Capítulo 114
Mario jugueteaba con el largo cabello de Ana, su voz sonaba lánguida y sensual en la penumbra de la noche: —¿Ese poco dinero que tienes, lo ganaste tocando el violín con Pablo? ¿Unos pocos miles? Eso ni siquiera alcanza para un café de alta gama.

Ana permanecía apoyada en su hombro, sin decir una palabra.

Quizás para él, esa cantidad era insignificante.

Pero para Ana, ese dinero era fuente de su coraje.

Incluso si volvía con Mario, planeaba ganar su propio dinero, no quería depender de él para vivir, ni recibir cheques de él después de tener relaciones sexuales.

Ella no lo decía, pero Mario conocía todos sus pensamientos.

Él la abrazó fuertemente, sosteniéndola en sus brazos.

Así la mantuvo por largo rato.

Inquieta, Ana intentó liberarse y dijo: —Mario, voy a ducharme.

Pero Mario capturó su mano, entrelazando sus dedos... Su frente reposaba contra su pecho, su nariz alta pegada a su piel, en una postura íntima y cercana.

Ana no podía soportar esa posición, levantó ligeramente la cabez
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