Gia
Desde el día en que mi padre llevó a Gael a casa y, lo convirtió en un miembro más de nuestra familia, él siempre estuvo conmigo en todos mis eventos especiales. Fue Gael quien me enseñó a cazar, a montar bicicleta, a cocinar y quien me ayudaba con mis lecciones.
Él siempre estuvo presente para limpiarme las heridas cuando me caía, asimismo, para consolarme mientras estas se sanaban. Él parecía que era mi hermano mayor, aunque yo nunca he podido verlo como tal, por más que el alfa ha insistido en que nos tratemos de esa manera.
De nuestra niñez y adolescencia tengo hermosos recuerdos, como la vez que horneamos nuestro primer pastel y celebramos su cumpleaños. Dado que él nunca recordó quién era, decidimos que su fecha de nacimiento fuera el mismo día en que el alfa lo llevó a la manada, porque según mamá, ese día comenzó su nueva vida y fue como si hubiera nacido de nuevo.
Con Gael hacía muchas travesuras, pero también cumplíamos nuestras tareas diarias. Él y yo solíamos tener aventuras en el bosque que pertenece a nuestros territorios, trepábamos árboles y nos bañábamos en el río.
La mayoría de veces íbamos solos, pero en otras Kali, el mejor amigo de Gael, nos acompañaba. Él, al igual que Gael, se estaba preparando para convertirse en guerrero.
Recuerdo que a mis dieciséis años tuve mi primera transformación. Gael ya se había convertido dos años atrás y nombrado el próximo heredero para ser el alfa de la manada, así que su preparación sería diferente a la de los demás. No voy a negar que ese suceso me dolió bastante y que también me hizo sentir humillada, debido a que era a mí a quien me correspondía heredar, puesto que soy la única hija del alfa.
En cuanto a Kali, él sucedió a su padre como beta cuando este fue asesinado por un lobo salvaje.
Recuerdo que, en ese entonces, mis hormonas se alborotaron y empecé a tener una actitud atrevida con mi protector.
—Hueles tan bien... —Olfateé el cuello de Gael y me lamí los labios. Como respuesta a mi extraño comportamiento, él me apartó exaltado.
—¿Qué haces? —interpeló mientras me observaba como si me hubiera vuelto loca.
—Disfruto de tu dulce olor a madera fina y a vainilla. Es el mismo que percibí el día que te conocí, aunque no se lo conté a nadie. Tú también percibiste mi olor, ¿cierto? Porque recuerdo que supiste dónde estaba cuando oculté mi aroma. —Acerco el rostro, seductiva—. Dime, Gael, ¿lo puedes oler ahora?
Gael me miró con nerviosismo, cerró los ojos y suspiró. Al abrirlos, no me gustó lo que ellos expresaban.
—No... —Endureció más la mirada—. No percibo tu olor ni así sucederá porque no soy tu mate, si es eso lo que sugieres. Así que ya párale a tus insinuaciones y evítanos a ambos un problema con el alfa.
—No puedes asegurarlo, puede que sí lo sea.
—¡Ya basta! Deja de decir eso, no es así. ¿Desde cuándo dejaste de verme como a tu hermano mayor?
—Nunca te he visto como a mi hermano mayor, Gael. Y sé que tú tampoco lo has hecho conmigo.
—Pues te equivocas, porque para mí tú siempre serás mi hermanita. Así que deja pensar tonterías y enfócate en tus estudios —me regañó.
Gael me dejó con los ojos cristalizados y un dolor desgarrador en el pecho. Si él no era mi mate, ¿por qué me dolía tanto su rechazo?
Así pasaron los meses. Yo decía frases coquetas y sugerentes; Gael se sonrojaba, me ignoraba o cambiaba el tema. Nunca me rendí. Luego surgió el asunto de una posible guerra entre manadas cercanas, por lo que Gael estuvo ocupado junto a papá y a Kali.
Después de que aquello se resolviera, Gael se concentró en ayudar a Kali con los preparativos de su unión y a construir su casa, puesto que él ya había encontrado a su mate.
En cuanto a mí, me concentré en mis estudios. Antes de cumplir los dieciocho y Gael los veinte, había decidido hablar con papá sobre mi enamoramiento por su heredero, puesto que me daba la impresión de que este temía a su reacción y que por eso me rechazaba.
—¿Qué vas a estudiar? —inquirió él mientras miraba las estrellas. Ambos habíamos salido al patio a tomar aire fresco.
—Farmacia. Así ayudo a papá con la manada, puesto que necesitamos más preparación para los ataques, ya que sabes que hay heridas tan profundas, que necesitan ser curadas con las plantas y fármacos, si nuestro cuerpo no puede cerrarlas —respondí con orgullo.
—Estoy seguro de que serás una buena farmacéutica —halagó con una sonrisa tierna, de esas que solo me dedicaba a mí y que me aceleraba el pulso.
—Gracias —dije toda sonrojada—. Gael... —Sus ojos dorados me observaron atento, acción que provocó un mar de emociones a mi cuerpo y que mi corazón latiera con frenesí—. Le diré al alfa que tú y yo nos amamos y que...
—¡No, otra vez! Creí que ya habías superado esa tontería —profiere con hastío.
¿Tontería?
—Gael, ¿por qué lo niegas? Sé que me amas tanto como yo a ti. Ya deja de rechazarme. Entiendo que le temes a la reacción de papá, pero él te tiene mucho cariño, jamás se opondría...
—¡Ya basta! —me interrumpió. Se veía muy molesto—. Yo no te amo de esa manera. Mi preciosa Gia, deja de hacerte daño con esa tonta idea. Eres mi hermanita. Es incómodo que hagas... —No lo dejé terminar. Mis labios callaron los de él, al adueñarme de su boca. Tal vez sus palabras mentían, pero su cuerpo no lo haría.
Gael se quedó estático en su lugar. No me correspondió, pero tampoco me alejó de él. No entendí por qué se quedó neutro, mas no le di importancia.
«Lo estaba besando».
Yo era una inexperta, dado que nunca había sido besada, creo que Gael tampoco lo había hecho.
—¿Ya terminaste? —inquirió él con frialdad, cuando dejé de mover mis labios.
Esas palabras me hicieron soltarlo y tomar distancia. Una simple frase me rompió el corazón en mil pedazos. Gael, en cambio, ni se inmutó. Él mantenía su mirada indiferente y yo no veía ningún gesto de amor de su parte.
Como respuesta a su actitud brusca, las lágrimas mojaron mis mejillas al ser consciente de mi estupidez.
«Gael no me quería».
—Entiendo... No te gusto y por eso me niegas. No sabía que podías tener un mate y no amarlo.
—No te amo; o por lo menos no como esperas. Tampoco soy tu mate. Así que deja esa idea que tienes de mí y céntrate en tus estudios; cuando menos lo esperes, conocerás a esa persona especial, hermanita
Gael besó mi frente y se alejó de mí, dejándome destrozada y humillada.
Varios días después, había una fiesta en el pueblo. Yo me había comprado un vestido nuevo para seducir a Gael. Sí, no me había rendido. Fue divertido bailar junto a él, Kali y Gin, su esposa; toda la noche, también lo fue Jugar en la feria y cenar juntos. Muchas chicas le tenían el ojo encima a Gael, incluso mi amiga Lía. Pero eso poco me importaba porque esa noche Gael solo tendría su atención en mí.
De un momento a otro, Gael se desapareció, así que me acerqué a Kali y a Gin para preguntarles por él.
—¿Han visto a Gael?
Ellos negaron al unísono. Estaban en su propio mundo de enamorados, así que entorné los ojos cuando dejaron de prestarme atención y empezaron a besarse. Que presumidos.
En fin, no contaba con ellos para encontrar a Gael, así que me fui.
Me pasé parte de la fiesta buscándolo y, cuando me iba a dar por vencida, llegué a una parte solitaria donde empezaba el bosque, entonces vi la escena más dolorosa de mi vida: Gael estaba acorralando a Lía contra un árbol, mientras que ella le rodeaba el cuello con sus brazos. Ambos se besaban con fiereza, como si quisieran tragarse.
Sentí que el corazón me era traspasado con un intenso dolor, asimismo, una ira incontrolable empezó a quemarme por dentro.
«Iba a matar a esa maldita».
—¡Él es mío! —grité con mi voz afectada por mi loba, quien me pedía que derramase sangre.
Gael me sostuvo por las muñecas antes de que yo atacara a esa traidora, dándole tiempo a ella de correr lejos. Como hija del alfa, mi fuerza era superior a la mayoría de los licántropos, por lo que a ella no le convenía enfrentarse a mí.
—¡Cálmate! —increpó Gael con el ceño fruncido. Yo, por mi parte, no podía dejar de llorar. Me sentía como una imbécil en ese momento.
A mí no me besó, pero a ella se la estaba tragando. Los celos me consumían de una manera que me hacía perder la cordura; sin embargo, no le daría el gusto a ese maldito.
—Me has roto el corazón, Gael —sollocé desconsolada—. Pero ya bastante me he humillado delante de ti. Yo... de verdad creí que me amabas, pero solo me engañé a mí misma. Te dejaré en paz, Gael. Tú sigue revolcándote con cuantas malditas zorras se te ofrezcan; yo, por mi parte, me buscaré a alguien que sea mejor que tú. ¡Gael, te odio!
No le di chance para que replicara, por el contrario, me convertí en loba y me adentré al bosque. Corrí en la oscuridad hasta llegar a un risco, allí arriba, aullé mi dolor toda la noche.
Fue así como una hermosa amistad llegó a su final.
Ahora evitamos vernos y dirigirnos la palabra y, pese a que vivimos en la misma casa, duramos meses sin vernos la cara. De esa manera han pasado los años.
Ya me gradué de mi carrera, pero me fui por todo un año al territorio vulnerable, para ayudar a los médicos de ese lugar. Año que ya se está terminando y, por lo tanto, debo regresar a la manada para aportar en la creación de fármacos.
Y, aunque volver a ver a mi familia me es reconfortante, me da miedo reencontrarme con Gael. En especial, porque tendré que trabajar a su lado, puesto que él es quien hace el inventario de la droguería principal de la manada.
GiaLlego a la zona rural de una manada que hace poco se recuperó de una peste. Los cachorros del lugar, al reconocerme, corren en mi dirección con alegría. Yo estuve ayudando, no solo con la elaboración de una cura, también cuidé a los enfermos y me encargué de alimentar y bañar a los cachorros, que tenían a sus padres convalecientes. Por suerte, esa peste no afectó a los niños.—¡Tía! —Los cachorros corren detrás de mí entre risas.—¡Alcáncenme si pueden! —grito mientras tiro mi vestido amarillo al aire para convertirme en loba. Al cabo de unos segundos, los pequeños me siguen.Después de correr por el campo, montarlos en mi regazo y bañarnos en el río, yo con mi forma de loba, regresamos a la junta principal de la manada, que es donde nos reunimos todos para hacer actividades y reuniones. Cambio mi forma y me visto, mientras que los pequeños se dispersan.Regreso a la manada cercana, que es donde estoy viviendo junto a una compañera, que me rentó una cabaña que se encuentra en su t
GiaEl suelo se siente como gelatina debajo de mis pies, por lo que caminar se me dificulta. No quiero que Gael note mi nerviosismo, pero ¿cómo disimular este remolino de emociones?A pesar de todo lo que ha sucedido entre nosotros, aprecio mucho a Gael. Él siempre me protegió, brindó su amistad y enseñó casi todo lo que sé. Estar tan distante de él me duele, no solo por mi enamoramiento, también por lo que éramos antes de mi confesión.Gael sube mis maletas en el baúl en pleno mutismo, entonces se apresura a abrírmela puerta del capítulo. La tensión se siente en el aire, pero también los nervios, puesto que ninguno de los dos sabe cómo abordar al otro.Me subo al vehículo con gestos tímidos y evito mirarlo, en su lugar, decanto en poner mi atención en el cristal de la puerta. Sé que debo superar este asunto y tratar, por lo menos, de que no haya tensión entre nosotros; sin embargo, la realidad es que no sé cómo actuar delante de él.Me encojo en mi lugar al sentirme escudriñada por é
GiaGael y yo entramos a la casa. De inmediato, los recuerdos me acorralan y la nostalgia me embarga el pecho. Solo me fui por un año y siento que fue por una eternidad.—¡Tesoro! —vocifera mamá con marcada emoción. Ella abre sus brazos y se encorva, esperando por mi abrazo que pronto llega.—¡Mami! —Me aferro a su cuerpo como si mi vida dependiera de ese gesto; ella, por su parte, llora a todo pulmón mientras acaricia mi cabello.¡Qué dramática!—¡Hasta que por fin estás en casa! Mira lo delgada que luces, de seguro no estás comiendo bien. —Entorno los ojos ante la sobreprotección de mamá, siempre es lo mismo con ella.—Mami, es imposible que esté delgada, puesto que mi vecina es una cocinera compulsiva que me llenaba el estómago con su comida deliciosa. Todo lo contrario, tendré que ponerme a dieta para perder todo ese peso que, gracias a ella, gané.—Así estás bien. —Me giro para encarar a un Gael que me examina con la mirada. No sé si es mi imaginación, pero su escrutinio sobre mí
Froto mis ojos varias veces y me espanto cuando la oscuridad de mi habitación me recibe.¡Me quedé dormida!Me tiro de la cama y enciendo la luz, entonces dejo escapar un sollozo. Toda mi ropa está regada sobre el colchón y en el piso. ¿Por qué tuve que quedarme dormida mientras la desempacaba?—¿Gia? —Escucho la voz de papá del otro lado de la puerta.¡Papá!Me apresuro en abrirle y, una vez este entra, me le tiro encima dando brincos de alegría. Me aferro a su cuerpo grueso como si mi vida dependiera de ello. Estoy muy feliz de verlo, puesto que su última visita fue hace unos tres meses.—¡Te extrañé tanto, papito!—Y yo a ti, traviesita —responde divertido. Usa el diminutivo como venganza, puesto que no le gusta que lo llame así.—Cada vez te pones más bueno; mami debe tener los ojos puestos en ti, debes ser la sensación de la manada. ¿Nunca te pondrás viejo, don alfa?—¿Viejo? Estoy en mis mejores años. Y tu mamá debe perder cuidado, Katrina sabe que solo tengo ojos para ella.—Sí
Después de un delicioso baño, me visto en tiempo récord para esquivar los reclamos del alfa. Decanto por unos pantalones de jean oscuros, mis botines negros y una camiseta sin mangas que acentúa un poco mi escote, asimismo, me pongo encima una camisa gruesa de rayas negras, blancas y rojas, pero no me la abrocho. Me dejo el pelo suelto y solo uso brillo labial, ya que no estoy de humor para hacerme un maquillaje elaborado.Salgo de la habitación y me dirijo al patio, que se encuentra decorado con guindalezas de papeles coloridos, luces y una fogata en medio de este. Música animada retumba en el lugar, que está abarrotado de nuestros hermanos de la manada, que constan de unas cincuenta personas si no me equivoco.—¡Aquí está mi princesa! —vocifera papá mientras viene a mi encuentro. Él tiene un delantal puesto y sostiene una espátula en su mano derecha. Eso significa que está asando carne.¡Amo los asados de papá!—El alfa se ve todo un hombre de su casa vestido de cocinero —digo mient
OmniscienteLa chica de cabellera rojiza camina entre los árboles, como si buscara alguna respuesta allí.—Esto será muy difícil. Esos malditos lobos sellaron muy bien la protección.Ella camina en medio del bosque y prepara sus artilugios de magia. Sonríe al sentir una energía poderosa y paranormal, lo que le indica que está en la parte principal de la barrera invisible. De inmediato, la alegría y la esperanza la embargan, por lo que corre más adentro, buscando aquello que irradia aquel poder. Un brillo inusual capta su atención, se queda un largo rato alelada ante la belleza de las luces en tono dorado y plateado, hasta que decide salir de su trance de fascinación, para investigar de dónde proviene aquel brillo.Con pasos apresurados y ansiosos se dirige en dirección al resplandor, pero se detiene de repente al notar que allí yace una mujer vestida de negro, cabellera blanca, lacia y larga y de piel joven y delicada.Estudia a la desconocida de forma minuciosa, y se percata de que
OmniscienteLejos de las regiones de los licántropos, se encuentra ubicada la comunidad de las brujas sangrientas y las hadas. Las primeras, son criaturas malvadas, con sed de sangre, guerra y destrucción, asimismo, seductoras por naturaleza, muy lujuriosas y obsesivas.Por otro lado, está la región de las hadas. Estas son hermosas, delicadas y con un tamaño menor que las brujas. Ellas tienen el poder de proteger la naturaleza y producirlas, pero no son lo suficiente poderosas como para la guerra, mucho menos cuando de brujas se trata.Por muchos años hubo guerra entre las tres especies, por lo que son muy pocas las brujas sangrientas que existen, en especial, porque los hombres murieron todos en la batalla y ellas no tienen con quien reproducirse.La gran bruja, quien es una líder poderosa y de belleza hipnotizante, ha trabajado duro para romper la barrera entre los lobos y las comunidades de las demás criaturas y así poder encantarles y aparearse. Dado que con las hadas no pueden co
GiaCon mi forma de loba, corro en medio de los árboles sintiéndome libre. La brisa acaricia mi pelaje plateado, asimismo, el olor a tierra mojada por el rocío y las caricias de las hojas de las plantas al pasar, es el mejor "buenos días" que necesito.Me apresuro por paisaje natural con felicidad mientras mis patas saltan en el acto y mi corazón palpita frenético, y lleno de vida. Me encanta la libertad que me mi forma de loba me regala, lo fuerte que me siento al poder dar grandes saltos sin limitaciones y lo divertido que es hacer todo lo que mi forma humana me impide.Termino mi corrida matutina frente al río, entonces bebo de este para saciar mi sed.“No sabía que madrugabas”, dice alguien por medio del vínculo.Este proceso de hablar por telepatía, solo lo podemos hacer en nuestra forma lobuna, a menos que estemos hablando con el alfa, un familiar muy cercano o nuestro compañero de vida."No sabes nada acerca de mí", respondo con diversión."Te invito el desayuno"."No me podría