupándose por no lastimar a Ana, temeroso de que ella pudiera rechazarlo.

Incluso mientras Mario yacía cerca del oído de ella, le preguntaba en voz baja si ella se sentía cómoda.

Ana lo abrazó por el cuello, sin querer hablar. Pero su cuerpo ya había dado la respuesta.

Aquella noche de pasión fue la mejor que habían tenido en sus tres años de matrimonio, ambos encontrando una satisfacción completa.

Después, Ana se dio un baño.

Mario, vistiendo solo pantalones y una camisa, se sentó en la terraza a disfrutar del aire fresco y fumar.

El viento nocturno levantaba las puntas de su cabello bien peinado, su rostro, generalmente se
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