Capítulo 113
Era una tarde de finales de otoño, y el cielo estaba lleno de un resplandor colorido que añadía un toque de brillantez al crepúsculo.

Ana regresó al apartamento de la familia Fernández.

Apenas abrió la puerta, escuchó la voz de Mario, que sonaba muy agradable.

—Cuando estaba estudiando en el extranjero, siempre arreglaba las tuberías yo mismo.

—No te preocupes por la ropa sucia, Carmen. Mañana iré a casa a cambiarla, ¡no hay necesidad de molestarte!

¿Qué hacía él allí?

Ana cerró la puerta y se quitó los zapatos lentamente.

Carmen, al oír el ruido, salió y le dijo en voz baja: —Mario llegó hace una hora. Justo se rompió una tubería en la cocina y él la arregló. ¿Vino a buscarte para que regreses a casa?

Carmen estaba sorprendida.

Mario solía ser muy arrogante, ¿cómo podría hacer algo así? Parecía que todos los hombres eran iguales, capaces de hacer cualquier cosa cuando se mostraban atentos.

Ana se quitó el abrigo y dijo: —Esta noche me quedaré aquí.

Carmen suspiró aliviada y le resp
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