Capítulo 108
La reacción de Ana al verse descubierta hizo que sus orejas se sonrojaran aún más.

Con una mano cubría el cajón, intentando impedir que Mario viera su interior.

—¡No es nada! —respondió ella nerviosamente—, solo es un perfume nuevo que compré y acabo de abrir.

Mario, en un cambio inusual de actitud, replicó con calma: —Entonces, ¿por qué no te pones un poco de perfume para que lo huela? Dicen que el perfume es el mejor pijama para una mujer, ¿no es así?

Su tono era insinuante, con esa mezcla de firmeza y seducción que resultaba difícil de rechazar para Ana.

Mientras hablaban, Mario ya había abierto el cajón y encontró la botella de perfume. Tomándola, aplicó suavemente un poco detrás de las orejas de Ana.

La piel de Ana reaccionó con un temblor ligero al contacto.

Mario, reflexionando, sujetó los hombros de Ana y acercó su rostro al hueco del cuello de ella.

Su nariz rozaba la oreja de ella mientras decía con una voz ronca y seductora: —Este perfume huele realmente bien.

Ana no p
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