Capítulo 103
Ana entregó la ropa a la sirvienta, quien la miró con compasión y dijo: —¡Señora!

Pero Ana le respondió con serenidad: —Es solo trabajo.

Para ella, estos quehaceres eran insignificantes en comparación con lo que había sufrido en manos de Mario en la intimidad.

Lo que Ana no sabía era que, en ese momento, Mario también estaba en el coche, oculto a la vista desde el exterior del vehículo negro.

La sirvienta pensó que solo la secretaria había llegado en el coche oficial.

Al cerrarse la puerta del coche, Mario preguntó con aparente desinterés: —¿Qué dijo la señora?

Últimamente, su humor en la oficina había sido sombrío.

La secretaria le respondió cautelosamente: —No dijo nada en particular. Pero parece que la señora está a punto de salir.

Mario no indagó más.

Mientras el coche arrancaba, pensó: «Últimamente, Ana parece estar muy ocupada.»

Antes del mediodía, Ana visitó la oficina del abogado Romero para hablar sobre algunos avances en el caso de Luis.

La oficina de 30 metros cuadrados
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