Gael escucha a su guerrero con atención mientras ata cabos en su cabeza. Cuando termina, se dirige a la prisión donde tiene a Camila y se sienta frente a ella para conversar.—No sé nada acerca de ese asunto. Todavía se me hace irreal que la señorita Rut esté muerta. Esto es horrible —responde ella con tono sincero.—¿Sabes de alguien que tenga alguna razón para asesinarla?—Sí —contesta con una sonrisa divertida.—¿Quién?—Katrina, la viuda del alfa Mateus. —Su rostro muestra diversión ante la ironía.Por su parte, Gael aprieta los puños y cruje los dientes.—Mi madre no la asesinó... —masculla enojado—. Ella no cometería tal crimen contra una criatura inocente, lo digo por el cachorro, por supuesto; además, ella ha estado postrada en una cama con problemas de salud, así que no pueden venir a acusarla y ensuciar su nombre.—Yo solo respondo a sus peguntas, Alfa. —La burla denota en todas sus facciones—. Bueno, otra que tendría una razón para quererla muerta es la pareja de Nico, el h
El alfa Rogius ha puesto a Nico y a sus jefes en el frente de la batalla.Por su parte, Gael y pocos de sus hombres se encuentran luchando porque el resto se ha colocado delante de los límites de la manada, para impedir que sus enemigos los invadan.Dado que Gael tiene habilidades especiales y una fuerza que supera a todos los poderosos, para él es fácil destrozar a sus contrincantes. Los hombres de la manada Zafiro son derrotados con facilidad y sólo pocos de sus jefes quedan con vida, entre ellos Nico, el hijo del alfa.Una señal silenciosa de parte del alfa Rogius es el aviso para que sus hombres y aliados dejen de luchar, con la intención de que Nico y sus jefes sean asesinados por Gael y sus guerreros.Y así acontece.La cabeza de Nico rueda por el polvoroso suelo debido al ataque de Gael, entonces Rogius sonríe satisfecho al haber vengado a su hija.«Maldito, hijo de puta, ¿pensaste que matarías a mi cachorra y a mi nieto y te quedarías impune?», piensa.Una vez los hombres de N
Aquella tarde de verano, la pequeña Gia juega con su espada de madera junto a su amiga Lía. En esos días ha habido un revuelo en la manada, y aquel en específico, varios grupos de guerreros habían salido temprano.Aquello tiene a los miembros de la manada preocupados, puesto que en esos días han tenido amenazas de sus enemigos, los brujos sangrientos.—¡Gia, mira! —Su amiga capta su atención—. Es el alfa, tu padre. ¡Corre, antes de que nos vea!Ambas chicas huyen del parque a toda velocidad. Gia, quien desde muy pequeña ha desarrollado una rapidez impresionante, es la primera en llegar a su casa, seguida por Lía, quien se dirige a la vivienda de al lado.Con su espada de juguete en manos, su vestido de tela gruesa y de color marrón; su cabello peinado en una larga trenza, que la mamá le había hecho, ella se oculta en el armario que está en la sala y, por medio de la rendija, ella curiosea lo que acontece allí. Ese día el alfa había salido con varios hombres de la manada y todos llegar
GiaDesde el día en que mi padre llevó a Gael a casa y, lo convirtió en un miembro más de nuestra familia, él siempre estuvo conmigo en todos mis eventos especiales. Fue Gael quien me enseñó a cazar, a montar bicicleta, a cocinar y quien me ayudaba con mis lecciones.Él siempre estuvo presente para limpiarme las heridas cuando me caía, asimismo, para consolarme mientras estas se sanaban. Él parecía que era mi hermano mayor, aunque yo nunca he podido verlo como tal, por más que el alfa ha insistido en que nos tratemos de esa manera.De nuestra niñez y adolescencia tengo hermosos recuerdos, como la vez que horneamos nuestro primer pastel y celebramos su cumpleaños. Dado que él nunca recordó quién era, decidimos que su fecha de nacimiento fuera el mismo día en que el alfa lo llevó a la manada, porque según mamá, ese día comenzó su nueva vida y fue como si hubiera nacido de nuevo. Con Gael hacía muchas travesuras, pero también cumplíamos nuestras tareas diarias. Él y yo solíamos tener av
GiaLlego a la zona rural de una manada que hace poco se recuperó de una peste. Los cachorros del lugar, al reconocerme, corren en mi dirección con alegría. Yo estuve ayudando, no solo con la elaboración de una cura, también cuidé a los enfermos y me encargué de alimentar y bañar a los cachorros, que tenían a sus padres convalecientes. Por suerte, esa peste no afectó a los niños.—¡Tía! —Los cachorros corren detrás de mí entre risas.—¡Alcáncenme si pueden! —grito mientras tiro mi vestido amarillo al aire para convertirme en loba. Al cabo de unos segundos, los pequeños me siguen.Después de correr por el campo, montarlos en mi regazo y bañarnos en el río, yo con mi forma de loba, regresamos a la junta principal de la manada, que es donde nos reunimos todos para hacer actividades y reuniones. Cambio mi forma y me visto, mientras que los pequeños se dispersan.Regreso a la manada cercana, que es donde estoy viviendo junto a una compañera, que me rentó una cabaña que se encuentra en su t
GiaEl suelo se siente como gelatina debajo de mis pies, por lo que caminar se me dificulta. No quiero que Gael note mi nerviosismo, pero ¿cómo disimular este remolino de emociones?A pesar de todo lo que ha sucedido entre nosotros, aprecio mucho a Gael. Él siempre me protegió, brindó su amistad y enseñó casi todo lo que sé. Estar tan distante de él me duele, no solo por mi enamoramiento, también por lo que éramos antes de mi confesión.Gael sube mis maletas en el baúl en pleno mutismo, entonces se apresura a abrírmela puerta del capítulo. La tensión se siente en el aire, pero también los nervios, puesto que ninguno de los dos sabe cómo abordar al otro.Me subo al vehículo con gestos tímidos y evito mirarlo, en su lugar, decanto en poner mi atención en el cristal de la puerta. Sé que debo superar este asunto y tratar, por lo menos, de que no haya tensión entre nosotros; sin embargo, la realidad es que no sé cómo actuar delante de él.Me encojo en mi lugar al sentirme escudriñada por é
GiaGael y yo entramos a la casa. De inmediato, los recuerdos me acorralan y la nostalgia me embarga el pecho. Solo me fui por un año y siento que fue por una eternidad.—¡Tesoro! —vocifera mamá con marcada emoción. Ella abre sus brazos y se encorva, esperando por mi abrazo que pronto llega.—¡Mami! —Me aferro a su cuerpo como si mi vida dependiera de ese gesto; ella, por su parte, llora a todo pulmón mientras acaricia mi cabello.¡Qué dramática!—¡Hasta que por fin estás en casa! Mira lo delgada que luces, de seguro no estás comiendo bien. —Entorno los ojos ante la sobreprotección de mamá, siempre es lo mismo con ella.—Mami, es imposible que esté delgada, puesto que mi vecina es una cocinera compulsiva que me llenaba el estómago con su comida deliciosa. Todo lo contrario, tendré que ponerme a dieta para perder todo ese peso que, gracias a ella, gané.—Así estás bien. —Me giro para encarar a un Gael que me examina con la mirada. No sé si es mi imaginación, pero su escrutinio sobre mí
Froto mis ojos varias veces y me espanto cuando la oscuridad de mi habitación me recibe.¡Me quedé dormida!Me tiro de la cama y enciendo la luz, entonces dejo escapar un sollozo. Toda mi ropa está regada sobre el colchón y en el piso. ¿Por qué tuve que quedarme dormida mientras la desempacaba?—¿Gia? —Escucho la voz de papá del otro lado de la puerta.¡Papá!Me apresuro en abrirle y, una vez este entra, me le tiro encima dando brincos de alegría. Me aferro a su cuerpo grueso como si mi vida dependiera de ello. Estoy muy feliz de verlo, puesto que su última visita fue hace unos tres meses.—¡Te extrañé tanto, papito!—Y yo a ti, traviesita —responde divertido. Usa el diminutivo como venganza, puesto que no le gusta que lo llame así.—Cada vez te pones más bueno; mami debe tener los ojos puestos en ti, debes ser la sensación de la manada. ¿Nunca te pondrás viejo, don alfa?—¿Viejo? Estoy en mis mejores años. Y tu mamá debe perder cuidado, Katrina sabe que solo tengo ojos para ella.—Sí