CAPÍTULO 1: EL TRABAJO DE SUS SUEÑOS
April llegaba tarde de nuevo a su trabajo, bajo del autobús con prisa y corrió hacia la empresa con varios papeles debajo del brazo. Su cabello estaba hecho un desastre, apenas y le habia dado tiempo de peinarse esta mañana, entre su trabajo como secretaria del gerente de recursos humanos y su otro trabajo de medio tiempo, apenas y tenía tiempo de dormir.
Miro su reloj e hizo una mueca, recordó la advertencia de su jefe, si volvía a llegar tarde de nuevo, la despediría y sinceramente eso era menos que necesitaba en este momento, sus cuenta bancaria estaba en cero y al igual que el ciudadano común de Chicago, habia acumulado demasiadas cuentas que necesitaba pagar.
Miro el ascensor y su pie se movió inconscientemente, apretó los labios y volvió a mirar su reloj.
«Demonios, este aparato infernal, ¿no puede venir más rápido?»
Finalmente, la puerta se abrió y subió a toda prisa, afortunadamente no habia nadie, marco el numero de su piso y espero.
Cuando la puerta se abrió nuevamente, April corrió a su oficina y para su sorpresa, su jefe estaba esperándola. Trago un poco antes de hablar.
―Señor… yo… ―balbuceo nerviosa ―Habia trafico y no tengo para pagar un taxi ―explico a toda prisa, y le tendió los documentos ―Pero aquí están los informes que me pidió.
El hombre se puso de pie y le dio una mirada despectiva, dejo los documentos en el mini escritorio y le dijo.
―Desde hoy serás la asistente del CEO. ―informo y April no podía creérselo, parpadeó sorprendida y no pudo evitar preguntar.
―¿Es en serio?
Ser la asistente personal del gran jefe era un excelente puesto, sin mencionar de la buena paga que recibiría. Actualmente, ocupaba el cargo de secretaria del gerente de recursos humanos, fue lo único decente que pudo conseguir y no se quejaba, dado que no le darían el puesto a alguien que no recordaba sus estudios.
Después del accidente, había perdido todos los recuerdos de su vida y poco a poco estaba fabricando nuevos. Es por eso, que no podía evitar estar sorprendida.
―¿Tengo cara de estar jugando? ―el gerente de recursos humanos le dio una mirada desaprobatoria ―No sé por qué fuiste transferida a un cargo tan alto, pero son órdenes del jefe, así que no la cagues, April.
―S-sí, señor. ―ella asintió rápidamente, sin embargo, tenía una duda y no perdió tiempo en hacer la pregunta ―¿La paga será mayor?
El hombre torció los labios y la miró fijamente.
―Ni siquiera has empezado y ya te preocupas cuanto vas a ganar, lo que debería importarte es hacerlo bien y darle una buena impresión al jefe, además, el grupo CM siempre ha remunerado bien a sus empleados.
Luego de decir esto, sacó una carpeta y la colocó sobre el escritorio.
―Apréndete esto de memoria, son los gustos del presidente, te encargarás de todo lo que se refiera a su comida, cosas personales, y por supuesto su agenda. Tu primera tarea es ir a su departamento y encargarte de que todo esté en orden, límpialo y deja todo perfectamente para cuando regrese, ¿está claro?
La chica asintió y se puso de pie con una sonrisa.
―Lo haré bien, señor y… gracias por la oportunidad.
―Sí, sí. ― la miro un momento y la detallo a conciencia ―April podría llamarse una chica promedio, su cabello de color rubio cenizo, no tenía nada de especial, usaba anteojos de montura gruesa y su ropa era de descuento en Walmart.
No entendía por qué el jefe la había pedido expresamente a ella.
April se dio la vuelta, y salió de la oficina con una sonrisa en sus labios, finalmente Dios había escuchado sus oraciones.
Le preocupaba la situación de su abuela, estaba internada en el hospital desde que sufrió el infarto. Los gastos eran monumentales y ella apenas podía cubrirlos, a pesar de que su hermano Garret la ayudaba algunas veces, la mayor responsabilidad la tenía ella. Aparte de ser la secretaria del gerente de recursos humanos, también, tenía un trabajo de medio tiempo en un club y si podía hacía algunas tutorías de matemática, era buena en la materia. Aun con la pérdida de sus recuerdos, podía resolver ejercicios matemáticos, el médico le había dicho que se debía a que su cerebro poco a poco iría retomando los recuerdos.
En ese momento sonó su teléfono, era Garret, su hermano gemelo. Actualmente, estaba en New York, después del accidente, se había mudado a esa ciudad, sin embargo, quedaba sin empleo la mayoría de las veces, April no entendía la razón, se había graduado de una de las mejores universidades del país.
―¿Hola?
―April, ¿tienes algo de dinero?
Ella suspiró y negó levemente. Con esa era la cuarta vez en el mes que la llamaba para pedirle.
―Garret, ¿te volviste a quedar sin empleo?
―Bueno…
―¿Qué pasa contigo? No duras en ninguno y siempre me pides prestado dinero que sé, no devolverás, mira…
―¿Puedes o no? No te llame para que me sermonees April, no eres mi madre.
«Madre»
Esa palabra estimulaba la culpa en ella. April contuvo la respiración y su mano apretó con fuerza el celular, luego de controlarse, dijo.
―Lo lamento, no tengo. Y lo que está en mi cuenta es para la abuela, ya ves que solo ayudas de vez en cuando y es una miseria.
Del otro lado del teléfono, el chico bufo.
―No fui yo la que causo todo esto, April. Es justo que seas tú quien pague. No importa, solo llamaba para eso, adiós.
Sin darle siquiera tiempo a refutar, colgó y ella contuvo las lágrimas para no llorar frente a un extraño. Si su hermano supiera lo mucho que la lastimaba, tal vez no seria tan cruel con ella. Estaba mirando su celular, cuando el taxi se detuvo frente al complejo de edificios que también pertenecían al grupo CM. Pago la tarifa y se apresuró a subir.
Cuando estaba a punto de marcar la clave para abrir la puerta, escuchó un gran estruendo que provenía de adentro. Se quedó con el dedo en el teclado y frunció las cejas, para luego pegar la oreja a la puerta.
¡Pum!
Otro golpe vino de adentro.
«Según el gerente, el jefe aún no ha vuelto de su viaje, ¿es posible que se trate de ladrones?»
―Maldita sea, no se puede tener tanta mala suerte en la vida, hoy que es mi primer día, un ladrón se antoja en hacer sus fechorías. ¿Qué te hice dios, que te hice? ―gimió.
April respiró hondo y miró a su lado un pequeño macetero con un cactus, lo agarró con fuerza y abrió la puerta con cuidado.
Antes de abrirla tocó ligeramente, pero parece que la persona que estaba dentro no la escuchó, abrió la puerta un poco más y entonces lo vio.
―¡Con un demonio, Megan, suéltame! ―la exclamación furiosa del hombre la saco de sus pensamientos.
En la sala principal había una mujer de pie y también un hombre. La chica vestía ropa deportiva, pero el hombre solo llevaba una toalla alrededor de su cadera. Todo indicaba que acababa de ducharse, sin embargo, su cabello estaba sujeto por la mujer. Su cuerpo estaba medio arqueado y realmente parecía avergonzado.
«¿Qué rayos está pasando aquí?»
El hombre sujetó la muñeca de la mujer y dijo pacientemente.
―¡Suéltame, y hablemos, ¿Por qué tienes que usar la violencia?
―¿Violencia? ¿No tengo derecho a estar enojada? ¿O es que no me has mentido lo suficiente? ―la mujer de verdad estaba enojada y tiró de su cabello mientras el hombre luchaba por soltarse.
―¡No te mentí, escucha mi explicación primero!
Las palabras del hombre parecían haber aumentado la ira de la mujer y esta apretó con más fuerza y gritó.
―¿Qué vas a explicar? ¡Marcelo Mancini, eres un maldito mentiroso!
«¿Marcelo Mancini? ¡¿El presidente de la compañía, su jefe inmediato?»
Sus ojos se abrieron con sorpresa y por un segundo una sensación de familiaridad la golpeo, era como si lo reconociera de algún lugar. Lo cual era raro, ya que durante el tiempo que tenía en la empresa, nunca había visto a su jefe personalmente, solo había escuchado hablar de él.
April volvió en sí, y sostuvo la maceta con fuerza, y corrió hacia ellos, cuando se detuvo, preguntó ansiosamente a su jefe.
―Señor, ¿se encuentra bien?
Él la miró de reojo y apretó los dientes.
―¿Por qué estás parada ahí? ¡Date prisa y quítamela de encima!
April asintió rápidamente.
―Sí, sí, señor, ¡lo ayudaré de inmediato! ―a pesar de que dijo que lo ayudaría, sabía que no era rival para esta mujer. Se dio la vuelta con ansiedad y vio el macetero en su mano, cerró los ojos y golpeó vigorosamente el brazo de la mujer.
―¡Maldita sea!
Al escuchar la maldición, April abrió los ojos para examinar el daño. El cactus estaba justo en la cabeza del presidente que parecía estar a punto de matarla.
―Señor… yo… lo lamento…
April estaba aterrorizada en este punto. Era su primer día como asistente y le había clavado un cactus en la cabeza a su jefe. Ella apartó rápidamente la maceta, pero un pedazo de cactus se quedó pegado a la cabeza. Al mirar la maceta vacía, April trago saliva y preguntó con voz temblorosa.
―Señor, ¿está bien?
―¿Quién diablos eres tú? ¡¿Por qué estás creando más problemas?! ―pregunto Marcelo haciendo una mueca de dolor. Antes de que pudiera decir nada más, cayó al suelo, la mujer lo había derribado y ahora estaba aplicando una llave, y para colmo el cactus se pegó más.
April estaba ansiosa por ayudarlo, pero la mirada aguda de la mujer la atravesó.
―Te lo advierto, ocúpate de tus propios asuntos.
La mirada asesina en los ojos de la mujer asustó a April. Ella vaciló y retrocedió unos pasos, no queriendo meterse en problemas.
Sin embargo, no podía quedarse ahí sin hacer nada.
De repente tuvo una idea, corrió hacia la mesa junto al sofá y llamó a seguridad.
―¿Hola? ¿Departamento de seguridad? Vengan rápido al pent house 310, el señor Mancini esta… ―lo miro en el suelo con el rostro rojo a causa de la llave que estaba siendo presionada en su cuello y agregó ―… atacado.
Ya que era un asunto de gran importancia, todo el departamento de seguridad del edificio se puso manos a la obra.
Después de colgar, April se dio la vuelta y vio que la mujer aún seguía presionando el cuello de su jefe. Lo cual era bastante sorprendente, Marcelo Mancini, era un hombre alto y poderoso, pero ahora era como una marioneta en sus manos incapaz de defenderse.Fue entonces, cuando April recordó que el rumor de que la novia del jefe era una experta en artes marciales, de nivel profesional y además había participado en varias competencias.
«¿Así que esto es una pelea de amantes?», pensó para sí misma. Sin embargo, esta pelea de amantes parecía poner en riesgo la vida de su jefe.
Tomando un marco de fotos como arma, April miro a la mujer con nerviosismo.
―He llamado a los guardias de seguridad. Será mejor que te calmes, si tienes algo que reclamar, no debes usar la violencia. ¡Suelta al jefe!
La mujer no lo soltó y con el rostro pálido, el hombre dijo débilmente.
―¿Por qué llamaste a seguridad…?
Antes de que terminara de hablar, la mujer lo soltó y se puso de pie. April no pudo evitar respirar profundamente, quizás ahora ella sería su nueva víctima.
La mujer miró a April y se burló, no obstante, había dolor en su mirada.
―¿Sabes por qué le hice eso?
April negó con la cabeza y dijo en tono indiferente.
―No me interesa saberlo, pero independientemente de lo que haya sucedido, no tiene por qué actuar así. Pudo haberlo matado, mire cómo lo dejó, todo golpeado y débil.
La mujer no se inmutó por su regaño, en cambio, se río y dio un paso hacia ella.
―¿Qué sabes? ―sus ojos oscuros mostraban tristeza ―Hemos tenido una relación por más de tres meses. ¡Pero ni siquiera me ha besado una sola vez!
Finalmente ella lloró.
«¿Es tan importante que te besen en una relación?» April reflexiono.
―Bueno, quizás el jefe es un poco tímido… ―April trató de buscar una respuesta a su acusación, pero honestamente, no entendía por qué Marcelo no besaría a una mujer tan hermosa.
―¿Tímido? ―la mujer miró a Marcelo con tristeza ―Ojalá fuera eso. ―luego volvió a mirar a April y su cara siguió derramando lágrimas mientras lo señalaba con su dedo. ―No me beso porque le gustan los hombres. ¡El CEO de CM Group es gay!
CAPÍTULO 2: ESTÁS DESPEDIDA.La puerta del departamento había quedado abierta y una docena de guardias de seguridad entraron corriendo. Y la palabra “gay” todavía resonaba en la habitación. Al ver entrar a los hombres, la mujer se acercó a Marcelo con enojo. Obviamente, él estaba mareado por la falta de aire y seguía tosiendo para recuperarlo.―Esto no se va a quedar así, Marcelo, voy a encargarme de que todos sepan quién eres en realidad. ¡Voy a destruir tu reputación!Luego se dio la vuelta y abandonó la habitación. April que estaba junto al sofá en cuanto vio que la mujer se iba, corrió hacia su jefe para preguntarle si necesitaba algo, pero corrió demasiado rápido y se resbaló con la pequeña alfombra.Mientras caía, extendió sus manos instintivamente y terminó agarrando accidentalmente la toalla de baño. Para sorpresa de todos, la toalla abandonó la cintura de Marcelo, mientras él se precipitaba hacia atrás y caía en el otro sillón, completamente desnudo.April miró fijamente la t
CAPÍTULO 3: LA MALA SUERTE DE LA FAMILIA.April termino de recoger sus cosas como pudo y se metió debajo la parada de autobuses, estaba mojada, hacia frio y para colmo, desempleada, ¿Qué más podía sucederle?Estaba pensando en esto cuando sonó su celular, lo saco de su bolsillo y respondió.―¿Hola?―Señorita, Jones. Le hablamos del hospital para pacientes cardíacos, queremos informarle que actualmente tiene dos facturas pendientes. De no cancelarlas a la brevedad posible, tendremos que sacar al paciente y suspender su tratamiento.Las manos de April temblaron y cerró los ojos, de repente le dolió la cabeza. A veces pensaba que Dios estaba en su contra. Respiro profundo y respondió.―Sí, entendiendo. Me pondré al día con los pagos, no se preocupe.La persona del otro lado, le dio un gracias y colgó.Ella se quedó inmóvil un momento, reflexionando sobre su vida. Una vida que no recordaba, después del accidente, su psiquiatra le dijo que fabricaría nuevos recuerdos, lo único malo es que
CAPÍTULO 4: UN NUEVO TRABAJO.Cuando April regresó a su departamento, comenzó a revisar la página de empleos del periódico. Todos eran pequeñas empresas, pero no perdió las esperanzas, algo es mejor que nada. Y después de hacer varias llamadas, se arrojó sobre la cama, limpiándose las lágrimas de los ojos.«Maldito, arrogante, ¿me despediste por salvarte? Debí mirar mientras esa mujer te estrangulaba.»Enterrando la cabeza en la almohada, se echó a llorar de la preocupación. Consideraba que su vida era nube negra, y deseo no tener que volver a ver jamás en su vida, Marcelo Mancini.Tarde en la noche, estaba profundamente dormida, cuando sonó su teléfono celular, busco a tientas en su mesita de noche y finalmente contestó.―Bueno…―Te espero mañana en la compañía.―¿Eh? ―la voz era familiar, pero no podía identificar de quién. ―¿Quién eres?―¡April! ―Marcelo, gruño del otro lado ―¿Cómo que quién? ¿No sabes quién soy?―¿Sabe qué? No estoy de humor para bromas. Quienquiera que sea, váyas
CAPÍTULO 5: UN CAMBIO DE IMAGEN Habiendo tomado la decisión, April dijo claro y fuerte. ―Sí. Acepto casarme contigo. Marcelo sonrió y palmeó satisfecho el escritorio. ―Perfecto. ―luego se giró y sacó su billetera y más atrás una tarjeta negra ilimitada, la miro nuevamente y se la entregó. ―Te daré el día libre para que cambies tu imagen, tienes 25 años, debes vestirte acorde a tu edad. April tiro de la parte inferior de sus pantalones, con la esperanza de cubrir sus zapatos y dijo avergonzada. ―Salí a toda prisa… ―No importa, mientras te vuelves una mujer normal, le pediré a mi abogado que redacte el contrato. Cuando regreses puedes firmarlo. ―¿Contrato? ―Sí, un contrato. Te estoy contratando, April, tómalo como otro trabajo más, además, solo estaremos casados por el periodo de un año. Luego de eso, cada uno puede tomar su camino. Ella quería preguntar, pero al ver la mirada de advertencia de su jefe tiránico, se contuvo. No obstante, cuando llegó a la puerta, pregunto tenta
CAPÍTULO 6: EL CHICO DE SU PASADO. Después de firmar, April regresó a su departamento. Marcelo le había pedido que estuviera temprano en la jefatura civil. Por lo visto, su matrimonio, sería algo sencillo, tampoco es que tuviera esperanzas. Ella estaba clara de que esto no era un matrimonio por amor, sino una transacción comercial. Cuando llegó a la entrada principal de la empresa, detuvo un taxi y se subió, en cuanto cerró la puerta del auto, respiro profundo, trato o comercial o no, a partir de mañana, comenzaría una nueva etapa de su vida. En cuanto April se fue, Marcelo se sirvió un poco de whisky y se sentó frente a su escritorio, abrió la gaveta y sacó una vieja fotografía, mirándola profundamente, su mente se transportó y lo llevó a su pasado. UNIVERSIDAD DE CHICAGO/ FACULTAD DE ECONOMÍA. ―¿Quieres un poco? ―un chico de cabello rubio y ojos azules le sonrió, el sol se había puesto detrás de él y ahora parecía un ángel caído del cielo. El corazón de Marcelo no pudo evitar
CAPÍTULO 7: LA NUEVA SEÑORA MANCINI. No había mucha gente en la oficina de registro. Así que los trámites de para casarse fueron rápidos y sin problemas. Después de salir de la oficina, April respiro profundamente, aún le resultaba difícil creer que se había casado con su jefe. Miro a su nuevo marido con algo de vergüenza, no sabía cómo actuar o que decir. Mientras tanto, Marcelo le dio una de esas miradas penetrantes y se divirtió cuando la vio ponerse nerviosa. Metió la mano en su chaqueta y saco una pequeña cajita de terciopelo color rojo. Incluso hoy se había levantado más temprano que de costumbre para ir él personalmente por el anillo, algo totalmente raro. Ya que, por lo general, delegaba este tipo de cosas a su secretario personal. ―Ten, es para ti. ―dijo sin mucha emoción. ―¿Para mí? ―April miro asombrada la pequeña caja y su corazón no pudo evitar emocionarse, en su interior sabía lo que era. ―Sí, ¿no tienen las novias un anillo de bodas? ―Bueno, sí, pero… ―Ábrelo, qu
CAPÍTULO 9: ¡MI MARIDO ES GAY! April deseo poder encontrar una grieta en el suelo y que se la tragara, avergonzada, se cubrió la cara con el periódico. El hombre debajo de Marcelo vio a April y de inmediato lo empujo con fuerza, se apretó la toalla alrededor de la cintura y dijo con expresión agraviada. ―¡Con un demonio, Marcelo! ¿Cómo permites que tus empleados entren así? Marcelo se puso de pie y se sacudió el cuerpo de manera natural. ―Si tienes miedo de perder la cara, no vuelvas a usar mi toalla. ―Ja, ósea que, ¿todo es por esta estúpida toalla? ¿Cómo querías que saliera? ¿Desnudo? ―el hombre se rascó el cabello con irritación y señalo a April. ―Tú, deja de estar parada ahí como estatua y ve por un café. Ella asintió rápidamente, miro al hombre que parecía familiar y luego miro el periódico en su mano. «¿No es este el hombre de la foto?» April se quedó dónde estaba, y aún no había ido por el café. El hombre con la toalla estaba a punto de regañarla, cuando Marcelo hablo.
CAPÍTULO 10: TRABAJO DE MEDIO TIEMPO.Cuando April estaba a punto de seguir a los demás, Marcelo cerró la puerta y se giró para mirarla. Su mirada era una combinación de jefe enojado y seductor. Ella sacó la lengua y se humedeció los labios.Marcelo no podía apartar sus ojos de los jugosos y rosados labios, ahogo un gemido en su interior.―S… señor…Él alzó una ceja y dio un paso hacia ella.―¿Cómo acabas de llamarme? ―preguntó seriamente.―Sé… ―April recordó lo que le había dicho y se disculpó ―Perdón… quise decir Marcelo.Por alguna razón, desde que la escucho llamarlo por su nombre, su cuerpo, reaccionaria en consecuencia, específicamente su entrepierna. Lo cual podría considerarse un milagro, ya que, durante tantos años, nunca sucedió con ninguna mujer. La única persona que había logrado el mismo efecto en él era exactamente igual a ella. Por eso pensó que esa era la razón.―Marcelo, tengo que salir ―dijo casi susurrante ―Si me quedo aquí mucho tiempo, los empleados van a pensar